Violencia + corrupción + indiferencia = ¿?
En el programa de esta semana, analizamos la profunda crisis de violencia e inseguridad que enfrenta América Latina

Dionisio Gutiérrez inició con una reflexión sobre la crisis moral, política y social que enfrenta la región: “En el vasto mapa del mundo, América Latina ocupa apenas un ocho por ciento de su población; sin embargo, carga sobre sus espaldas un tercio de los homicidios violentos del planeta”. Con esa frase, subrayó la magnitud del problema y advirtió que “esta desproporción no es un accidente ni un destino: es el síntoma de una enfermedad profunda, la de sociedades que no funcionan, Estados sin autoridad moral y élites que renunciaron a su deber”.
El comunicador señaló que América Latina “vive una guerra no declarada contra sí misma”, una guerra en la que “la línea que separa al Estado del crimen se ha vuelto difusa”. Los gobiernos pactan, los jueces callan, los parlamentos se venden”, afirmó. Así como describió el drama cotidiano de millones de ciudadanos que “se acostumbran a mirar hacia abajo, a no preguntar, a sobrevivir”, mientras “la violencia se vuelve paisaje, el miedo costumbre y la impunidad sistema”.
Gutiérrez también rindió homenaje a “mujeres asesinadas, periodistas silenciados, opositores perseguidos y fiscales que pagan con su vida por exponer al narcotráfico”. Ellos, dijo, “simbolizan el precio del fracaso institucional”.
Advirtió que “el crimen organizado, ese poder oscuro que nació de la corrupción y del abandono, ha tomado el lugar del Estado en demasiados países”. Y denunció que “donde debería haber escuelas, hay cárteles; donde debería haber justicia, hay pactos; donde debería haber esperanza, hay silencio”. Según Gutiérrez, “la política se ha vuelto el arte de administrar el desastre”, pero recordó que “lo único que puede detener este horror es la voluntad de cambiarlo”.
“La raíz del mal está en la rendición moral de las élites”, señaló, refiriéndose a “aquellas que deberían pensar, educar, dirigir y construir”, pero que “olvidaron que su papel no es adaptarse al caos, sino enfrentarlo”.
Para finalizar, hizo un llamado a rescatar la política como instrumento de transformación: “Si no rescatamos la política, viviremos el naufragio de una región donde el poder dejó de ser instrumento del bien común para convertirse en botín de oportunistas, matones y tiranos”. Y afirmó: “América Latina aún puede sanar. Pero para lograrlo, deberá volver a creer en el valor supremo de la vida y la libertad, y en la sagrada obligación de protegerlas”.
En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó a Eduardo Moncada, director del Instituto de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Columbia, y a Tiziano Breda, analista senior para América Latina y el Caribe en ACLED, sobre la profunda crisis de violencia e inseguridad que enfrenta América Latina.
Moncada explicó que la región vive “una situación muy grave”, con niveles de criminalidad comparables a los de “una guerra civil”. Señaló que la impunidad es “uno de los principales incentivos del crimen organizado”, pues “cuando no hay castigo creíble y las ganancias siguen subiendo, la violencia no tiene consecuencias”.
También advirtió que la corrupción “ya no es un exceso, sino parte del funcionamiento cotidiano del Estado”, lo que ha hecho que “las fronteras entre lo legal y lo ilegal se vuelvan muy difusas”. Agregó que la inseguridad destruye la economía: “Sin seguridad cotidiana no hay inversión, no hay empleo, no hay confianza”. En su opinión, “la seguridad no debe verse únicamente como un obstáculo al desarrollo, sino como una condición básica para alcanzarlo”.
Sobre el papel de las élites, explicó que “durante años pudieron blindarse de la inseguridad”, pero hoy “ni ellas escapan del poder del crimen organizado”. Añadió que muchos sectores de las élites “han tenido relaciones complejas con economías ilícitas”, lo que impide “que puedan ponerse al frente del movimiento contra el crimen organizado”.
Finalmente, Moncada planteó que la paz y la seguridad deben construirse “desde abajo”, fortaleciendo “la confianza entre vecinos y la relación con las autoridades”. Subrayó que “la autoridad legítima no se impone; el Estado recupera legitimidad cuando demuestra que puede proteger, escuchar y responder”.
Por su parte, Breda explicó que América Latina enfrenta “una combinación letal de factores”: altos niveles de desigualdad, corrupción, ineficacia institucional y una amplia disponibilidad de armas. Señaló que las economías ilícitas, como “el mercado de las drogas, la minería ilegal y la extorsión”, ofrecen incentivos que “alientan la participación y el control de los grupos criminales”.
Sobre la pérdida del control estatal en países como Colombia, México o Brasil, indicó que en muchas zonas se cumplen dos condiciones: “ausencia del Estado” y “la presencia de grupos con poder económico y militar suficiente para imponer sus propias reglas del juego”.
Respecto a la brecha de seguridad entre países, Breda sostuvo que “donde hay instituciones más fuertes y sistemas de justicia que funcionan mejor, se pueden contener los fenómenos delictivos”. No obstante, advirtió que la geografía y los cambios en las rutas del narcotráfico también afectan de manera diferenciada a los países, recordando que “Ecuador, que hasta hace pocos años tenía una de las tasas de homicidios más bajas, hoy es la más alta de la región”.
Breda también subrayó que la impunidad y la cooptación judicial “siguen siendo altísimas”, y que para reducirlas se necesitan “mejores condiciones de trabajo, medidas de protección y recursos para fiscales y jueces, así como cooperación entre instituciones”.
Para finalizar, advirtió que “los niveles de desconfianza hacia las fuerzas de seguridad, los congresos y los órganos judiciales siguen siendo muy bajos”, y que la autoridad legítima solo se recuperará cuando el Estado sea eficaz, expandiendo los servicios que provee, “depure redes de corrupción” y vuelva a estar presente en los territorios donde hoy reina el miedo.
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Horst inició reconociendo el retroceso de Chile en los indicadores políticos, económicos, de seguridad e institucionales. Sin embargo, espera que “en las próximas elecciones vuelva a primar una mirada de esperanza y de un Estado que abrace el desarrollo y que permita recuperar las bases del progreso económico y social”.
Por su parte, Cordero inició expresando que Chile no quiere continuidad, sino cambio. Por esa razón, y por la mala evaluación del gobierno de turno, las posibilidades de Jeannette Jara son muy bajas.

Pastrana inició señalando la gravedad que representa que Gustavo Petro esté señalado de colaborar con el crimen y la corrupción: “Es un presidente que hizo el pacto denominado El Pacto de la Picota, en el cual fue a hablar con narcotraficantes para pedir votos. Su hijo también denuncia que en la campaña hay recursos del narcotráfico. [Además], le han quitado la visa [de Estados Unidos] y está en la lista Clinton”. Ante este contexto, está en duda si Colombia será sancionada con tarifas, aranceles al café y a las flores, lo cual afectaría a más de 500 mil familias.
Dionisio Gutiérrez inició con una reflexión sobre la crisis que vive la región: “América Latina, tierra fecunda en historia, cultura y recursos, vive años de carencias y amenazas. Somos una región que soñó con libertad, justicia y progreso, pero hoy enfrenta autocracias disfrazadas ante la mirada cansada de élites indiferentes, ciudadanos resignados y una clase política que ha hecho del poder corrupción e impunidad”.
Salinas expresó que el contexto actual sugiere un panorama complicado para el futuro próximo de la región. Sin embargo, no descarta un optimismo cauteloso: “Vemos cómo se ha desenmascarado el autoritarismo en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
Por su parte, Arias aseguró que América Latina necesita creer y aspirar a mejores instituciones. Sin embargo, indicó que los ciudadanos también tienen un componente de responsabilidad de lo que ocurre: “Muchas veces no se elige correctamente. Por ejemplo, en el caso venezolano ha tomado más de dos décadas darse cuenta de que estamos frente a un régimen criminal”.
Dionisio Gutiérrez inició recordando que hubo un tiempo en que Argentina fue sinónimo de prosperidad. Tierra de inmigrantes y de trabajo, de universidades admiradas y de una cultura que deslumbraba. Una nación rica, moderna, que inspiraba esperanza en América Latina. Sin embargo, la fuerza del peronismo se disfrazó de justicia social y terminó siendo una maquinaria de poder y destrucción.
Ghersi inició recordando que la construcción de la democracia y el Estado de derecho es un “proceso evolutivo”, donde siempre habrá confrontación. Sin embargo, la clave es limitar el poder a través de la ley. Si logramos esto, podremos controlar el uso del poder a pesar de caudillos de izquierdas o derechas, aseguró. Además, expresó que a pesar de la evidencia que demuestra que países con gobiernos populistas registran menor PIB per cápita, más deuda e inflación a largo plazo, las personas siguen eligiéndolos por “la magia de la palabra”. Es decir que “la gente cree más en un sueño que en la realidad”.
Dionisio Gutiérrez inició recordando que cuando un gobernante “es incompetente, corrupto y cómplice de grupos criminales, no es simplemente un mal administrador: es el sepulturero de la democracia. Es quien hace la diferencia entre vivir en un Estado de derecho o en una república secuestrada”.
Raisbeck indicó que estamos presenciando el regreso de la violencia política. En Colombia, donde él participó como candidato en elecciones en los últimos años, “se pensaba que ya se había superado esto”. Sin embargo, el asesinato de Miguel Uribe Turbay hace poco meses demuestra lo contrario, añadió. Aseguró que este fenómeno se ha dado en distintos países, como en Estados Unidos.
Dionisio Gutiérrez inició alertando sobre una amenaza que trasciende fronteras: el riesgo que enfrenta la democracia en América Latina con las próximas elecciones en Bolivia. Advirtió sobre el avance de figuras autoritarias que hoy pretenden disfrazarse de demócratas.
Bajo el contexto de las elecciones en Bolivia, y la candidatura del binomio Paz-Lara, Avendaño señaló que, a su parecer, la importancia de dicho país en la región se subestima: “[Lo que pasa en] Bolivia tiene implicaciones en la seguridad hemisférica de la región, en la dispersión o contención del crimen organizado. Es un foco central del narcotráfico y se venía potenciando de la mano del MAS”. Aseguró que la única esperanza y garantía de que Bolivia sea un aliado en la lucha contra el narcotráfico en la región es que gane Tuto Quiroga.


Rojas indicó que, para analizar el aumento de violencia política, es necesario comprender que la “democracia está en crisis”, pues pasó de ser una forma de gobierno que protege derechos a “una pelea por el poder”. Además, aseguró que el Estado se ha convertido en un “vehículo para obtener poder, ventajas económicas y privilegios”. El ejemplo más reciente de este fenómeno en la región es el asesinato de Charlie Kirk, del cual Rojas mencionó que refleja la pérdida de la capacidad de intercambiar ideas, el “derecho del otro a vivir como quiera”.