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An ideological map of the right
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
20 Abr 2021

La derecha no es única ni existe un monopolio discursivo

 

No. Apoyar la lucha contra la corrupción, o en su momento, a la CICIG, no es una categoría para diferenciar a la “derecha” de la “izquierda”. Tampoco es decir que la Corte de Constitucionalidad se ha extralimitado en sus funciones. Ni siquiera la discusión sobre el respeto y promoción de los derechos humanos debiera considerarse como un factor diferenciador. Al final, hay valores comunes a distintas ideologías.

Por si fuera poco, la superficial dicotomía de “fachos” y “chairos” sólo ha servido para banalizar aún más una discusión que de por sí ya era hepática y falta de argumentos. Tampoco se puede plantear la dicotomía desde el personalismo. Ser de derecha no es estar de acuerdo con Zury Ríos, Jimmy Morales o Roberto Arzú; como ser de izquierda no es estar de acuerdo con CODECA o Mario Roberto Morales.

Créanme. Es un poquito más complicado que eso. 

La “derecha” ni siquiera es una categoría ideológica única. Dentro del concepto caben conservadores tradicionalistas, conservadores liberales, liberales clásicos, libertarios, anarco-capitalistas, liberales sociales, ordo-liberales, demócratas-cristianos o social-cristianos. Y aquí me limito a enlistar familias de ideologías políticas. Si agregamos las escuelas económicas, las permutaciones se vuelven infinitas.

Tampoco es una categoría sobre valores generales. Por ejemplo, los conservadores tienden a ser más organicistas que individualistas; mientras los liberales son individualistas ante todo. Los liberales-sociales han matizado el individualismo absoluto con el interés por el colectivo. Mientras que los demócratas-cristianos tratan de encontrar el balance entre el individuo y la sociedad.

La creencia en el mercado es quizá una característica común; pero tampoco es absoluta. Algunos conservadores creen que antes de libertad de mercado es mejor un poco de mercantilismo, es decir, protección del Estado de sectores estratégicos. Los liberales clásicos, los libertarios y anarco-capitalistas creen en el absolutismo de mercado y propugnan un sistema económico donde las regulaciones sean mínimas o inexistentes. Los ordo-liberales creen en el mercado, pero con regulaciones para corregir sus falencias, entre ellas, la promoción activa de la competencia o la prestación estatal de algunos servicios públicos. Mientras que los demócratas-cristianos matizan el absolutismo de mercado con conceptos como la solidaridad o subsidiariedad, que se traducen en sistemas fiscales más agresivos.

Los conservadores y liberales chocan en la dicotomía entre orden y libertad; mientras los primeros creen en el orden primero y libertad después, los segundos -en cambio- están dispuestos a sacrificar un poco de orden por el valor supremo de la libertad. Para muestra, la disyuntiva que mejor evidencia esta diferencia es la seguridad aeroportuaria tras 9/11. Quienes creían que las medidas de revisión de pasajeros eran muy invasivas, probablemente respondían a valores liberales; quienes en cambio creían que las medidas eran necesarias para garantizar la seguridad, probablemente respondían a valores más conservadores.

La influencia religiosa también es otra fuente de división. El conservadurismo y el demo-cristianismo tienen como base filosófica una fuerte raíz religiosa, aunque también con diferentes grados y matices. Los liberales, en cambio, propugnan el laicismo y la libertad religiosa como uno de los valores supremos.

Y luego, no podemos obviar que derechas e izquierdas están muy relacionadas con las condiciones contextuales propias del lugar. Por ejemplo, en los países musulmanes, donde el radicalismo islámico es una variable transversal, las derechas propugnan mayor influencia de la religión en política, mientras que los liberales que propugnan la separación de Iglesia y Estado, son considerados como de izquierda.

Esta es quizá una pequeña muestra que el debate sobre ideologías es un poco más complejo de lo que algunos quieren presentar. Y sobre todo, sirve para evidenciar que quien limita la discusión a temas de momento -como CICIG, cortes o visión de relaciones internacionales-, quizá necesita antes educarse un poco sobre la riqueza y diversidad detrás de la discusión de ideologías.

Un mapa ideológico de la derecha
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
20 Abr 2021

La derecha no es única ni existe un monopolio discursivo

 

No. Apoyar la lucha contra la corrupción, o en su momento, a la CICIG, no es una categoría para diferenciar a la “derecha” de la “izquierda”. Tampoco es decir que la Corte de Constitucionalidad se ha extralimitado en sus funciones. Ni siquiera la discusión sobre el respeto y promoción de los derechos humanos debiera considerarse como un factor diferenciador. Al final, hay valores comunes a distintas ideologías.

Por si fuera poco, la superficial dicotomía de “fachos” y “chairos” sólo ha servido para banalizar aún más una discusión que de por sí ya era hepática y falta de argumentos. Tampoco se puede plantear la dicotomía desde el personalismo. Ser de derecha no es estar de acuerdo con Zury Ríos, Jimmy Morales o Roberto Arzú; como ser de izquierda no es estar de acuerdo con CODECA o Mario Roberto Morales.

Créanme. Es un poquito más complicado que eso. 

La “derecha” ni siquiera es una categoría ideológica única. Dentro del concepto caben conservadores tradicionalistas, conservadores liberales, liberales clásicos, libertarios, anarco-capitalistas, liberales sociales, ordo-liberales, demócratas-cristianos o social-cristianos. Y aquí me limito a enlistar familias de ideologías políticas. Si agregamos las escuelas económicas, las permutaciones se vuelven infinitas.

Tampoco es una categoría sobre valores generales. Por ejemplo, los conservadores tienden a ser más organicistas que individualistas; mientras los liberales son individualistas ante todo. Los liberales-sociales han matizado el individualismo absoluto con el interés por el colectivo. Mientras que los demócratas-cristianos tratan de encontrar el balance entre el individuo y la sociedad.

La creencia en el mercado es quizá una característica común; pero tampoco es absoluta. Algunos conservadores creen que antes de libertad de mercado es mejor un poco de mercantilismo, es decir, protección del Estado de sectores estratégicos. Los liberales clásicos, los libertarios y anarco-capitalistas creen en el absolutismo de mercado y propugnan un sistema económico donde las regulaciones sean mínimas o inexistentes. Los ordo-liberales creen en el mercado, pero con regulaciones para corregir sus falencias, entre ellas, la promoción activa de la competencia o la prestación estatal de algunos servicios públicos. Mientras que los demócratas-cristianos matizan el absolutismo de mercado con conceptos como la solidaridad o subsidiariedad, que se traducen en sistemas fiscales más agresivos.

Los conservadores y liberales chocan en la dicotomía entre orden y libertad; mientras los primeros creen en el orden primero y libertad después, los segundos -en cambio- están dispuestos a sacrificar un poco de orden por el valor supremo de la libertad. Para muestra, la disyuntiva que mejor evidencia esta diferencia es la seguridad aeroportuaria tras 9/11. Quienes creían que las medidas de revisión de pasajeros eran muy invasivas, probablemente respondían a valores liberales; quienes en cambio creían que las medidas eran necesarias para garantizar la seguridad, probablemente respondían a valores más conservadores.

La influencia religiosa también es otra fuente de división. El conservadurismo y el demo-cristianismo tienen como base filosófica una fuerte raíz religiosa, aunque también con diferentes grados y matices. Los liberales, en cambio, propugnan el laicismo y la libertad religiosa como uno de los valores supremos.

Y luego, no podemos obviar que derechas e izquierdas están muy relacionadas con las condiciones contextuales propias del lugar. Por ejemplo, en los países musulmanes, donde el radicalismo islámico es una variable transversal, las derechas propugnan mayor influencia de la religión en política, mientras que los liberales que propugnan la separación de Iglesia y Estado, son considerados como de izquierda.

Esta es quizá una pequeña muestra que el debate sobre ideologías es un poco más complejo de lo que algunos quieren presentar. Y sobre todo, sirve para evidenciar que quien limita la discusión a temas de momento -como CICIG, cortes o visión de relaciones internacionales-, quizá necesita antes educarse un poco sobre la riqueza y diversidad detrás de la discusión de ideologías.

Central America, after the pandemic
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

19 Abr 2021

Imaginen ustedes la dinámica, el entusiasmo y, sobre todo, la esperanza que daría a la región ver proyectos de desarrollo en infraestructura, integración financiera, industria y comercio para la región. La inversión que Centroamérica podría atraer y la cantidad de oportunidades que se podrían crear. Los recursos que se podrían generar y la cantidad de problemas sociales que podríamos resolver.

 

Las persecuciones, las guerras, las pestes, la gran depresión y otros capítulos estelares de los últimos dos milenios marcaron los momentos que definieron lo que hoy somos como especie. Una especie que no ha sido perfecta, y nunca lo será. Pero cada Siglo y cada generación enfrentó su hecatombe y la superó. Y siempre, floreció una civilización más humana, más inteligente, más próspera y civilizada.

Los líderes en todos los sectores de la sociedad, en especial gobiernos y empresa, debemos gestionar la crisis al mismo tiempo en que diseñamos las bases del futuro que encontraremos después de la pandemia.

Este es un problema global que necesita soluciones globales, pero la complejidad de la crisis en este momento geopolítico del mundo exige, en cada sociedad, estadistas, valores y liderazgo.  

El futuro ya no es lo que pensamos... nada será lo mismo…  Estamos a las puertas de un nuevo orden mundial del que tenemos más dudas y temores que datos y certezas. Pero no es la primera vez que la especie humana se enfrenta a eventos que cambian el curso del destino y la historia de las naciones; o como en este caso, del mundo.

Esta pandemia vino a golpearnos en los puntos frágiles que tenemos: El sistema de salud, la economía, el subdesarrollo político, el Estado de Derecho y la cultura. Debilidades que la crisis obligará a corregir.

Los pueblos del mundo se debaten entre los dilemas que generan los mecanismos del miedo y la capacidad del ser humano para encontrar la serenidad para enfrentar este desafío, con humildad, pero con inteligencia, con destreza, pero con estrategia.   

Salir de esta crisis requerirá sacrificios, tolerancia, flexibilidad y optimismo. Salir de esta crisis dependerá de dos tareas críticas: la política y la economía. 

Para levantar de verdad la economía centroamericana, el desafío es convertir a los países de la región en una zona sin fronteras y de libre movilidad de bienes, servicios, capitales y personas.

Imaginen ustedes la dinámica, el entusiasmo y, sobre todo, la esperanza que daría a la región ver proyectos de desarrollo en infraestructura, integración financiera, industria y comercio para la región. La inversión que Centroamérica podría atraer y la cantidad de oportunidades que se podrían crear. Los recursos que se podrían generar y la cantidad de problemas sociales que podríamos resolver.

Y si logramos construir la integración económica y fortalecemos los sistemas de justicia, Centroamérica dejaría de ser una amenaza a la seguida hemisférica.  

En medio del dolor por los seres queridos que hemos perdido por el destino, la pandemia, la pobreza, la violencia; en medio del subdesarrollo político que padecemos, el peor de todos, que nos tiene atrapados en el cuarto mundo; en medio de contradicciones, indiferencia y sobredosis de soberbia, la región centroamericana libra en estos momentos múltiples batallas que definirán el futuro de varias generaciones de ciudadanos.

Por eso, es imprescindible y apremiante rescatar el paradigma liberal, representativo y democrático donde la división de poderes que establecen la República y el Estado de Derecho se respetan porque definen la forma de gobernarnos.

Para redimir la esencia y el significado de un Estado Democrático de Derecho es imperativo recuperar el compromiso con lo público, reivindicar el sentido del respeto a la ley, volver al valor de honrar juramentos y cumplir con la palabra que se da.  

Centroamérica, su historia y sus números duelen con frecuencia. Somos un grupo extraordinario de pueblos que estamos pagando un alto precio para ser naciones desarrolladas, justas y prosperas de verdad; pero somos tierra de gente libre y valiente; por eso, ese día llegará.

 

 

Centroamérica, después de la pandemia
32
Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

19 Abr 2021

Imaginen ustedes la dinámica, el entusiasmo y, sobre todo, la esperanza que daría a la región ver proyectos de desarrollo en infraestructura, integración financiera, industria y comercio para la región. La inversión que Centroamérica podría atraer y la cantidad de oportunidades que se podrían crear. Los recursos que se podrían generar y la cantidad de problemas sociales que podríamos resolver.

 

Las persecuciones, las guerras, las pestes, la gran depresión y otros capítulos estelares de los últimos dos milenios marcaron los momentos que definieron lo que hoy somos como especie. Una especie que no ha sido perfecta, y nunca lo será. Pero cada Siglo y cada generación enfrentó su hecatombe y la superó. Y siempre, floreció una civilización más humana, más inteligente, más próspera y civilizada.

Los líderes en todos los sectores de la sociedad, en especial gobiernos y empresa, debemos gestionar la crisis al mismo tiempo en que diseñamos las bases del futuro que encontraremos después de la pandemia.

Este es un problema global que necesita soluciones globales, pero la complejidad de la crisis en este momento geopolítico del mundo exige, en cada sociedad, estadistas, valores y liderazgo.  

El futuro ya no es lo que pensamos... nada será lo mismo…  Estamos a las puertas de un nuevo orden mundial del que tenemos más dudas y temores que datos y certezas. Pero no es la primera vez que la especie humana se enfrenta a eventos que cambian el curso del destino y la historia de las naciones; o como en este caso, del mundo.

Esta pandemia vino a golpearnos en los puntos frágiles que tenemos: El sistema de salud, la economía, el subdesarrollo político, el Estado de Derecho y la cultura. Debilidades que la crisis obligará a corregir.

Los pueblos del mundo se debaten entre los dilemas que generan los mecanismos del miedo y la capacidad del ser humano para encontrar la serenidad para enfrentar este desafío, con humildad, pero con inteligencia, con destreza, pero con estrategia.   

Salir de esta crisis requerirá sacrificios, tolerancia, flexibilidad y optimismo. Salir de esta crisis dependerá de dos tareas críticas: la política y la economía. 

Para levantar de verdad la economía centroamericana, el desafío es convertir a los países de la región en una zona sin fronteras y de libre movilidad de bienes, servicios, capitales y personas.

Imaginen ustedes la dinámica, el entusiasmo y, sobre todo, la esperanza que daría a la región ver proyectos de desarrollo en infraestructura, integración financiera, industria y comercio para la región. La inversión que Centroamérica podría atraer y la cantidad de oportunidades que se podrían crear. Los recursos que se podrían generar y la cantidad de problemas sociales que podríamos resolver.

Y si logramos construir la integración económica y fortalecemos los sistemas de justicia, Centroamérica dejaría de ser una amenaza a la seguida hemisférica.  

En medio del dolor por los seres queridos que hemos perdido por el destino, la pandemia, la pobreza, la violencia; en medio del subdesarrollo político que padecemos, el peor de todos, que nos tiene atrapados en el cuarto mundo; en medio de contradicciones, indiferencia y sobredosis de soberbia, la región centroamericana libra en estos momentos múltiples batallas que definirán el futuro de varias generaciones de ciudadanos.

Por eso, es imprescindible y apremiante rescatar el paradigma liberal, representativo y democrático donde la división de poderes que establecen la República y el Estado de Derecho se respetan porque definen la forma de gobernarnos.

Para redimir la esencia y el significado de un Estado Democrático de Derecho es imperativo recuperar el compromiso con lo público, reivindicar el sentido del respeto a la ley, volver al valor de honrar juramentos y cumplir con la palabra que se da.  

Centroamérica, su historia y sus números duelen con frecuencia. Somos un grupo extraordinario de pueblos que estamos pagando un alto precio para ser naciones desarrolladas, justas y prosperas de verdad; pero somos tierra de gente libre y valiente; por eso, ese día llegará.

 

 

Vaccine Diplomacy
115
Daphne Posadas es Directora del Área de Estudios Internacionales en Fundación Libertad y Desarrollo. Participa en espacios de análisis político en radio, televisión y medios digitales. Está comprometida con la construcción de un mundo de individuos más libres y responsables.
18 Abr 2021

Las vacunas han sido y están siendo utilizadas por países como China para avanzar su agenda y aumentar su influencia política en los países del mundo, particularmente en América Latina, seguramente para ganar espacios diplomáticos a los Estados Unidos. 

 

Guatemala está en el sótano de vacunación del covid19. Es el cuarto país con menos personas vacunadas en el continente solo por encima de Paraguay, Honduras y Trinidad y Tobago (no hay cifras oficiales de Venezuela, Cuba y Nicaragua). 

El problema de Guatemala es dual, por un lado la compra de las vacunas fue retardada. Las primeras dosis llegaron a finales de febrero con la donación de 5 mil dosis de la embajada de Israel y 200mil dosis de la embajada de la India. Con eso arrancó el Plan de Vacunación diseñado por el Ministerio de Salud. Poco tiempo más tarde, se anunció la llegada de 81mil 600 dosis adquiridas a través del mecanismo de COVAX. En días más recientes, se informó de la compra de 16 millones de dosis de la vacuna Sputnik V que permitirían vacunar al menos 8.3 millones de guatemaltecos. 

El segundo problema que enfrenta el país es el ritmo y velocidad para administrar las vacunas. Indistintamente de si se logra adquirir las vacunas, sin una administración eficiente de las mismas, para lograr inocular a un porcentaje considerable de la población y alcanzar la famosa inmunidad de rebaño, seguiremos estando en los últimos lugares respecto al resto de países de la región. Desde el inicio del Plan de Vacunación solo 155 mil personas han sido vacunadas con la primera dosis y tan solo 1, 826 personas ya tienen el esquema completo de inoculación. Menos del 1% del total de la población ha recibido al menos la primera dosis de la vacuna. 

El drama de la ineficiencia del gobierno en la gestión de recursos para la vacunación se hace incluso más evidente cuando nuestros vecinos tienen titulares como que ya alcanzaron el medio millón de vacunados. Por si eso no fuera poco, adquirieron 105mil dosis de la vacuna a través de COVAX y 1 millón de la vacuna SINOVAC (producción China). Además, el presidente Nayib Bukele, presumió de su estrecha relación con Xi Jinping cuando anunció a través de su cuenta en Twitter que recibirían una donación adicional de 150mil vacunas. La popularidad del gobierno se ha mantenido elevada y no caben dudas que su eficiencia le permitirá seguir consolidando su populismo carismático en el país vecino.

Con estas comparaciones algunos cuestionan, ¿por qué Guatemala no tiene relación con China? Se trata de un asunto de diplomacia, desde 1960 Guatemala tiene relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán)(tenían relaciones desde antes, pero se estableció una embajada formalmente hasta después de la primera mitad del siglo XX). De los 15 países del mundo con los que Taiwán mantiene relaciones diplomáticas, Guatemala es el país más grande en términos de población. Una relación que vale mucho para la provincia autónoma china que ahora sufre acoso de la potencia continental de China. 

Caso contrario, El Salvador rompió relaciones diplomáticas con Taiwán en 2018 con el gobierno de Salvador Sánchez Cerén. En su momento, Taiwán acusó a China de prometer paquetes de ayuda a los países para establecer relaciones diplomáticas. En sus declaraciones, el Ministro de Relaciones Exteriores taiwanés, Joseph Wu, dijo que no estaba dispuesto a tener una competencia de dinero con la potencia China. Esta situación además, incomodó a los Estados Unidos por tener en su propio patio trasero a uno de sus principales enemigos. 

Algunos pensarán que resulta bastante tentador cambiar de bando, es decir, romper relaciones con Taiwán para aliarse con China y así ser beneficiarios directos de cuestiones como las vacunas, o de cosas más superficiales como la construcción de estadios como sucedió con Costa Rica hace unos años. Sin embargo, no debemos olvidar al menos dos cuestiones: 

  1. La relación de Guatemala con Taiwán ha traído beneficios en materia de educación y préstamos blandos para infraestructura
  2. Las vacunas han sido y están siendo utilizadas por países como China para avanzar su agenda y aumentar su influencia política en los países del mundo, particularmente en América Latina, seguramente para ganar espacios diplomáticos a los Estados Unidos. 

 

Los aliados que tenemos son reflejo de los valores que a nivel de país se tienen. No podemos olvidar que China es un gobierno autoritario que comete severos atropellos en contra de los derechos y libertades de sus ciudadanos. Aliarse con China es prácticamente estar en contra de los valores de la democracia, el estado de derecho y la división de poderes. Por eso, a pesar de lo tentador que pueda resultar romper relaciones con Taiwán, se debe actuar de manera más estratégica e inteligente respecto a las relaciones con China.

Diplomacia de las vacunas
115
Daphne Posadas es Directora del Área de Estudios Internacionales en Fundación Libertad y Desarrollo. Participa en espacios de análisis político en radio, televisión y medios digitales. Está comprometida con la construcción de un mundo de individuos más libres y responsables.
18 Abr 2021

Las vacunas han sido y están siendo utilizadas por países como China para avanzar su agenda y aumentar su influencia política en los países del mundo, particularmente en América Latina, seguramente para ganar espacios diplomáticos a los Estados Unidos. 

 

Guatemala está en el sótano de vacunación del covid19. Es el cuarto país con menos personas vacunadas en el continente solo por encima de Paraguay, Honduras y Trinidad y Tobago (no hay cifras oficiales de Venezuela, Cuba y Nicaragua). 

El problema de Guatemala es dual, por un lado la compra de las vacunas fue retardada. Las primeras dosis llegaron a finales de febrero con la donación de 5 mil dosis de la embajada de Israel y 200mil dosis de la embajada de la India. Con eso arrancó el Plan de Vacunación diseñado por el Ministerio de Salud. Poco tiempo más tarde, se anunció la llegada de 81mil 600 dosis adquiridas a través del mecanismo de COVAX. En días más recientes, se informó de la compra de 16 millones de dosis de la vacuna Sputnik V que permitirían vacunar al menos 8.3 millones de guatemaltecos. 

El segundo problema que enfrenta el país es el ritmo y velocidad para administrar las vacunas. Indistintamente de si se logra adquirir las vacunas, sin una administración eficiente de las mismas, para lograr inocular a un porcentaje considerable de la población y alcanzar la famosa inmunidad de rebaño, seguiremos estando en los últimos lugares respecto al resto de países de la región. Desde el inicio del Plan de Vacunación solo 155 mil personas han sido vacunadas con la primera dosis y tan solo 1, 826 personas ya tienen el esquema completo de inoculación. Menos del 1% del total de la población ha recibido al menos la primera dosis de la vacuna. 

El drama de la ineficiencia del gobierno en la gestión de recursos para la vacunación se hace incluso más evidente cuando nuestros vecinos tienen titulares como que ya alcanzaron el medio millón de vacunados. Por si eso no fuera poco, adquirieron 105mil dosis de la vacuna a través de COVAX y 1 millón de la vacuna SINOVAC (producción China). Además, el presidente Nayib Bukele, presumió de su estrecha relación con Xi Jinping cuando anunció a través de su cuenta en Twitter que recibirían una donación adicional de 150mil vacunas. La popularidad del gobierno se ha mantenido elevada y no caben dudas que su eficiencia le permitirá seguir consolidando su populismo carismático en el país vecino.

Con estas comparaciones algunos cuestionan, ¿por qué Guatemala no tiene relación con China? Se trata de un asunto de diplomacia, desde 1960 Guatemala tiene relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán)(tenían relaciones desde antes, pero se estableció una embajada formalmente hasta después de la primera mitad del siglo XX). De los 15 países del mundo con los que Taiwán mantiene relaciones diplomáticas, Guatemala es el país más grande en términos de población. Una relación que vale mucho para la provincia autónoma china que ahora sufre acoso de la potencia continental de China. 

Caso contrario, El Salvador rompió relaciones diplomáticas con Taiwán en 2018 con el gobierno de Salvador Sánchez Cerén. En su momento, Taiwán acusó a China de prometer paquetes de ayuda a los países para establecer relaciones diplomáticas. En sus declaraciones, el Ministro de Relaciones Exteriores taiwanés, Joseph Wu, dijo que no estaba dispuesto a tener una competencia de dinero con la potencia China. Esta situación además, incomodó a los Estados Unidos por tener en su propio patio trasero a uno de sus principales enemigos. 

Algunos pensarán que resulta bastante tentador cambiar de bando, es decir, romper relaciones con Taiwán para aliarse con China y así ser beneficiarios directos de cuestiones como las vacunas, o de cosas más superficiales como la construcción de estadios como sucedió con Costa Rica hace unos años. Sin embargo, no debemos olvidar al menos dos cuestiones: 

  1. La relación de Guatemala con Taiwán ha traído beneficios en materia de educación y préstamos blandos para infraestructura
  2. Las vacunas han sido y están siendo utilizadas por países como China para avanzar su agenda y aumentar su influencia política en los países del mundo, particularmente en América Latina, seguramente para ganar espacios diplomáticos a los Estados Unidos. 

 

Los aliados que tenemos son reflejo de los valores que a nivel de país se tienen. No podemos olvidar que China es un gobierno autoritario que comete severos atropellos en contra de los derechos y libertades de sus ciudadanos. Aliarse con China es prácticamente estar en contra de los valores de la democracia, el estado de derecho y la división de poderes. Por eso, a pesar de lo tentador que pueda resultar romper relaciones con Taiwán, se debe actuar de manera más estratégica e inteligente respecto a las relaciones con China.

A balance of the results in Ecuador and Peru
113
Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
13 Abr 2021

El domingo 11 de abril de 2021 fue un día de grandes expectativas para Latinoamérica porque se llevaron a cabo procesos electorales en dos importantes países andinos. Cada uno con sus particularidades y complejidades internas, pero también con tendencias regionales a partir de las cuales puede trazarse un análisis que busque comprender el estado de la salud democrática de la región.

 

Comencemos con las buenas noticias del Ecuador, donde finalmente se contuvo el avance que lideraba el correísmo desde hace 14 años. Las causas que explican este repliegue se explican por varias razones: primero, el “correísmo” nunca dejó de ser un proyecto personal amalgamado en la figura de Rafael Correa, lo que obstaculizó una sucesión. De hecho, recordemos que su primer alfil, Lenín Moreno, se distanció del correísmo en su gobierno, al punto de convertirse en enemigo acérrimo de Rafael Correa. Segundo, tenemos a la propia figura polarizante de Correa, que en términos electorales tiene sus pros y sus contras, porque si bien en primera vuelta sirve de elemento diferenciador y además cuenta con una base de voto duro; en segunda vuelta siempre se encuentra con el problema del anti-voto. Esto fue problemático porque vimos cómo a Arauz en la primera vuelta se apoyó muchísimo en la figura de Correa y logró pasar sin problemas al balotaje, pero en la segunda vuelta apostó por distanciarse (sin éxito) de su figura polarizante, resultándole imposible “controlar” el carácter volátil del caudillo que hacía todo tipo de declaraciones disruptivas en medios y en su cuenta Twitter. También hay que incluir elementos como el discurso de unidad nacional que adoptó Guillermo Lasso que se distanció de la confrontación y, finalmente, no hay que dejar de lado otros “cisnes negros”, como el contingente de refugiados venezolanos en Ecuador —que asciende al medio millón de personas— y cuya crisis probablemente haya persuadido al electorado ecuatoriano de votar en contra del modelo del “Socialismo del siglo XXI”[1] que Correa defiende abiertamente.

La presidencia de Lasso, aparte de detener al correísmo, inaugura una nueva era en el Ecuador. Las apuestas son altas y las expectativas son grandes porque se tiene la oportunidad histórica de cambiar el rumbo que el país ha tenido en casi tres lustros. De hecho, un buen signo de lo que se ha comenzado a llamar el “Efecto Lasso”, es que el día de ayer, apenas se hicieron oficiales los resultados electorales, el “Riesgo País” bajó 400 puntos[2], así que el reto es que el país se enrumbe a la senda de la democracia y el crecimiento.

Por otra parte, también tuvimos la primera vuelta electoral en el Perú, con un panorama completamente distinto y quizá menos optimista. Lo primero que hay que recordar son los momentos turbulentos que hicieron que esta administración tuviera al menos cuatro presidentes distintos y donde la mayoría de sus expresidentes están presos o se encuentran enfrentando graves casos de corrupción. Estos escándalos de corrupción han generado una serie de problemas muy graves que de alguna forma explican los resultados de los comicios: en primer lugar, han creado un hastío y una desafección por el sistema político en la ciudadanía. Segundo, este proceso ha “desaparecido” prácticamente a toda la clase política tradicional, es decir, lo que se conocía como el “centro político” conformado por el APRA y otros partidos moderados de centro-derecha como Acción Popular y, tercero, (como consecuencia del segundo) han fragmentado al sistema en un abanico infinito de partidos políticos atomizados, que lo que han hecho es fortalecer las dos tendencias populistas autoritarias y extremas que pasaron a segunda vuelta: Pedro Castillo y Keiko Fujimori.  

El escenario que enfrenta Perú, gane quien gane la presidencia, es el del populismo autoritario. El fujimorismo, que es una fuerza política que hace casi 30 años protagonizaría uno de los momentos más nefastos y que más han hecho daño a la democracia latinoamericana, y por otro lado, el proyecto de Pedro Castillo, que dice abiertamente y sin complejos que seguirá los pasos de Hugo Chávez y Evo Morales con la agenda del “Socialismo del Siglo XXI”, y con Asamblea Nacional Constituyente y nacionalización de empresas incluidas.

En conclusión, el 2021 es un año electoral para la región latinoamericana que presentará varias encrucijadas en distintos países. Habrá que seguir atentos a los vaivenes del subcontinente con sus virajes, refrescamientos, recambios y continuismos en los liderazgos que marcarán el rumbo político de la presente década.

 

[1] Cabe aclarar que Correa emuló el proyecto chavista del socialismo del siglo XXI en su vertiente política y en su retórica, más no en su vertiente económica.

[2] Datos elaborados por Inteligencia Empresarial al 12 de abril de 2021. Fuente: J.P. Morgan.

Un balance de los resultados en Ecuador y Perú
113
Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
13 Abr 2021

El domingo 11 de abril de 2021 fue un día de grandes expectativas para Latinoamérica porque se llevaron a cabo procesos electorales en dos importantes países andinos. Cada uno con sus particularidades y complejidades internas, pero también con tendencias regionales a partir de las cuales puede trazarse un análisis que busque comprender el estado de la salud democrática de la región.

 

Comencemos con las buenas noticias del Ecuador, donde finalmente se contuvo el avance que lideraba el correísmo desde hace 14 años. Las causas que explican este repliegue se explican por varias razones: primero, el “correísmo” nunca dejó de ser un proyecto personal amalgamado en la figura de Rafael Correa, lo que obstaculizó una sucesión. De hecho, recordemos que su primer alfil, Lenín Moreno, se distanció del correísmo en su gobierno, al punto de convertirse en enemigo acérrimo de Rafael Correa. Segundo, tenemos a la propia figura polarizante de Correa, que en términos electorales tiene sus pros y sus contras, porque si bien en primera vuelta sirve de elemento diferenciador y además cuenta con una base de voto duro; en segunda vuelta siempre se encuentra con el problema del anti-voto. Esto fue problemático porque vimos cómo Arauz en la primera vuelta se apoyó muchísimo en la figura de Correa y logró pasar sin problemas al balotaje, pero en la segunda vuelta apostó por distanciarse (sin éxito) de su figura polarizante, resultándole imposible “controlar” el carácter volátil del caudillo que hacía todo tipo de declaraciones disruptivas en medios y en su cuenta Twitter. También hay que incluir elementos como el discurso de unidad nacional que adoptó Guillermo Lasso que se distanció de la confrontación ideológica y, finalmente, no hay que dejar de lado otros “cisnes negros”, como el contingente de refugiados venezolanos en Ecuador —que asciende al medio millón de personas— y cuya crisis probablemente haya persuadido al electorado ecuatoriano de votar en contra del modelo del “Socialismo del siglo XXI”[1] que Correa defiende abiertamente.

La presidencia de Lasso, aparte de detener al correísmo, inaugura una nueva era en el Ecuador. Las apuestas son altas y las expectativas son grandes porque se tiene la oportunidad histórica de cambiar el rumbo que el país ha tenido en casi tres lustros. De hecho, un buen signo de lo que se ha comenzado a llamar el “Efecto Lasso”, es que el día de ayer, apenas se hicieron oficiales los resultados electorales, el “Riesgo País” bajó 400 puntos[2], así que el reto es que el país se enrumbe a la senda de la democracia y el crecimiento.

Por otra parte, también tuvimos la primera vuelta electoral en el Perú, con un panorama completamente distinto y quizá menos optimista. Lo primero que hay que recordar son los momentos turbulentos que hicieron que esta administración tuviera al menos cuatro presidentes distintos y donde la mayoría de sus expresidentes están presos o se encuentran enfrentando graves casos de corrupción. Estos escándalos de corrupción han generado una serie de problemas muy graves que de alguna forma explican los resultados de los comicios: en primer lugar, han creado un hastío y una desafección por el sistema político en la ciudadanía. Segundo, este proceso ha “barrido” prácticamente a toda la clase política tradicional, es decir, desapareció lo que se conocía como el “centro político” conformado por el APRA y otros partidos moderados de centro-derecha como Acción Popular. Y tercero, (como consecuencia del segundo) ha fragmentado al sistema en un abanico infinito de partidos políticos atomizados, que lo que han hecho es fortalecer las dos tendencias populistas autoritarias y extremas que pasaron a segunda vuelta: Pedro Castillo y Keiko Fujimori.  

El escenario que enfrenta Perú, gane quien gane la presidencia, es el del populismo autoritario. Recordemos que el fujimorismo es una fuerza política que hace casi 30 años protagonizaría uno de los momentos más nefastos y que más daño han hecho a la democracia latinoamericana. Y por otro lado, está el proyecto de Pedro Castillo, que dice abiertamente y sin complejos que seguirá los pasos de Hugo Chávez y Evo Morales con la agenda del “Socialismo del Siglo XXI”, con Asamblea Nacional Constituyente y nacionalización de empresas incluidas.

En conclusión, el 2021 es un año electoral para la región latinoamericana que presentará varias encrucijadas en distintos países. Habrá que seguir atentos a los vaivenes del subcontinente con sus virajes, refrescamientos, recambios y continuismos en los liderazgos que marcarán el rumbo político de la presente década.

 

[1] Cabe aclarar que Correa emuló el proyecto chavista del socialismo del siglo XXI en su vertiente política y en su retórica, más no en su vertiente económica.

[2] Datos elaborados por Inteligencia Empresarial al 12 de abril de 2021. Fuente: J.P. Morgan.

Time to align with the spirit of time
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
12 Abr 2021

El cambio es por necesidad; ya ni siquiera por convicción

 

En 2015, CICIG encaminó un esfuerzo por cuantificar los aportes relativos a las campañas electorales por tipo de capital. El Informe sobre el Financiamiento de la Política concluyó que el 50% de los recursos que ingresan a las campañas proviene de la corrupción; otro 25% del crimen organizado; mientras que tan solo la cuarta parte restante proviene de los financistas privados de origen lícito y legítimo.

Lamentablemente, no contamos con estudios o aproximaciones similares para años anteriores para hacer un análisis comparado. Pero sin duda, es un secreto a sotto voce que con el paso de los años, y especialmente a partir del 2000, el peso relativo de los capitales emergentes (corrupción y crimen organizado) ha venido aumentando. Ello, en detrimento de los intereses de los capitales tradicionales.

Si bien hasta ahora se ha hablado de coexistencia al definir la relación entre los intereses tradicionales y los emergentes, la realidad es que cada día resulta más notorio el desplazamiento de los primeros a manos de los segundos. La forma de evaluarlo es sencilla, simplemente evaluemos a quién responde el sistema.

El sistema de corrupción se nutre gracias a las asignaciones presupuestarias para los bolsones de corrupción, de la mano con la continuidad de un disfuncional sistema de compras y contrataciones públicas. De esa manera, la construcción de infraestructura, la proveeduría de salud pública o el sistema de consejos de desarrollo han sido las grandes joyas de la corona. Año con año, los presupuestos se incrementan, pero la eficiencia institucional, no. Las reformas a la Ley de Contrataciones se quedan en proyectos engavetados en el Congreso; los esfuerzos por transparentar la elaboración de las bases de contratación también caen en saco roto. Por el contrario, las asignaciones a dedo, los favoritismos en las licitaciones o los recursos wizachescos para favorecer a unos en detrimento de otros, están a flor de piel.

De esa forma, el sistema favorece a los Gustavo Alejos que saquean la salud pública; o a los Guillermo Samayoa que hacen fiesta de la construcción de obra gris; o a cientos de beneficiarios del sistema. El episodio de la golpeada aprobación del Presupuesto 2021, los innumerables ejemplos de negocios públicos asignados al financista de campaña o a los amigos de la rosca son el reflejo fiel de cómo el sistema responde a sus patrocinadores y nutre las fuentes de donde brota el 50% del financiamiento electoral.

El 25% proveniente del narcotráfico es retribuido por otros caminos. Nombramientos ad hoc en puestos clave en puertos, instituciones de seguridad y justicia; cuotas de poder en la Junta Directiva del Congreso o en Comisiones legislativas relacionadas con la seguridad nacional. Al final no olvidemos que a diferencia del capital emergente de la corrupción que necesita de la acción del Estado para alimentar sus bolsillos, el crimen organizado únicamente requiere de laissez faire y un Estado que voltee a ver a otro lado.

¿Dónde queda el restante 25%? Sencillo. Esperando cruzado de brazos a que le aprueben la Ley de Infraestructura, o el paquete de reactivación económica, o la Ley de Zonas Francas, etcétera y un largo etcétera. Y la espera ha sido eterna. Porque el sistema simplemente ya no responde sus intereses.

Esta es la historia que el capital tradicional debe empezar a ver. En su visita reciente, el enviado especial para el triángulo norte de Centroamérica, Ricardo Zúñiga, insistió en la necesidad que el sector privado asuma su papel como aliado estratégico de Estados Unidos en encaminar el rescate institucional del país. Como bien dijo Hegel en el siglo XIX, si no es por convicción, quizá ha llegado el momento de entender que la persistencia de este sistema ya es una amenaza a sus propios intereses. Alinearse con el espíritu del cambio es ya cuestión de supervivencia.

El momento de alinearse con el espíritu del tiempo
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
12 Abr 2021

El cambio es por necesidad; ya ni siquiera por convicción

 

En 2015, CICIG encaminó un esfuerzo por cuantificar los aportes relativos a las campañas electorales por tipo de capital. El Informe sobre el Financiamiento de la Política concluyó que el 50% de los recursos que ingresan a las campañas proviene de la corrupción; otro 25% del crimen organizado; mientras que tan solo la cuarta parte restante proviene de los financistas privados de origen lícito y legítimo.

Lamentablemente, no contamos con estudios o aproximaciones similares para años anteriores para hacer un análisis comparado. Pero sin duda, es un secreto a sotto voce que con el paso de los años, y especialmente a partir del 2000, el peso relativo de los capitales emergentes (corrupción y crimen organizado) ha venido aumentando. Ello, en detrimento de los intereses de los capitales tradicionales.

Si bien hasta ahora se ha hablado de coexistencia al definir la relación entre los intereses tradicionales y los emergentes, la realidad es que cada día resulta más notorio el desplazamiento de los primeros a manos de los segundos. La forma de evaluarlo es sencilla, simplemente evaluemos a quién responde el sistema.

El sistema de corrupción se nutre gracias a las asignaciones presupuestarias para los bolsones de corrupción, de la mano con la continuidad de un disfuncional sistema de compras y contrataciones públicas. De esa manera, la construcción de infraestructura, la proveeduría de salud pública o el sistema de consejos de desarrollo han sido las grandes joyas de la corona. Año con año, los presupuestos se incrementan, pero la eficiencia institucional, no. Las reformas a la Ley de Contrataciones se quedan en proyectos engavetados en el Congreso; los esfuerzos por transparentar la elaboración de las bases de contratación también caen en saco roto. Por el contrario, las asignaciones a dedo, los favoritismos en las licitaciones o los recursos wizachescos para favorecer a unos en detrimento de otros, están a flor de piel.

De esa forma, el sistema favorece a los Gustavo Alejos que saquean la salud pública; o a los Guillermo Samayoa que hacen fiesta de la construcción de obra gris; o a cientos de beneficiarios del sistema. El episodio de la golpeada aprobación del Presupuesto 2021, los innumerables ejemplos de negocios públicos asignados al financista de campaña o a los amigos de la rosca son el reflejo fiel de cómo el sistema responde a sus patrocinadores y nutre las fuentes de donde brota el 50% del financiamiento electoral.

El 25% proveniente del narcotráfico es retribuido por otros caminos. Nombramientos ad hoc en puestos clave en puertos, instituciones de seguridad y justicia; cuotas de poder en la Junta Directiva del Congreso o en Comisiones legislativas relacionadas con la seguridad nacional. Al final no olvidemos que a diferencia del capital emergente de la corrupción que necesita de la acción del Estado para alimentar sus bolsillos, el crimen organizado únicamente requiere de laissez faire y un Estado que voltee a ver a otro lado.

¿Dónde queda el restante 25%? Sencillo. Esperando cruzado de brazos a que le aprueben la Ley de Infraestructura, o el paquete de reactivación económica, o la Ley de Zonas Francas, etcétera y un largo etcétera. Y la espera ha sido eterna. Porque el sistema simplemente ya no responde sus intereses.

Esta es la historia que el capital tradicional debe empezar a ver. En su visita reciente, el enviado especial para el triángulo norte de Centroamérica, Ricardo Zúñiga, insistió en la necesidad que el sector privado asuma su papel como aliado estratégico de Estados Unidos en encaminar el rescate institucional del país. Como bien dijo Hegel en el siglo XIX, si no es por convicción, quizá ha llegado el momento de entender que la persistencia de este sistema ya es una amenaza a sus propios intereses. Alinearse con el espíritu del cambio es ya cuestión de supervivencia.