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Las caletas y el efectivo: el siguiente paso

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Una propuesta en el combate a la corrupción.

Desde finales de los años noventa, los expertos en el combate contra la criminalidad organizada llegaron a una conclusión: para derrotar a los grupos de narcotráfico, lavado de dinero, trata de personas o de corrupción, hay que embargar los bienes y activos que hayan sido adquiridos, o utilizados por medio de actividades ilícitas. La idea es que al golpear el poder económico de las estructuras criminales, no sólo se limita su capacidad de operar, sino también, de acceder a poder de fuego, o de corromper a autoridades y operadores de justicia.

De esta filosofía, surge la legislación de extinción de dominio, como herramienta que permite a los Estados embargar y tomar control sobre los bienes de las estructuras criminales. En el caso de Guatemala, la Ley de Extinción de Dominio ha estado vigente desde el año 2010, pero ha sido gracias a la ola de casos de corrupción, que se ha generado mayor atención pública a los esfuerzos por tomar control de los bienes procedentes de estructuras ilícitas y de corrupción. En los últimos años, hemos visto cómo una infinidad de propiedades, bienes inmuebles y vehículos vinculados a Otto Pérez Molina, Roxana Baldetti, Juan Carlos Monzón y otros más han pasado a manos del Estado.

Sin embargo, se ha presentado un problema en el esquema de la lucha anticorrupción. Si bien los procesos de extinción de dominio avanzan y empiezan a arrojar resultados, existe siempre la duda de qué ocurrirá con el dinero en efectivo guardado en caletas. Y si pareciera muy hollywoodesca esta afirmación, no olvidemos que en los allanamientos de Boutique Emilio, la sede operativa de La Línea, se incautaron 1 millón 600 mil quetzales; o que en la residencia de Alfonzo Castillo –ex-Intendente Jurídico de SAT– se incautaron casi Q3 millones de quetzales en efectivo.

Agreguemos algo más. La circulación de billetes de 200 quetzales en el mercado parece estar ralentizada. Pregúntese usted, ¿qué tan frecuentemente recibe usted un billete de dicha denominación? Si elimina las transacciones bancarias, ¿qué tan frecuente ve usted la circulación de los citados billetes en transacciones ordinarias? Este fenómeno hace pensar a expertos criminalísticos y estudiosos de procesos monetarios, que muchos de dichos billetes se encuentran encaletados.

De ser así, existen dos soluciones para atajar el fenómeno. La primera, que las autoridades logren hallar las caletas por medio de las investigaciones, para luego proceder con el decomiso y extinción de dominio. Pero ante la lentitud de dicha ruta, existe una alternativa que pasa por el Banco de Guatemala y la Junta Monetaria: cambiar el diseño de los billetes de Q200 y dar un plazo para que los guatemaltecos cambien los billetes actuales por los nuevos, siempre bajo un registro personal, tal y como se ha implementado en el control cambiario de dólares.

Esta alternativa pondría en aprietos a los grupos criminales, que se verían obligados a cambiar con celeridad los billetes encaletados. Y al implementar el control respectivo, la Intendencia de Verificación Especial podrá levantar las alertas correspondientes cuando identifique patrones anómalos o excesivos de cambio de billetes. Y dichas alertas, a su vez, permitirían realizar investigaciones de inteligencia financiera que podrían servir como base para identificar estructuras de lavado vinculadas a los actores de la criminalidad organizada y la corrupción.

El desprecio por la democracia

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El dictador “benevolente” es un mito que muy pocas veces sucede en la realidad.

América Latina ha sido una región de dictadores. Y lo que es peor, una región en la que la democracia ha sido muy poco valorada por los ciudadanos. Existe la percepción dentro de la población que la democracia no resuelve adecuadamente los problemas de su país y que un dictador “benevolente” sí tiene los arrestos para poner orden y tomar las decisiones que se necesitan. Es usual escuchar comentarios en los cuales se suspira por las épocas en la que los dictadores resolvían todo de forma ágil y efectiva.

Y este pensamiento es indistinto de la ideología que se profese. Cuando el chavismo tomó control de Venezuela, la izquierda latinoamericana defendió a capa y espada los “buenos resultados” que estaban registrando los programas sociales. Poco o nada les importó que Chávez estuviera destruyendo por completo la institucionalidad de ese país. Lo importante eran los supuestos resultados. Sin embargo, hoy en día es claro quesi no se basa en una democracia liberal, la reducción en la pobreza solo será temporal. Eventualmente el poder absoluto del dictador terminará destruyendo la vida de los ciudadanos, como ha sucedido en ese país.

Lo mismo ocurre en el caso de Nicaragua. Por un tiempo, muchos analistas económicos de derecha hablaron maravillas del modelo que estaba implementando Ortega. Se le colocaba como el ejemplo a seguir en Centroamérica. Pero de nuevo, obviaron por completo el hecho que estaba consolidando una dictadura al tomar el control de todas las instituciones del Estado. Al día de hoy, van más de 350 personas asesinadas por el régimen de terror de Ortega y la economía está por los suelos.

Tanto Venezuela como Nicaragua, demuestran que resulta un terrible error obviar el daño que se hace a las instituciones de un país, en busca de un resultado de corto plazo, sea éste crecimiento económico o desarrollo social. Un dictador siempre es malo, no importa si es de derecha o de izquierda, y los ciudadanos jamás debemos estar dispuestos a renunciar a nuestros derechos fundamentales.

Pero nunca falta quién diga que China, Singapur y Chile se desarrollaron gracias a una dictadura y que por tanto, ese debería ser el camino a seguir. Ante este argumento, solo queda decir que tanto África, como América Latina han estado plagadas de dictaduras a lo largo de su historia y sin embargo, seguimos siendo regiones subdesarrolladas. El dictador “benevolente” es un mito que muy pocas veces sucede en la realidad. Hay que recordar la célebre frase de Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Y esa ha sido la tragedia de América Latina. Hemos tenido gobiernos que han tenido poco o ningún límite y el resultado ha sido el subdesarrollo, además de un terrible saldo en cuanto a violaciones a los derechos humanos. Es el peor de los mundos: sin desarrollo y sin respeto a los derechos fundamentales. No obstante, seguimos suspirando por las dictaduras.

La pregunta en todo esto es, ¿por qué razón en América Latina seguimos fascinados con los dictadores y apreciamos tan poco la democracia liberal? Posiblemente porque nos encanta pensar que podemos tomar atajos al desarrollo. La izquierda quiere desarrollo social y la derecha quiere crecimiento económico tan pronto como sea posible, sin importar el costo para lograrlo. Alcanzar fines por cualquier medio. Una visión por demás cortoplacista y mezquina.

El desarrollo de occidente está íntimamente ligado al nacimiento paulatino de las democracias liberales. Poco a poco se fue consolidando el respeto a los derechos individuales, lo que permitió que los logros económicos y sociales perduraran en el tiempo. Aún con todos sus problemas, las sociedades occidentales continúan brindando el mejor nivel de vida a sus ciudadanos, comparado con el resto del planeta.

Quizá llegó el momento que América Latina deje de fascinarse por los dictadores y comience a tomar en serio esforzase por construir auténticas democracias liberales.

Columna publicada originalmente en El Periódico.

El efecto CICIG

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La lucha contra la corrupción puso a la sociedad guatemalteca frente a un espejo, nos enseñó las debilidades del sistema político y puso a una parte de la estructura de corrupción del Estado contra las cuerdas.

El concepto del “efecto CICIG” nació en redes sociales y ha sido esgrimido en distintos espacios por detractores de la Comisión, en un intento desesperado por hacer una relación de causa y efecto entre el trabajo de la lucha contra la corrupción y la situación económica que atraviesa el país.

Por fortuna, tenemos datos y argumentos más sólidos sobre el tema que nos ayudan a comprender la situación económica del país, no voy a profundizar en el tema económico pues prefiero ponerlo en manos de los economistas, dejo aquí un artículo con información sobre el tema.

En resumen, el artículo muestra que la desaceleración económica del país puede explicarse al analizar algunas variables importantes como: la caída del sector minero debido a la decisión de la Corte de Constitucionalidad sobre la Mina San Rafael; la caída de la inversión privada; una reducción de las exportaciones y del precio de los productos de exportación; el aumento de los precios en los productos de importación; la depreciación del peso mexicano que ha provocado un incremento del contrabando; la negligencia del gobierno respecto a la infraestructura nacional; una reducción significativa de la inversión pública; y una desaceleración en el crecimiento de las remesas.

Tomando en cuenta estos factores, es fácil concluir que el verdadero efecto CICIG no es económico sino más bien social, político e institucional. La lucha contra la corrupción puso a la sociedad guatemalteca frente a un espejo, nos enseñó las debilidades del sistema político y puso a una parte de la estructura de corrupción del Estado contra las cuerdas. Un esfuerzo loable pero insuficiente frente a los retos que todavía tenemos.

Hoy el tema de la lucha contra la corrupción parece haber generado un poco de cansancio en la opinión pública. Aun así, la Comisión sigue trabajando, aparentemente de la mano de la nueva administración del Ministerio Público y seguramente veremos más casos, muy pronto. Sin embargo, el futuro de la CICIG tambalea, pues es probable que su enemigo número uno, el Presidente Morales, sea quien tenga que confirmar el acuerdo con Naciones Unidas en 2019 y seguramente hará todo lo posible por sacarla del país, especialmente en un momento en el que apoyo de Estados Unidos a la Comisión puede cambiar.

En este contexto, los guatemaltecos debemos trascender de la discusión superficial sobre la lucha contra la corrupción. El verdadero “efecto CICIG” debe ser ese atisbo de esperanza sobre el futuro del país que se implantó en muchas personas. La Comisión logró poner temas muy importantes sobre la mesa y ojalá pueda seguir trabajando, pero de no ser así, es necesario comenzar a hablar de un futuro de combate a la corrupción desde el fortalecimiento de nuestras instituciones, la redignificación de la política y la construcción de un modelo de desarrollo.

La única manera de hacer realidad estos objetivos es a través del diálogo franco entre los actores sociales más importantes del país. Debemos buscar una tregua, romper las barreras invisibles que hemos formado a nuestro alrededor y definir una agenda de trabajo por los temas que pueden ayudarnos a salir de la crisis política e institucional en la que estamos.

Para esto necesitamos verdaderos líderes políticos, que no tengan miedo de fijar posturas claras y que puedan convocar a un diálogo por el país. ¿En dónde están?

El transfuguismo y la “depuración” del Congreso

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Algunos argumentan que imponer restricciones restringe la libertad de asociación pues se “obliga” a un diputado a permanecer en un bloque legislativo determinado. ¿Importará más la libertad del diputado o el voto por partido de los ciudadanos?

En el Congreso de la República existe zozobra por el texto vigente del artículo 205 Ter de la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). De acuerdo con esta norma, los partidos políticos tienen prohibido recibir en sus bloques legislativos a los diputados “tránsfugas”, es decir, aquellos que se cambien de partido político una vez electos. Pero lo que más preocupa a los diputados es que el texto en discusión les impide correr en la elección del año entrante.

Ante esta situación los diputados han intentado dar marcha atrás a dicha reforma por dos caminos. Primero, el 11 de mayo pasado el diputado Linares Beltranena presentó una iniciativa de ley que pretendía reformar varios artículos de la LEPP (entre ellos el 205 Ter) debido a que los textos de 11 artículos que aprobaron en 2016 no fueron los que la Corte de Constitucionalidad (CC) dictaminó favorablemente.

Ciertamente la redacción del 205 Ter sobre la que dictaminó la CC guarda ciertas diferencias con la que se encuentra en vigor. El texto original establecía que la prohibición de los bloques legislativos para recibir diputados que decidieran cambiarse de partido político únicamente tendría vigencia dentro de los tres años posteriores a la elección. Dado que se trata de un posible vicio de procedimiento, lo propio sería que el Congreso someta a evaluación de la Corte de Constitucionalidad el texto antes que efectuar esta reforma.

Por otra parte, el diputado Hernández Azmitia presentó una iniciativa de ley para derogar el artículo 205 Ter de la LEPP. Dicha iniciativa es la 5442 y se presentó el pasado 11 de junio y aun no cuenta con el dictamen de la comisión de asuntos electorales del Congreso. De derogarse el artículo en discusión el transfuguismo volvería a ser permitido de forma irrestricta.

Ante esta disyuntiva es preciso someter a discusión el transfuguismo como tal. Algunos argumentan que imponer restricciones restringe la libertad de asociación pues se “obliga” a un diputado a permanecer en un bloque legislativo determinado. Sin embargo, el contraargumento es que en el modelo actual los diputados son elegidos por listas cerradas, por lo tanto el elector realmente elige al partido y no al diputado directamente. De hecho, cuando un diputado “tránsfuga” causa vacante le sustituye el siguiente en la lista del partido que lo eligió y no del partido al que se unió después de ser electo.

Por otro lado conviene hacer un examen más profundo de la conveniencia o no de la práctica del transfuguismo. Para algunos el transfuguismo dota de un poder excesivo al partido político en detrimento de las opiniones personales de los diputados del bloque legislativo. Lo cierto es que para otros el transfuguismo genera un mal incentivo para la consolidación de partidos políticos que canalicen las demandas de los electores. Por lo anteriormente dicho, conviene comenzar a tratar el tema con seriedad. El asunto da para muchos más análisis.

Opinión de Dionisio Gutiérrez: Comandante, si le queda algo de vergüenza, renuncie

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Ser dictador es fácil. Solo hay que saber usar la ignorancia y el miedo de los débiles y la ambición y el egoísmo de los poderosos.

Solo un criminal o un loco puede pretender quedarse en el poder porque le da la gana y a la fuerza, después de recibir el repudio colectivo y la exigencia general para que renuncie a un cargo al que llegó con trampas y en el que se quiere mantener por iluminado, por charlatán y por abusivo.

Deshonesto, corrupto y asesino son los señalamientos que se le hacen 24 horas al día desde todos los puntos cardinales. Usted nunca tuvo la intención de respetar ni siquiera las reglas retorcidas que le llevaron al poder, después de la oscura alianza que hiciera con otro igual que usted. Su naturaleza es ser dictador, deshonesto y, cuando se le antoja, homicida.

Esos números con los que presumía eran mentira. Cuando se viene desde tan abajo cualquier avance es positivo, pero siempre insuficiente. Y encima, no era gracias a usted sino a pesar de usted. Pero aún así, presumía con el esfuerzo de otros; un esfuerzo que hoy está destruyendo con su ambición, con su miedo y con su locura.

Sus aliados accidentales, los acomodados que no querían olas porque ellos estaban bien, la mayoría de sus socios y muchos de sus cómplices le están abandonando. Su título de comandante está llegando al final. Dentro de poco, ya no mandará ni en su casa, si es que alguna vez lo hizo.

Tal vez ahora, cuando ya no pueda usar de forma abusiva y prepotente el poder podrá ser juzgado con un debido proceso y en un juicio justo. Necesitará una buena defensa. Ser acusado de corrupto, violador y asesino no es cualquier cosa. Pero al menos, usted tendrá la oportunidad de defenderse. Una oportunidad que usted no dio a ninguna de sus víctimas.

Comandante, renuncie usted. La historia le juzgó desde el primer día que llegó al poder en la forma en que lo hizo. Por sus actos deshonrosos y sus crímenes solo le queda salir corriendo para que no le alcance la sed de justicia y el ansia de reivindicación de un pueblo al que usted ha condenado al ostracismo y la servidumbre.

Ser dictador es fácil. Solo hay que saber usar la ignorancia y el miedo de los débiles y la ambición y el egoísmo de los poderosos. Claro, no tan poderosos como usted.

Comandante, renuncie usted. Permita que la libertad y la democracia vuelvan a ser dignas de ese nombre. Permita que la gente de esa tierra a la que usted pretende convertir en su finca deje de sufrir. Ya hizo bastante daño. Ya causó suficiente sufrimiento. Llegó la hora de la libertad y la democracia.

Comandante, renuncie usted. Que haya por lo menos un acto en su vida que la gente de esa tierra pueda agradecerle.

Este texto pudo ser inspirado en las más crueles novelas negras de América Latina. Cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia.

Nicaragua: Crisis del socialismo del Siglo XXI

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Desde el 18 de abril de 2018 las ciudades de Managua, León, Granada, Masaya, Matagalpa, Estelis, Sébaco y Jinotega han sido los epicentros de diversas olas de protestas que estallaron luego de un intento por reformar el sistema de seguridad social.

El intento de reforma del gobierno de Daniel Ortega Presidente de Nicaragua[1], fue revertido el 22 de abril, cuando se anularon las reformas al sistema de pensiones causantes de la violencia en el país. Sin embargo, la brutal represión por parte de fuerzas policiales y de civiles aliados al gobierno desató la indignación de la sociedad civil que hasta mayo de 2018 no parece cesar.

Pese a la anulación de las medidas, las protestas no han descendido, debido a que en las manifestaciones públicas en contra de estas, la sociedad civil fue reprimida con furia por las fuerzas de seguridad. Desde el 18 de abril hasta el 25 de mayo, la cifra de fallecidos oscila en más de 80 muertos[2], 868 personas heridas y más de 438 personas detenidas; principalmente estudiantes, defensores de derechos humanos y periodistas como ha destacado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)[3].

En la represión gubernamental, las organizaciones de derechos humanos han denunciado al gobierno de Nicaragua por emplear medidas de censura contra la prensa, bloqueos y ataques al funcionamiento de medios de comunicación como Canal 12, Canal de Noticias de Nicaragua (CDNN23), Telenorte y Canal 51, este último de la Conferencia Episcopal. Precisamente, la Conferencia Episcopal, aceptó ser mediadora en un diálogo que pretendía superar la severa crisis política que por vez primera padece el «autoritarismo moderno»[4] más efectivo de la región centroamericana, distanciado por completo de los principios de la Carta Democrática Interamericana. Este diálogo se encuentra suspendido por falta de acuerdos entre las partes.

El 23 de mayo el canciller Denis Moncada sostuvo que la agenda de 40 puntos presentada por la Conferencia Episcopal «conduce a un golpe de Estado, violando así la Constitución y las leyes vigentes en el país». Por su parte, los sectores de la sociedad civil reclaman elecciones generales en el primer trimestre de 2019, un adelanto de las presidenciales previstas para 2021, una reforma parcial de la Constitución política, cambios a la ley orgánica del poder legislativo y una ley marco para la transición y gobernabilidad democrática.

El cese de actividad de la mesa de diálogo, se debió de igual modo, al recrudecimiento de amenazas de muerte a varios obispos nicaragüenses, lo que motivó el 25 de mayo, a que las escuelas católicas convocaran a todas las comunidades religiosas, educativas y a la población en general a una marcha para mostrar apoyo a la Conferencia Episcopal. De igual forma, antes del cese de actividades de la mesa, los obispos de Nicaragua condicionaron la presencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la mesa del diálogo nacional, a la presencia del secretario general del organismo Luis Almagro.

Sin embargo, el secretario general de la OEA dirigió en fecha 23 de mayo un mensaje crítico[5] sobre la situación en Nicaragua, especialmente, a algunos sectores opositores que cuestionan el papel de la OEA en la crisis. La razón de este mensaje se debió al cuestionamiento que hizo el Frente Amplio por la Democracia (FAD), la cual acusaba al secretario general de la OEA de parcialidad a favor del régimen de Daniel Ortega y de contradecir los principios de la Carta Democrática Interamericana[6].

La parte más activa en procurar la salida del poder del presidente Ortega, está en la Alianza Unidad Cívica por la Justicia y la Democracia. Recientemente un joven estudiante sostuvo que «Esta no es una mesa de diálogo. Es una mesa para negociar su salida y lo sabe muy bien porque el pueblo es lo que ha solicitado»[7]. De igual modo, el Premio Cervantes 2017, Sergio Ramírez, sostuvo que dedicaba su premio «a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando, sin más armas que sus ideales, porque Nicaragua vuelva a ser República»[8].


Referencias:

[1] ALVARADO ANDRADE, Jesús María «Democracia y Estado de Derecho en Nicaragua» en Fundación Libertad y Desarrollo, Guatemala, 2016 en http://www.fundacionlibertad.com/articulo/democracia-y-estado-de-derecho...

[2] Posterior al informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) continuaron las muertes y protestas.

[3] Véase «Observaciones preliminares de la visita de trabajo de la CIDH a Nicaragua» de fecha 21 de mayo de 2018

[4] PUDDINGTON, Arch, Breaking Down Democracy: Goals, Strategies, and Methods of Modern Authoritarians, Freedom House, USA, 2018 en https://freedomhouse.org/report/special-reports/breaking-down-democracy-...

[5] https://twitter.com/Almagro_OEA2015/status/999396664786944000

[6] https://www.laprensa.com.ni/2018/05/23/politica/2423549-opositores-nicas...

[7] http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-44149601

[8] https://elpais.com/cultura/2018/04/23/actualidad/1524479702_299237.html

Una elección de candidatos y no de partidos

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Probablemente nunca en la historia democrática del país llegamos a un punto de tanta cercanía al evento electoral con tantas dudas y tan pocas certezas sobre el escenario político.

En medio de la incertidumbre que reina en el ambiente político nacional, una pregunta recurrente aparece en prácticamente todos los foros y mesas de discusión: ¿cómo se vislumbra el panorama electoral de cara a 2019?

La respuesta es compleja. Probablemente nunca en la historia democrática del país llegamos a un punto de tanta cercanía al evento electoral (poco menos de 14 meses de la primera vuelta) con tantas dudas y tan pocas certezas sobre el escenario político.

La principal fuente de incertidumbre es el efecto que tendrá este proceso de transformación política y depuración judicial de élites sobre el mundo político-partidario. El carácter atípico de las elecciones 2015, tanto en su evolución como en sus resultados, fueron el primer efecto del proceso. La cancelación de los partidos Líder y Patriota –los dos más relevantes hace tan sólo un lustro- y los fantasmas que pesan sobre otras agrupaciones por anomalías en el financiamiento electoral constituye –sin duda- la variable central del análisis partidario hacia 2019.

Por si esto fuera poco, las agrupaciones partidarias también se enfrentan a un electorado bastante escéptico y desencantado con la oferta electoral. Una encuesta de marzo pasado reveló que los partidos políticos son los actores con menos nivel de confianza ciudadana (sólo por delante del Congreso), con un magro 14% de credibilidad. De ellos, sólo dos agrupaciones de base puramente urbana y con bancadas pequeñas, tienen niveles superiores al 15% de aceptación.

El problema no sólo es de aceptación social, también de estrategia. Los mismos partidos se enfrentan a la disyuntiva de cuál será la tónica del proceso electoral 2019. Y esto, como consecuencia de todos los paradigmas que se rompieron en el 2015. Por ejemplo, antes de 2015, existía una correlación –casi perfecta- entre el gasto de campaña y la victoria electoral. Ganar elecciones implicaba gastar mucho. También implicaba contar con apoyo irrestricto de la televisión abierta. Y más relevante aún, requería de maquinarias y organización territorial, generalmente aceitadas vía clientelismo.

Los partidos también se apegaban a una receta de crecimiento. Recurrían al modelo de franquicias para fortalecer sus marcas. Las agrupaciones en proceso de crecimiento fichaban (cuales equipos de fútbol en pretemporada) a los caciques municipales y distritales que les aseguraran mayor caudal electoral. Sin embargo, muchos de esos caciques hoy son sujetos de persecuciones judiciales, por lo que el mercado de fichajes y el modelo de franquicias, parece estar en aprietos.

Y por si fuera poco, la expectativa es que la campaña 2019 será austera. Dados los casos recientes de financiamiento electoral ilícito, las fuentes tradicionales de recursos serán más escasas. Y dada la ofensiva contra el modelo de saqueo patrimonialista, se esperaría que el componente de financiamiento proveniente de la corrupción también disminuya. Ello, aunado a un nuevo marco regulatorio y un Tribunal Supremo Electoral con mayor capacidad de fiscalización, seguramente llevará a una contracción en la disponibilidad de recursos para la campaña.

La sumatoria de todo lo anterior arroja una conclusión evidente. Para la campaña 2019 la capacidad de movilización “de tierra” quedará supeditada a la relevancia del candidato. Y dadas las limitaciones que se vislumbran sobre el acceso a recursos, la posibilidad de acrecentar el nivel de conocimiento de un candidato en lo individual, será baja. En este contexto, los candidatos que ya cuentan con un nivel de reconocimiento alto, con valoración positiva en términos de simpatía entre el electorado, entrarán con la mayor ventaja competitiva de cara a 2019.

La nueva fiscal general, sus retos y la institucionalidad

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El pasado miércoles, 16 de mayo, el secretario privado de la presidencia, Carlos Martínez, juramentó a la nueva fiscal general, María Consuelo Porras. Este 18 de mayo será el día que asuma oficialmente como nueva fiscal general.

No cabe duda que la gestión de Thelma Aldana ha sido notable por todo lo acontecido desde 2015. Entre la fiscal Aldana y el comisionado de CICIG, Iván Velásquez, emprendieron una serie de casos de alto impacto que pusieron Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti tras las rejas. A la lista hay que sumar que se encuentran procesados por delitos relacionados con casos de corrupción cuatro funcionarios de SAT, 25 diputados, 12 alcaldes, 4 ex magistrados de la CSJ y varios ex ministros. La cantidad y envergadura de los casos antes descritos deja una tarea titánica para la futura fiscal general.

Pero no hay que olvidar que uno de los grandes retos es fortalecer el Ministerio Publico como institución. Para hacer frente a una lista de casos de tal trascendencia se necesita un ente acusador independiente y sobre todo capaz. Durante las gestiones de Claudia Paz y Paz y de Thelma Aldana hubo avances en torno al fortalecimiento del recurso humano de dicha institución. La FECI ha sido la fiscalía estrella y de no ser por los fiscales que ocuparon esos mandos medios nada de lo acontecido habría sido posible. Es de esperar que la buena gestión de esta fiscalía se replique a otras fiscalías.

No es tarea fácil para la Dra. Consuelo Porras. La presión que afrontará al frente del MP será monumental y vendrá de todos los lados del espectro ideológico y de todos los grupos de poder. Pero como guatemaltecos debemos comprender que uno de los grandes anhelos es generar instituciones sólidas. En ese sentido interesa mucho que la labor de la institución acusadora tenga éxito bajo un nuevo equipo y con una nueva fiscal. Si los logros se mantienen y se multiplican podremos decir que hemos tenido avances importantes como Estado y como país.

La fiscal general Porras tiene el respaldo de que su nombramiento fue precedido por un proceso altamente vigilado en las comisiones de postulación. La transparencia que primó dentro del proceso, gracias a la vigilancia que ejercieron varios actores de la sociedad civil, es suficiente para que veamos con optimismo el relevo en el MP. La fiscal general Porras viene de ser magistrada suplente de la Corte de Constitucionalidad, antes fue magistrada de Sala y tuvo un cargo dentro del MP. Su trayectoria nos da indicios de que tiene la capacidad para asumir el reto y por ello la comisión de postulación la tuvo como la mejor calificada de los postulantes.

Como ciudadanía tenemos que ser maduros y exigentes. Maduros para aceptar que el relevo en los puestos es clave en el proceso de construcción de Estado y de instituciones sólidas y, por ende, parte del proceso de lucha contra la corrupción; exigentes para estar vigilantes a la nueva gestión para que los logros alcanzados se mantengan y para que podamos lograr otros objetivos que como nación debemos perseguir.

Las complejas transformaciones del siglo XXI

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Un poder más horizontal y fragmentado hace necesaria una agenda de alianzas.

Durante los siglos XVIII y XIX, el mundo vivió un proceso acelerado de cambio social y político. La expansión comercial de la era post-renacentista, pero sobre todo, la Revolución Industrial generaron procesos acelerados de crecimiento económico y reconversión de las relaciones socioeconómicas del momento, particularmente, el advenimiento de la burguesía como estamento políticamente relevante. Esa burguesía, participó a partir de 1776, de sendos procesos de toma del poder político, que provocaron el quiebre de las monarquías absolutas y el advenimiento de las repúblicas democráticas o las monarquías parlamentarias.

Hoy el mundo vive un proceso similar. La revolución de la información y las telecomunicaciones, desatadas ambas a partir de la última década del siglo XX han provocado una serie de cambios en las dinámicas económicas y sociales del mundo. Moisés Naim, en El Fin del Poder sintetizó en tres procesos los cambios acaecidos en el mundo del siglo XXI: “la Revolución del Más”, “la Revolución de la Movilidad” y la “Revolución de la Mentalidad”. La primera, se refiere a que sencillamente vivimos en un mundo en el que hay más de todo: más oportunidades, más opciones de bienes y servicios, más ideas, más información, etc. La segunda se refiere a la fácil movilidad de las personas, de la riqueza, de las ideas, de la información en el marco de un mundo interconectado, que prácticamente facilita la difusión de valores comunes y la eliminación de fronteras mentales y culturales. Y la última hace referencia a un cambio en la mentalidad de los individuos, que genera mayores aspiraciones y expectativas en cuanto a oportunidades de desarrollo, acceso a riqueza o búsqueda del poder.

Pero tal y como ocurrió en los siglos XVIII y XIX, los cambios económicos y sociales generan efectos sobre los sistemas políticos. Dos cambios concretos parecieran materializarse ante nuestros ojos. El primero, el empoderamiento de las clases medias y las juventudes que hoy más que nunca tienen acceso a información, y que han encontrado en las redes sociales un poderoso medio de expresión y organización. El segundo efecto ha sido la horizontalización del poder: el surgimiento de nuevos actores relevantes que compiten y desplazan a los actores tradicionales en los espacios de poder e incidencia.

Naturalmente, estas transformaciones tienen un efecto en los sistemas políticos. La Primavera Árabe fue quizá la primera probadita del fenómeno: clases medias movilizadas, organizadas a través de redes sociales, que cuestionaron el poder tradicional de dictadores militares y autocracias. Las demostraciones efectivamente lograron deponer a varias dictaduras de décadas, pero no lograron transformar sus sistemas en democracias estables. Algunos países, incluso, sucumbieron ante la inestabilidad política. No obstante, el consenso de los académicos es que la Primavera Árabe sentó las bases para un proceso de cambio político de largo plazo.

En América Latina, ocurren expresiones similares. En Guatemala, Nicaragua, Venezuela y Brasil las clases medias y la difusión de información vía redes sociales han sido factores centrales en procesos de cuestionamiento al statu quo corrupto (Guatemala, Brasil y Venezuela) o a gobiernos represivos (Nicaragua y Venezuela). Sin embargo, en todos los países citados existe un claro problema: la incapacidad de los movimientos cívicos de propiciar una renovación de élites y articular una propuesta de Estado.

El riesgo es caer en una situación al estilo de la Primavera Árabe. Deponer al viejo sistema resulta insuficiente cuando no existe un consenso claro de qué desea construirse en su lugar. Y lo que es peor, dicha disyuntiva genera condiciones de inestabilidad política y enfrentamientos entre facciones. Partiendo de la premisa que hoy el poder se ha fragmentado y los actores relevantes se han multiplicado, la única salida para la imposibilidad de reconstruir el orden político es una estrategia de alianzas y coaliciones. Sin un frente social amplio, bajo el paraguas de una Agenda de Estado, las transformaciones quedarán condenadas a meras depuraciones del statu quo. Los países árabes recién han abierto los ojos sobre esta realidad. En América Latina pareciera que este proceso de interiorización todavía no ha llegado.

Columna publicada originalmente en El Periódico.

El complejo caso de los Bitkov

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Dada la complejidad del caso de los Bitkov es necesario reflexionar acerca de algunas interpretaciones que se han hecho al respecto.

El caso de la familia Bitkov es sumamente complejo. Según se sabe, la familia se vio forzada a abandonar Rusia en 2008 ya que el Banco VTB (brazo de Putin) quería forzar a Igor Bitkov a vender acciones de su compañía. Según se dice, el banco forzaría la quiebra de la empresa al dar por anticipado el vencimiento de un crédito. Dados los precedentes del autoritario gobierno de Putin, los Bitkov abandonaron Rusia.

Más adelante, instalados en Turquía, la familia contrató a una compañía que ofrecía pasaportes guatemaltecos a cambio de un pago de US$50,000. Se hicieron de los servicios de la compañía en cuestión y recibieron pasaportes guatemaltecos y documentos de identidad guatemaltecos emitidos por las autoridades del Estado de Guatemala. Si bien los documentos eran oficiales, la información contenida en los mismos era desde luego falsa.

En 2015 detuvieron a varias personas que pertenecían a una red que se dedicaba a facilitar documentos oficiales a migrantes irregulares y a algunos usuarios de estos servicios. Los Bitkov resultaron detenidos en dicha operación. Después de un tiempo, 39 personas, entre ellos la familia rusa, fueron condenados a prisión. A Igor Bitkov se le condenó a 19 años de prisión por los delitos de supresión y alteración del estado civil, uso de documentos falsificados y usurpación del estado civil. Su esposa y a su hija fueron condenadas por uso de documentos falsificados y supresión y alteración del estado civil con una pena de 12 años de prisión.

La defensa de los Bitkov interpuso un amparo a favor de Igor que fue resuelto favorablemente por una sala de apelaciones. La resolución fue apelada y la Corte de Constitucionalidad confirmó el fallo, amparó a Igor Bitkov y ordenó que el proceso volviera a la fase de la acusación. La resolución de la CC refiere que el amparo procede en virtud de que la jueza contralora no tomó en cuenta el Protocolo de Palermo al momento de dictar el auto de apertura a juicio.

El Protocolo de Palermo es un instrumento diseñado para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas. En ese sentido, la convención refiere que los migrantes no son penalmente responsables por el mero hecho de la creación de un documento de viaje o de identidad falso. Este es el argumento que ha empleado la defensa.

La acusación, que involucra al MP y la CICIG, consideran que los Bitkov no se encuentran amparados por esta convención porque no llenan los supuestos que dicho convenio establece para estar bajo su amparo. La jueza contralora volvió a conocer el caso en virtud del amparo antes mencionado y resolvió nuevamente dictar auto de apertura a juicio. De acuerdo con la juzgadora, será en el debate oral y público donde se determine si aplica o no dicha convención.

Dentro del caso fue lamentable ver la situación del hijo menor de edad de la familia que sufrió vejaciones en un orfanato pero quien afortunadamente ya se encuentra en buen cuidado.

Dada la complejidad del caso es necesario reflexionar acerca de algunas interpretaciones que se han hecho al respecto. El caso llegó a la Comisión Helsinki del senado de los EEUU y la conclusión de algunos senadores fue que el brazo del Estado criminal ruso interfirió en Guatemala a través de la CICIG para continuar con la persecución de los Bitkov. Lo mismo sugiere el senador Marco Rubio.

De momento no existe evidencia que sugiera que el destino del caso Bitkov se debe a una interferencia del Estado ruso controlado por Putin y sus secuaces. Naturalmente la coyuntura en EEUU ha hecho que la hipótesis de una eventual interferencia rusa en Guatemala a través de una entidad que recibe financiación americana (CICIG) le dio tracción al caso con algunos senadores. David Browder, conocido como el enemigo número 1 de Putin, ha apadrinado el caso de los Bitkov por entender que se trata en efecto de una intervención del brazo del gobierno de Putin.

Por su parte, los detractores de CICIG han instrumentalizado el caso para sugerir que el mismo ofrece una evidencia contundente de los excesos de dicha comisión en nuestro país.

El caso está lleno de dificultades jurídicas que se relacionan con el, poco conocido por nuestros tribunales, Protocolo de Palermo; refleja las tragedias asociadas a nuestro sistema penitenciario, al perjuicio que causa un uso tan severo de la prisión preventiva y la lentitud de los tribunales.

Ahora bien, concluir sin más que este caso se trata de una interferencia del Kremlin en la CICIG y en nuestro país, es un salto lógico que no nos podemos permitir. Menos aun instrumentalizarlo bajo esos argumentos para intentar cortar la financiación de CICIG. Si existe una conexión perversa entre CICIG y Rusia como muchos afirman, habrá que demostrarlo con evidencia contundente que de momento no se conoce.

Esta columna fue originalmente publicada en el diario digital República.

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