Walking Blindly on a Minefield

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Daphne Posadas es Directora del Área de Estudios Internacionales en Fundación Libertad y Desarrollo. Participa en espacios de análisis político en radio, televisión y medios digitales. Está comprometida con la construcción de un mundo de individuos más libres y responsables.
07 Apr 2020

Ante la confirmación de lo que podrían ser los primeros brotes comunitarios de coronavirus en el país es necesario la implementación de una estrategia agresiva de pruebas de detección. La cantidad escasa de insumos médicos para atender una tasa alta de contagiados hace fundamental obtener información para asignar eficientemente los recursos.

El pasado 5 de abril se confirmaron 5 casos más de covid19 en Guatemala, todos circunscritos en el municipio de Patzún, Chimaltenango. La cantidad total de infectados ya supera las 7 decenas. De acuerdo con las autoridades del Ministerio de Salud, aún no se ha logrado identificar la fuente de los contagios, lo cual los convierte en los primeros brotes comunitarios en el país. Con base en la experiencia alrededor del mundo, es a partir de este momento en que el número de pacientes positivos podría incrementarse de manera exponencial.

Al hacer un análisis comparado de las medidas que se han implementado por los países para atender la crisis, casos como los de Corea del Sur o Taiwán llaman la atención por su aparente efectividad. Pese a su cercanía con China, han logrado mantener de manera más o menos estable la tasa de contagios y mortalidad por el virus. Estos países aprendieron sus lecciones y lograron identificar las mejores estrategias para “aplanar la curva” en sus experiencias con los brotes del SARS (2002) y MERS (2015). Estas son básicamente tres: testeos masivos, uso de mascarilla y trazabilidad de los casos. Para el caso de Corea del Sur, se han efectuado casi 4,000 pruebas por cada millón de habitantes. En Guatemala, apenas 874 en total.

Además de la alta contagiosidad del coronavirus, una de las razones por las cuales resulta complicado detectarlo a tiempo es que presenta síntomas muy similares a los de una gripe común. El efecto de esto es que varias personas continúan con sus actividades cotidianas y desconocen su condición. Es precisamente en este escenario en el que se produce una ola de contagios masivos. Lo anterior, sin tomar en cuenta que, en al menos un tercio de los casos positivos, los pacientes son asintomáticos. Para dar un ejemplo, en Islandia se efectuaron pruebas a toda su población y el 50% de aquellos que resultaron positivos no presentaban síntomas.

El valor de las pruebas radica en la información que nos permiten obtener. En Guatemala hay una disponibilidad escasa de camas para cuidados intensivos, respiradores, personal médico, etc. En un panorama como este, resulta fundamental identificar hacia dónde deben estar dirigidos. Si logramos comprender quién está infectado, cómo se y dónde se produjo la infección, será posible asignar los recursos de manera correspondiente.

Hay mucha incertidumbre respecto al camino que se debe tomar para evitar que nuestro ya precario sistema de salud colapse. Las pruebas nos permiten recopilar datos y por tanto es posible hacer más eficiente la toma de decisiones respecto a la asignación de recursos. Además, tomando en cuenta el grave impacto económico que una cuarentena prologada puede provocar en nuestro país, será fundamental desarrollar decisiones tácticas para reducir el impacto de la crisis.

Este es un escenario atípico en la historia de Guatemala. Ante el desconocimiento y la incertidumbre vale la pena evaluar las experiencias de otros países e intentar mejorar nuestra respuesta a partir de esos ejemplos. Antes de que las cosas mejoren, la situación empeorará y mucho. Es por esto que nos encontramos en un momento crucial y que podría determinar el éxito o no de las medidas implementadas. Será fundamental la coordinación entre el sector público y privado para la gestión y análisis de las pruebas de detección, de lo contrario estaremos a ciegas ante un campo minado.