Lose confidence in the TSE and in the elections?

Lose confidence in the TSE and in the elections?
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
17 Nov 2022

La existencia de nuestra democracia está en juego

 

Una nube gris se cierne sobre las elecciones de 2023. Por primera vez desde que se inauguró la democracia en los años ochenta, estamos en la antesala de un proceso electoral sumidos en una enorme incertidumbre por los cambios que el Tribunal Supremo Electoral pretende implementar en nuestro modelo de votación, lo que restaría transparencia y certeza al resultado de las próximas elecciones.

De forma inexplicable el TSE ha insistido en la compra de un equipo tecnológico que ha sido seriamente cuestionado en otros países en donde se ha implementado. La justificación brindada por el ente electoral es que nuestros procesos son demasiado arcaicos y que es urgente su actualización. Es cierto que nuestro sistema depende bastante del papel y que, en ese sentido, podría parecer atrasado. Pero las experiencias que se ha tenido en otros países que han implementado “tecnología más avanzada” han sido desastrosas, creando graves crisis sociales y políticas.

El sistema que funciona desde los años ochenta en Guatemala, ha sido bastante efectivo en brindar certeza a toda la sociedad sobre los resultados electorales. Esa certeza deriva de que todo el proceso está en manos de miles de ciudadanos comunes, que se encargan de verificar de forma descentralizada que el proceso de votación se hace en orden, luego realizan el conteo de votos a viva voz en cada mesa electoral y finalmente se aseguran de que los resultados sean correctamente enviados al Tribunal Supremo Electoral. Así se ha hecho durante nueve elecciones generales. ¿Por qué sería necesario modificar algo que ha funcionado bastante bien?

Se podría argumentar que este sistema “análogo” es demasiado lento para conocer los resultados electorales. Sin embargo, aun cuando parece un proceso desactualizado, en las elecciones anteriores los resultados han estado disponibles para la ciudadanía en cuestión de pocas horas.  De nuevo surge la pregunta entonces. ¿Por qué cambiar un sistema que ha funcionado casi a la perfección?

Por otra parte, la región latinoamericana esta pasando por un período complejo de inestabilidad y crisis políticas, en donde la confianza en las instituciones democráticas se encuentra en mínimos históricos.  Guatemala no es ajena a esa situación, por lo que cualquier duda que exista sobre la imparcialidad y la transparencia del proceso electoral nos podría hundir en la peor crisis política en décadas.

La democracia guatemalteca ha pasado por altibajos desde sus inicios, pero ha logrado sobrevivir hasta el momento. Somos aún una democracia bastante imperfecta y tenemos desafíos gigantescos en la consolidación del Estado de Derecho y de los principios republicanos. Pero lo que ha permitido la sobrevivencia de nuestra frágil democracia es la confianza en nuestro proceso electoral, lo que ha significado la transferencia pacífica del poder en nueve elecciones generales. ¿Qué escenarios podrían plantearse para el país si se pierde esa confianza?

Diversas organizaciones de la sociedad civil han planteado sus dudas al Tribunal Supremo Electoral. Son organizaciones serias, que tienen una larga tradición en la vida democrática del país. Lamentablemente, las respuestas del Tribunal hasta el momento no han logrado disipar dichas dudas.

Los primeros magistrados del Tribunal Supremo Electoral tuvieron una tarea titánica. Luego de décadas de inestabilidad política, golpes de estado y elecciones cuestionables, construyeron un ente electoral que gozó de mucho prestigio, al brindarle a los guatemaltecos la certeza de elecciones limpias, transparentes e imparciales. Aquellos magistrados han entrado a la historia del país con honor y prestigio.

La séptima magistratura tiene el deber ineludible de preservar el legado de aquellos primeros magistrados. Se debe preservar intacto el actual modelo electoral con el fin de brindar certeza y credibilidad a las próximas elecciones. La existencia de nuestra democracia está en juego.