Lo que sigue

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Karen es Directora Ejecutiva de Fundación Libertad y Desarrollo. Productora de televisión por más de 15 años. Ha realizado estudios en Historia y fue beneficiaria de una beca Fulbright.
04 Nov 2015

Por demás está decir que el 25 de octubre marca para nuestro país una fecha memorable, para bien o para mal.

¿Memorable? Sí, no tengo la menor duda. Fue la culminación de un proceso electoral marcado por importantes eventos que no son poca cosa (Presidente y Vicepresidente ligados a procesos y en prisión por corrupción, varios diputados con procesos de antejuicios, candidaturas inhabilitadas por el TSE, y por supuesto un vigoroso movimiento ciudadano que salió a las calles a exigir justicia y transparencia). También marca el inicio de otro proceso para el país, todavía más complejo y trascendental, que puede definir el futuro.

Tan sólo hace unos meses, a inicio de año por señalar un punto de partida, pocos dudábamos que el próximo Presidente del país sería el candidato que encarnaba todos los males con los que tristemente ya nos hemos acostumbrado a convivir en la cultura política guatemalteca. Manuel Baldizón representaba la trampa y la transa, el irrespeto a la ley, las prácticas clientelares, el abuso, la compra de voluntades y la ofensa a la inteligencia ciudadana. Pero la ciudadanía le dijo NO.

Por el sufragio la ciudadanía también le dijo NO a quien representaba también los abusos en el ejercicio del poder, la falta de transparencia y la ausencia de escrúpulos en el intento por llegar a la primera magistratura. La ciudadanía le dijo NO a Sandra Torres.

Contra todo pronóstico, la asistencia a las urnas fue una de las más altas de la historia y contra todo pronóstico el voto nulo y en blanco se mantuvo dentro de los parámetros de elecciones pasadas y hoy tenemos un presidente electo legítimo.

Pero una vez finalizado el proceso electoral, hay otro proceso que debe seguir su curso y que para mí, tiene que ver con la lucha contra la corrupción, la depuración del sistema político y una nueva cultura en el quehacer del ejercicio público.

Aunque el TSE, el MP de la mano de la CICIG y la ciudadanía a través de las manifestaciones en la plaza y a través del voto han aportado para depurar el sistema político, es importante que ese proceso de limpieza continúe. Falta ver en qué terminan los procesos que se están llevando a cabo en contra de algunos diputados. Y es necesario además, que se profundice en toda la administración pública y en todo el país, empezando desde el poder local -donde los presupuestos municipales son derrochados en cualquier ocurrencia que nada tiene que ver con las necesidades de la población- pasando por el Congreso y el Ejecutivo e instituciones autónomas y semiautónomas.

El Presidente electo sabe que la lucha contra la corrupción DEBE ser su cruzada y que no le quede duda que la ciudadanía le apoyará en ello; como tampoco le debe quedar duda que esa misma ciudadanía está dispuesta a ser implacable en vigilarle a él y a su gobierno. De hecho, ya empezó. El Presidente electo no puede mandar mensajes equivocados de su compromiso con la transparencia y con una nueva forma de hacer gobierno.

¿Qué sigue?

Es importante que luego de las elecciones, las expectativas se ordenen. Los retos del país son de tal magnitud que sería ingenuo creer que un nuevo gobierno será capaz de revertir por completo la situación actual del país. Pero lo que sí es posible para el nuevo gobierno con Jimmy Morales a la cabeza es “inaugurar” una nueva forma de conducir la administración pública

“Los guatemaltecos necesitamos y añoramos que la decencia sea la marca del nuevo gobierno.”

Los guatemaltecos necesitamos y añoramos que la decencia sea la marca del nuevo gobierno. Que los funcionarios incorruptibles ya no sean una especie de criaturas extrañas incrustadas en las instituciones.

Necesitamos que el nuevo gobierno lidere la depuración de las instituciones estatales, respaldados por una ciudadanía que en los últimos meses demostró que ya no está dispuesta a tolerar más abusos y sinvergüenzadas por parte de los políticos y los funcionarios públicos.

Lo que sigue es que la euforia por el triunfo electoral de paso a la sensatez en la integración del mejor equipo de gobierno posible.

Lo que sigue es que el nuevo gobierno con total claridad nos informe en enero el estado en que recibe el gobierno en las diferentes áreas y que no demore en empujar con decisión las tres o cuatro reformas que en estos cuatro años podrán marcar una diferencia para la posteridad: las reformas a la Ley de Servicio Civil, a la Ley de Compras y Contrataciones del Estado, la Ley Electoral y de Partidos Políticos y las reformas al sector justicia.

Lo que sigue es que a partir del 14 de enero el Presidente Jimmy Morales no deje lugar a dudas que su lema de campaña “ni corrupto, ni ladrón” será el sello de su administración. Y nosotros los ciudadanos debemos encargarnos de recordárselo todos los días.

Quiero pensar que el 25 de octubre será memorable, para bien, porque marcará para la historia el inicio de una nueva forma de hacer las cosas en el país.

Será para mal si Jimmy Morales pasa a la historia como un Presidente más, a los que les faltó voluntad política para empujar e iniciar los cambios que este sufrido país demanda. Será para mal, si aquí pasó de todo, para que finalmente no pase nada.