Blog

China Falló: No son noticias nuevas
115
Daphne Posadas es Directora del Área de Estudios Internacionales en Fundación Libertad y Desarrollo. Participa en espacios de análisis político en radio, televisión y medios digitales. Está comprometida con la construcción de un mundo de individuos más libres y responsables.
20 Abr 2020

En las últimas semanas se ha intensificado la discusión respecto al origen del SARS-CoV-2. En medio de la más grande crisis que atraviesa la humanidad desde hace un siglo, la especulación podría alimentar narrativas catalizadoras de conflictos en el futuro post-pandemia.

Las infecciones por Coronavirus ya superan los dos millones de personas y hasta la fecha ha cobrado la vida de más de 170mil seres humanos en 185 países. Desde que se reportó el primer caso de Coronavirus en Wuhan, provincia de Hubei en China, se empezaron a levantar sospechas sobre el origen del virus SARS-CoV-2.

Varias publicaciones en redes sociales afirman que en China, la propagación del coronavirus se limitó a la ciudad de Wuhan y que no llegó a las ciudades de Beijing o Shanghai evitando así el contagio de los líderes del régimen chino. Algunas, aseguran que el mercado de valores chino tampoco se vio afectado por la propagación de la pandemia, a diferencia de los países en Europa y Estados Unidos. Las anteriores, son algunas especulaciones sobre la posible instrumentalización del virus por parte de China para consolidarse como una potencia mundial.

El pasado 17 de abril se reportó que el PIB de China cayó un 6.8% en el primer trimestre de 2020 respecto a el año 2019. Así, se registró la primera caída de la economía del país desde 1992. Con esto vemos que la pandemia ya puso a prueba el sistema económico en el país y probablemente siga haciéndolo por algunos meses.

Por otro lado, varios esfuerzos científicos, como el de la revista Nature, aseguran que la evidencia recopilada permite afirmar que el SARS-CoV-2 no se trata de una construcción de laboratorio o un virus manipulado a propósito sino más bien de una mutación natural de un virus zoonótico. Bajo este escenario, algunas publicaciones exploran que, aunque se trata de un virus con origen natural, pudo haberse propagado por prácticas negligentes en el Instituto de Virología en Wuhan donde se realizaban estudios sobre mutaciones de la familia de los coronavirus en murciélagos.

Hasta el momento sabemos que para evitar una propagación con las dimensiones a las que ahora nos enfrentamos, quizá China debió haber elaborado una estrategia de contención más estricta. Quizá, también debió haber alertado a tiempo a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud y definitivamente debieron haber sido transparentes con la información sobre la evolución del virus. Los líderes del régimen chino fallaron en las tres cosas -así como lo han hecho con muchas otras- no sabemos si con la intención perversa de hacerlo o por incompetencia, el resultado es el mismo, catastrófico.

Lo anterior, únicamente viene a reforzar y presentar evidencia sobre cómo los regímenes totalitarios y centralizados van a fracasar en la coordinación de actores y asignación de recursos. Es momento para apostar por sistemas en los que se permita la libertad, la descentralización del poder, la democracia y el estado de derecho para evitar ser víctimas de los mismos errores.

Las afirmaciones sobre una posible conspiración de China para declararse la potencia mundial son meramente especulativas en ausencia de evidencia contundente que pruebe lo contrario. Los discursos de algunos líderes políticos reflejan una peligrosa narrativa que podría desembocar en un conflicto de proporciones alarmantes a nivel global. Lo anterior, en un mundo post-pandemia únicamente agudizará los problemas y retrasará aún más la recuperación sanitaria y económica de los países.

Es indispensable que aprendamos de los errores del pasado y evitemos el surgimiento de discursos polarizadores y generadores de conflicto. En un mundo post-pandemia será fundamental generar un ambiente de confianza en la que los actores del mundo cooperen para poder acelerar el proceso de recuperación en los países. Con libertad y responsabilidad, la humanidad -una vez- más saldrá adelante.

Can Guatemala fight COVID-19 like other countries do?
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
20 Abr 2020

La crisis del coronavirus es un problema serio en todo el mundo que toma formas distintas en cada país. Las condiciones particulares de países como Guatemala hacen que sea complicado implementar algunas de las medidas que se han tomado en otros países, principalmente porque no tenemos instituciones que estén preparadas para afrontar una pandemia y porque las condiciones socioeconómicas del país son precarias.

Taiwán, Singapur, Vietnam, Suecia, Corea del Sur, Alemania y Japón son algunos de los países que, por el momento, parecen estar combatiendo al virus eficientemente. Sin embargo, muchas voces calificadas de estos países advierten que todavía es temprano para saber cuál estrategia para combatir el virus es más efectiva, además que las particulares condiciones sociales, políticas, económicas e institucionales de cada país obligan a que las estrategias para combatir el virus sean distintas.

 Distanciamiento social y lockdown

Cada día existe más discusión sobre las medidas de supresión, como el distanciamiento social y los cierres económicos temporales; principalmente por los efectos casi mortales que tienen sobre las economías de los países más pobres. Países como Guatemala no han construido redes de seguridad social que permitan atender a los desempleados, a la economía informal y a los más desprotegidos. No pueden aplicar los paquetes de estímulo económico de los países ricos, sin caer en déficits enormes que podría complicarles la vida por muchos años.

 En Guatemala, la pobreza afecta a más del 59% de la población y según la FAO, cuatro de cada cinco hogares viven en situación de inseguridad alimentaria, estos son millones de personas que no saben si tendrán los suministros necesarios para alimentar a sus familias o que simplemente pasan días completos sin poder comer. Aplicar medidas muy severas de restricción para el trabajo en Guatemala, sin que el gobierno cuente con los medios para aliviar las carencias materiales de casi nueve millones de personas, es prácticamente un suicidio colectivo.

Alemania y la inversión en salud

El éxito de Alemania es en parte el resultado de muchos años de inversión estratégica en política social, particularmente de salud. El país cuenta hoy con 25,000 camas de cuidados intensivos con asistencia respiratoria, mientras que Francia o Italia tienen entre 5,000 y 7,000. El Ministerio de Salud de Guatemala anunciaba a inicios de este mes que tenía disponibles apenas 56 respiradores para uso de los pacientes con Coronavirus que los necesiten. Se estaba esperando una donación de 200 respiradores en los próximos días para los hospitales temporales.

Los hospitales públicos se encuentran permanentemente sobrecargados y la falta de insumos hospitalarios está a la orden del día. El país no tiene la infraestructura o el capital humano suficiente para atender un contagio masivo en donde, según estándares internacionales, el 20% de los infectados podría necesitar atención hospitalaria. Guatemala es el país que menos invierte en salud de la región.

Detección temprano y aislamiento en Corea, Japón, Taiwán y Singapur

Corea y Japón por otro lado, aplicaron medidas muy agresivas para intentar contener el virus. En primer lugar, ambos países hicieron testeo masivo a sus poblaciones, Corea ha estado evaluando a unas 10,000 personas al día.

Taiwán y Singapur actuaron detectando y aislando rápidamente a las personas contagiadas. El caso de Taiwán es particular debido a que la isla ya había luchado contra una epidemia en 2003 y esto los había preparado para lo que venía. Ya tenían la institucionalidad para luchar contra problemas como estos y les resultó muy efectiva.

En Guatemala no existen de momento datos oficiales sobre la cantidad de pruebas realizadas, pero algunos aseguran que no pasan de 200 al día. El país no cuenta con la infraestructura que le permita hacer testeo masivo y se ha optado por una estrategia de hacer pruebas a población en riesgo o con síntomas. Existe un problema serio de migrantes que han venido en vuelos de retornados desde EEUU y el país no cuenta con albergues para que hagan su cuarentena, varios de ellos venían infectados con el virus.

Suecia y su controversial estrategia 

Suecia, por otro lado, ha resultado bastante controversial con su estrategia pues se aplicaron medidas de contención leves. Sin embargo, un economista señala que el país tiene algunas características particulares que probablemente ayuden a que la estrategia funcione; por ejemplo, en más de la mitad de hogares suecos vive solamente una persona, haciendo que el distanciamiento social sea más sencillo y también es el país de Europa en el que más gente trabaja desde su hogar, lo que les permite mantenerse productivos.

Estas dos características importantes no existen en Guatemala, no hay datos sobre teletrabajo en el país, pero en esta economía precaria, más del 70% de la fuerza laboral está en la informalidad y de los trabajadores formales, solo un pequeño porcentaje realiza labores ejecutivas que podrían hacerse desde el hogar. Además, en Guatemala viven en promedio 4.5 personas por hogar y en el que el 18% de los hogares están conformados por la familia extendida.

¿El modelo de Vietnam para Guatemala?

Para un país con las condiciones de Guatemala, el modelo de bajo costo implementado por Vietnam podría resultar efectivo. A diferencia de Corea y Taiwán, Vietman no contaba con los recursos para hacer testeo masivo o cerrar completamente la economía. Por esta razón se decantaron por cierres parciales y focalizados en las áreas que presentaban contagios, el establecimiento de hospitales temporales regionales y el cierre total de las escuelas. Además el gobierno tomó el liderazgo en la difusión de información, apostándole a la transparencia de los datos. El problema de Guatemala es que el país adolece de una gran debilidad institucional, el Estado no puede hacer que la ley se cumpla eficientemente y esto hace difícil que la población cumpla con las medidas de protección necesarias.

¿Una receta para Guatemala?

La receta para que Guatemala combata al Coronavirus es compleja; tenemos un dilema importante, por un lado, necesitamos evitar un colapso económico total que genere más hambre, un paro total de la economía por muchos meses nos pondría en una situación de altísimo riesgo. Por otro lado, tener a la gente en la calle nos pone en un riesgo alto de contagio, si la enfermedad se sale de control puede terminar de colapsar al sistema de salud público y privado.

Para países que no pueden hacer el lockdown, algunos expertos comienzan a recomendar políticas masivas de uso de mascarillas, esto es algo que todos los países pueden pagar; también aislar a los infectados que no presentan síntomas graves y la población en riesgo en sus casas por el tiempo que sea necesario, mientras los individuos en menor riesgo continúan sosteniendo la economía. Algo muy importante es que los gobiernos emprendan campañas de información masivas, el objetivo es que la mayor cantidad de gente aprenda las conductas necesarias para disminuir el riesgo de contagio, mientras los gobiernos implementan medidas restrictivas en puntos estratégicos y se hacen intervenciones oportunas para testear a población en riesgo.

¿Puede Guatemala combatir el COVID-19 como hacen otros países?
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
20 Abr 2020

La crisis del coronavirus es un problema serio en todo el mundo que toma formas distintas en cada país. Las condiciones particulares de países como Guatemala hacen que sea complicado implementar algunas de las medidas que se han tomado en otros países, principalmente porque no tenemos instituciones que estén preparadas para afrontar una pandemia y porque las condiciones socioeconómicas del país son precarias.

Taiwán, Singapur, Vietnam, Suecia, Corea del Sur, Alemania y Japón son algunos de los países que, por el momento, parecen estar combatiendo al virus eficientemente. Sin embargo, muchas voces calificadas de estos países advierten que todavía es temprano para saber cuál estrategia para combatir el virus es más efectiva, además que las particulares condiciones sociales, políticas, económicas e institucionales de cada país obligan a que las estrategias para combatir el virus sean distintas.

 Distanciamiento social y lockdown

Cada día existe más discusión sobre las medidas de supresión, como el distanciamiento social y los cierres económicos temporales; principalmente por los efectos casi mortales que tienen sobre las economías de los países más pobres. Países como Guatemala no han construido redes de seguridad social que permitan atender a los desempleados, a la economía informal y a los más desprotegidos. No pueden aplicar los paquetes de estímulo económico de los países ricos, sin caer en déficits enormes que podría complicarles la vida por muchos años.

 En Guatemala, la pobreza afecta a más del 59% de la población y según la FAO, cuatro de cada cinco hogares viven en situación de inseguridad alimentaria, estos son millones de personas que no saben si tendrán los suministros necesarios para alimentar a sus familias o que simplemente pasan días completos sin poder comer. Aplicar medidas muy severas de restricción para el trabajo en Guatemala, sin que el gobierno cuente con los medios para aliviar las carencias materiales de casi nueve millones de personas, es prácticamente un suicidio colectivo.

Alemania y la inversión en salud

El éxito de Alemania es en parte el resultado de muchos años de inversión estratégica en política social, particularmente de salud. El país cuenta hoy con 25,000 camas de cuidados intensivos con asistencia respiratoria, mientras que Francia o Italia tienen entre 5,000 y 7,000. El Ministerio de Salud de Guatemala anunciaba a inicios de este mes que tenía disponibles apenas 56 respiradores para uso de los pacientes con Coronavirus que los necesiten. Se estaba esperando una donación de 200 respiradores en los próximos días para los hospitales temporales.

Los hospitales públicos se encuentran permanentemente sobrecargados y la falta de insumos hospitalarios está a la orden del día. El país no tiene la infraestructura o el capital humano suficiente para atender un contagio masivo en donde, según estándares internacionales, el 20% de los infectados podría necesitar atención hospitalaria. Guatemala es el país que menos invierte en salud de la región.

Detección temprano y aislamiento en Corea, Japón, Taiwán y Singapur

Corea y Japón por otro lado, aplicaron medidas muy agresivas para intentar contener el virus. En primer lugar, ambos países hicieron testeo masivo a sus poblaciones, Corea ha estado evaluando a unas 10,000 personas al día.

Taiwán y Singapur actuaron detectando y aislando rápidamente a las personas contagiadas. El caso de Taiwán es particular debido a que la isla ya había luchado contra una epidemia en 2003 y esto los había preparado para lo que venía. Ya tenían la institucionalidad para luchar contra problemas como estos y les resultó muy efectiva.

En Guatemala no existen de momento datos oficiales sobre la cantidad de pruebas realizadas, pero algunos aseguran que no pasan de 200 al día. El país no cuenta con la infraestructura que le permita hacer testeo masivo y se ha optado por una estrategia de hacer pruebas a población en riesgo o con síntomas. Existe un problema serio de migrantes que han venido en vuelos de retornados desde EEUU y el país no cuenta con albergues para que hagan su cuarentena, varios de ellos venían infectados con el virus.

Suecia y su controversial estrategia 

Suecia, por otro lado, ha resultado bastante controversial con su estrategia pues se aplicaron medidas de contención leves. Sin embargo, un economista señala que el país tiene algunas características particulares que probablemente ayuden a que la estrategia funcione; por ejemplo, en más de la mitad de hogares suecos vive solamente una persona, haciendo que el distanciamiento social sea más sencillo y también es el país de Europa en el que más gente trabaja desde su hogar, lo que les permite mantenerse productivos.

Estas dos características importantes no existen en Guatemala, no hay datos sobre teletrabajo en el país, pero en esta economía precaria, más del 70% de la fuerza laboral está en la informalidad y de los trabajadores formales, solo un pequeño porcentaje realiza labores ejecutivas que podrían hacerse desde el hogar. Además, en Guatemala viven en promedio 4.5 personas por hogar y en el que el 18% de los hogares están conformados por la familia extendida.

¿El modelo de Vietnam para Guatemala?

Para un país con las condiciones de Guatemala, el modelo de bajo costo implementado por Vietnam podría resultar efectivo. A diferencia de Corea y Taiwán, Vietman no contaba con los recursos para hacer testeo masivo o cerrar completamente la economía. Por esta razón se decantaron por cierres parciales y focalizados en las áreas que presentaban contagios, el establecimiento de hospitales temporales regionales y el cierre total de las escuelas. Además el gobierno tomó el liderazgo en la difusión de información, apostándole a la transparencia de los datos. El problema de Guatemala es que el país adolece de una gran debilidad institucional, el Estado no puede hacer que la ley se cumpla eficientemente y esto hace difícil que la población cumpla con las medidas de protección necesarias.

¿Una receta para Guatemala?

La receta para que Guatemala combata al Coronavirus es compleja; tenemos un dilema importante, por un lado, necesitamos evitar un colapso económico total que genere más hambre, un paro total de la economía por muchos meses nos pondría en una situación de altísimo riesgo. Por otro lado, tener a la gente en la calle nos pone en un riesgo alto de contagio, si la enfermedad se sale de control puede terminar de colapsar al sistema de salud público y privado.

Para países que no pueden hacer el lockdown, algunos expertos comienzan a recomendar políticas masivas de uso de mascarillas, esto es algo que todos los países pueden pagar; también aislar a los infectados que no presentan síntomas graves y la población en riesgo en sus casas por el tiempo que sea necesario, mientras los individuos en menor riesgo continúan sosteniendo la economía. Algo muy importante es que los gobiernos emprendan campañas de información masivas, el objetivo es que la mayor cantidad de gente aprenda las conductas necesarias para disminuir el riesgo de contagio, mientras los gobiernos implementan medidas restrictivas en puntos estratégicos y se hacen intervenciones oportunas para testear a población en riesgo.

Liderazgo en medio de la crisis del Coronavirus
36
Directora de Comunicación y Prensa de la Fundación Libertad y Desarrollo. Comunicadora Social graduada de la Universidad Rafael Landívar. 
18 Abr 2020

En el marco de la crisis del Coronavirus varios liderazgos se han desgastado por una mala lectura de la situación y por errores cometidos en las políticas aplicadas; otros se han fortalecido y han adquirido mucha aceptación en la opinión pública. 

La vida dio un giro de 180 grados para la mayoría de la población del mundo en los últimos meses. El Coronavirus puso en jaque nuestras rutinas, nuestra economía, la política y la forma en que nos organizamos. Vivimos una de las épocas más vulnerables de la humanidad y nos preguntamos qué será de nosotros en los próximos meses e incluso en los próximos años. 

Estamos en medio de una crisis que parece una película apocalítica, donde los héores y protagonistas son los líderes de turno que deben demostrar su expertise y tomar decisiones en medio de la tormenta para poder salvar al mundo. Líderes como presidentes, alcaldes, empresarios, académicos y sobre todo médicos en la primera línea de batalla. Y es que, es en medio de la crisis del COVID-19 que dichos liderazgos saldrán fortalecidos o acabarán sepultados.

Para el sector político esto, precisamente, es uno de los grandes retos que enfrenta. La Pandemia del COVID-19 se produce en un momento en que la política se ha debilitado en el mundo. Vivimos en una era donde el protagonista de un reality show llega a la presidencia y donde propuestas populistas tanto de izquierda y de derecha hicieron eco en la población porque se cansaron de los candidatos de siempre. 

El término o efecto “Rally'round the flag" explica que en un momento de crisis, el ciudadano tiende a apoyar incondicionalmente a quien ostente el poder independientemente de su ideología. Sin embargo, este apoyo “ciego” es muy probable que termine cuando sus políticas o decisiones lleven consigo un toque de locura o negligencia.

Ejemplos como el de Bolsonaro en Brasil y el desacuerdo que tuvo con Mandetta, su exministro de salud, sobre guardar cuarentena, demuestra cómo la opinión pública apoyó al experto que tiene claro que la vida y salud de su país son la prioridad. En un sondeo difundido por la firma Datafolha, la gestión de la crisis del Coronavirus hecha por Mandetta tenía la aprobación del 76% de los brasileños; mientras que apenas un 33% de las personas encuestadas dijo apoyar las posiciones de Bolsonaro.

Pero existen dos lados de la moneda. Hay líderes con mucha aceptación por parte de los ciudadanos; como Ángela Merkel con su famosa frase “el Coronavirus es el mayor desafío para Alemania desde la Segunda Guerra Mundial”con la que solicitó a la población alemana a respetar las reglas contra el contagio. Según una encuesta de la televisión pública ARD, el 75% de los alemanes está satisfecho con la gestión de crisis del Ejecutivo al ser uno de los países con la menor tasa de muertes por contagios.

La coyuntura está dejando una gran lección: los líderes políticos que llegaron a la presidencia por golpes de suerte o por capital mediático no están logrando sacar a su país de la crisis y tampoco afianzar su liderazgo dentro de la opinión pública. Las formas políticas de esta crisis importan. No cabe duda que si los resultados de malas prácticas o reacciones tardías como las de AMLO en México, Trump en Estados Unidos o Pedro Sánchez en España terminan en escenarios catastróficos (como ya lo están siendo), erosionarán cualquier intento de reelección o de propuesta por parte de sus gobiernos. Y cuando hay un vacío en el liderazgo de una nación, la oposición toma ventaja y surgen de otros sectores voces a las que vale la pena escuchar. 

Las próximas elecciones para cargos públicos en los diferentes países permitirán conocer si la población mundial entendió de que al mando de las políticas e instituciones públicas deben estar profesionales bien preparados y con amplia experiencia; no solo para las crisis sino también para alcanzar objetivos que permitan desarrollo. Deben estar líderes que no le respondan a grupos de interés, sino que sean profesionales capaces de escuchar, negociar, comunicar y ejecutar planes que velen por el bienestar de toda una nación. 

Referencias:

https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2020/02/26/el-coronavirus-probara-si-podemos-unirnos-ante-una-crisis-global/
https://theconversation.com/a-matter-of-trust-coronavirus-shows-again-why-we-value-expertise-when-it-comes-to-our-health-134779https://www.elmundo.es/opinion/2020/04/07/5e8c695821efa010058b4577.html

 

 

Surviving social distancing in poor countries
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
17 Abr 2020

No cabe duda de que ha sido necesario tomar medidas de distanciamiento social para evitar que la tasa de contagio (R0) del virus se dispare y que los sistemas sanitarios del mundo colapsen. Aun habiéndolas implementado, Guatemala tiene ya mas de 214 casos (al 17 de abril) y no hemos hecho suficientes pruebas para conocer mejor el alcance real del contagio.

Naturalmente las medidas de supresión más drásticas han traído costos económicos enormes. En Estados Unidos solamente, 22 millones de personas han reclamado el seguro de desempleo en las últimas 4 semanas. Una cifra de escalofríos y nunca vista. El Fondo Monetario Internacional proyecta una caída del 3% para la economía mundial en 2020 con una proyección para Latinoamérica de -5.2%.

Hace unas semanas mencioné algunos de los paquetes agresivos de ayuda que han emprendido las naciones más ricas del planeta. Al fin y al cabo, estas ricas naciones tienen un amplio espacio fiscal para conseguir fondos para inyectar a las empresas de sus países para amortiguar el golpe y cuentan con estados benefactores que pueden ampliar la ayuda a sus trabajadores. Pueden permitirse el lujo de parar y ayudar a sus ciudadanos.

En los países pobres la cosa no es tan sencilla. Un interesante working paper de Zachary Barnett-Howell y Ahmed Mushfiq Mobarak para la Universidad de Yale propone un marco para analizar el problema de las medidas de distanciamiento social en países pobres. Los autores explican que las personas más pobres están menos dispuestas a hacer un sacrificio económico. Limitar la capacidad de trabajar para alguien que ingresa Q30 diarios es dejarle si su sustento elemental.

La investigación publicada por Yale señala que los estados de los países de ingreso bajo tienen poca capacidad de hacer cumplir sus medidas. Por ejemplo, limitar efectivamente la reversión de la migración interna. Al escasear el trabajo, mucha gente que había migrado a las ciudades, vuelve al campo y sin querer puede llevar el virus a las zonas rurales. Y por último, que la capacidad de estos estados para ayudar a su población son muy deficientes y gran parte de su sector obrero es informal.

El otro día expliqué cómo se repartiría el paquete de Q11 mil millones de ayuda que aprobó nuestro Congreso. El decreto se aprobó el 3 de abril, se publicó en el Diario Oficial el 8 de abril y hasta el 17 de abril se publicó el reglamento y según una nota de prensa, la ayuda llegará hasta mayo. 2 de cada 3 guatemaltecos que están en la fuerza laboral tiene un empleo informal y este será el único mecanismo de ayuda que tendrán. Será demasiado tarde y esto podría ser catastrófico para la gente que no puede trabajar ni tendrá la ayuda que necesita a tiempo.

Por otra parte, el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) será el ejecutor del programa más ambicioso: el bono familia. Asumiendo transparencia en el gasto, se pondrá a prueba su capacidad de identificar a los necesitados. En 2019, por ejemplo, ayudó a 29,671 familias con el programa “Bolsa Social” y a 58,874 familias en el programa de Bono social sobre educación y salud. Ahora, esperan llegar a 2 millones de hogares. ¿Serán capaces?

Para los trabajadores formales el futuro tampoco es alentador. Aún no tenemos cifras, pero es probable que muchos pierdan su trabajo. La alternativa que ha dado el gobierno es que patrono y trabajador acuerden una suspensión voluntaria del contrato de trabajo. Esto es, que el trabajador deje de laborar y el empleador deje de estar obligado a pagar el salario. A cambio, el Crédito Hipotecario Nacional trasladaría un monto de Q75 diarios. Al mes, esto serían aproximadamente Q2,250.00.

Para las empresas todo está más cuesta arriba. Según datos de 2017 del Ministerio de Economía, el 90.34% de empresas son microempresas. Esto es, empresas que tienen entre 1 y 10 trabajadores y venden entre 1-190 salarios mínimos anuales. Esto es, que aproximadamente venden entre Q2,825.10 y Q536,769.00 al año.

Es difícil pensar que estas empresas puedan sobrevivir sin ventas o con ventas reducidas durante demasiado tiempo. Las empresas pequeñas son generalmente menos productivas y son más vulnerables a sufrir por problemas de liquidez.

Recuerde el lector que empresas grandes, aquellas que tienen más de 200 trabajadores y venden más de Q4.3 millones al año, solo había 1,631 en 2017 y representan el 0.34% del total de las empresas. Estas seguramente son las que tienen más posibilidades de sobrevivir y mantener a buena parte de su planilla ante un parón de actividades como el que vivimos. Pero son tan pocas…

Algunos, como la organización IDinsight, han recomendado que los países pobres que pasen de los lockdowns a medidas tales como: uso obligatorio de mascarillas, aislamiento de los más vulnerables, mejorar el acceso al agua y campañas de información y limitar congregaciones de gente, especialemente reuniones religiosas que suelen ser espacios donde se reúnen muchas personas.

El escenario es complejo y no hacer nada no es una opción. Sin embargo, cuando en situaciones “normales”, la mitad de nuestros niños padece desnutrición crónica, cuando 1 de cada 2 guatemaltecos vive en situación de pobreza, cuando el 42% de los guatemaltecos asegura no tener suficientes alimientos, puede que ciertas restricciones a la actividad productiva traigan costos de mortalidad y morbilidad a personas en situación vulnerable. ¿Qué debemos hacer? Necesitamos discutirlo con urgencia.

Sobreviviendo al distanciamiento social en países pobres
28
Edgar Ortiz es el Director del Área Jurídica en Fundación Libertad y Desarrollo, es catedrático universitario y participa como analista político en diferentes medios de comunicación. 
17 Abr 2020

No cabe duda de que ha sido necesario tomar medidas de distanciamiento social para evitar que la tasa de contagio (R0) del virus se dispare y que los sistemas sanitarios del mundo colapsen. Aun habiéndolas implementado, Guatemala tiene ya mas de 214 casos (al 17 de abril) y no hemos hecho suficientes pruebas para conocer mejor el alcance real del contagio.

Naturalmente las medidas de supresión más drásticas han traído costos económicos enormes. En Estados Unidos solamente, 22 millones de personas han reclamado el seguro de desempleo en las últimas 4 semanas. Una cifra de escalofríos y nunca vista. El Fondo Monetario Internacional proyecta una caída del 3% para la economía mundial en 2020 con una proyección para Latinoamérica de -5.2%.

Hace unas semanas mencioné algunos de los paquetes agresivos de ayuda que han emprendido las naciones más ricas del planeta. Al fin y al cabo, estas ricas naciones tienen un amplio espacio fiscal para conseguir fondos para inyectar a las empresas de sus países para amortiguar el golpe y cuentan con estados benefactores que pueden ampliar la ayuda a sus trabajadores. Pueden permitirse el lujo de parar y ayudar a sus ciudadanos.

En los países pobres la cosa no es tan sencilla. Un interesante working paper de Zachary Barnett-Howell y Ahmed Mushfiq Mobarak para la Universidad de Yale propone un marco para analizar el problema de las medidas de distanciamiento social en países pobres. Los autores explican que las personas más pobres están menos dispuestas a hacer un sacrificio económico. Limitar la capacidad de trabajar para alguien que ingresa Q30 diarios es dejarle si su sustento elemental.

La investigación publicada por Yale señala que los estados de los países de ingreso bajo tienen poca capacidad de hacer cumplir sus medidas. Por ejemplo, limitar efectivamente la reversión de la migración interna. Al escasear el trabajo, mucha gente que había migrado a las ciudades, vuelve al campo y sin querer puede llevar el virus a las zonas rurales. Y por último, que la capacidad de estos estados para ayudar a su población son muy deficientes y gran parte de su sector obrero es informal.

El otro día expliqué cómo se repartiría el paquete de Q11 mil millones de ayuda que aprobó nuestro Congreso. El decreto se aprobó el 3 de abril, se publicó en el Diario Oficial el 8 de abril y hasta el 17 de abril se publicó el reglamento y según una nota de prensa, la ayuda llegará hasta mayo. 2 de cada 3 guatemaltecos que están en la fuerza laboral tiene un empleo informal y este será el único mecanismo de ayuda que tendrán. Será demasiado tarde y esto podría ser catastrófico para la gente que no puede trabajar ni tendrá la ayuda que necesita a tiempo.

Por otra parte, el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) será el ejecutor del programa más ambicioso: el bono familia. Asumiendo transparencia en el gasto, se pondrá a prueba su capacidad de identificar a los necesitados. En 2019, por ejemplo, ayudó a 29,671 familias con el programa “Bolsa Social” y a 58,874 familias en el programa de Bono social sobre educación y salud. Ahora, esperan llegar a 2 millones de hogares. ¿Serán capaces?

Para los trabajadores formales el futuro tampoco es alentador. Aún no tenemos cifras, pero es probable que muchos pierdan su trabajo. La alternativa que ha dado el gobierno es que patrono y trabajador acuerden una suspensión voluntaria del contrato de trabajo. Esto es, que el trabajador deje de laborar y el empleador deje de estar obligado a pagar el salario. A cambio, el Crédito Hipotecario Nacional trasladaría un monto de Q75 diarios. Al mes, esto serían aproximadamente Q2,250.00.

Para las empresas todo está más cuesta arriba. Según datos de 2017 del Ministerio de Economía, el 90.34% de empresas son microempresas. Esto es, empresas que tienen entre 1 y 10 trabajadores y venden entre 1-190 salarios mínimos anuales. Esto es, que aproximadamente venden entre Q2,825.10 y Q536,769.00 al año.

Es difícil pensar que estas empresas puedan sobrevivir sin ventas o con ventas reducidas durante demasiado tiempo. Las empresas pequeñas son generalmente menos productivas y son más vulnerables a sufrir por problemas de liquidez.

Recuerde el lector que empresas grandes, aquellas que tienen más de 200 trabajadores y venden más de Q4.3 millones al año, solo había 1,631 en 2017 y representan el 0.34% del total de las empresas. Estas seguramente son las que tienen más posibilidades de sobrevivir y mantener a buena parte de su planilla ante un parón de actividades como el que vivimos. Pero son tan pocas…

Algunos, como la organización IDinsight, han recomendado que los países pobres que pasen de los lockdowns a medidas tales como: uso obligatorio de mascarillas, aislamiento de los más vulnerables, mejorar el acceso al agua y campañas de información y limitar congregaciones de gente, especialemente reuniones religiosas que suelen ser espacios donde se reúnen muchas personas.

El escenario es complejo y no hacer nada no es una opción. Sin embargo, cuando en situaciones “normales”, la mitad de nuestros niños padece desnutrición crónica, cuando 1 de cada 2 guatemaltecos vive en situación de pobreza, cuando el 42% de los guatemaltecos asegura no tener suficientes alimientos, puede que ciertas restricciones a la actividad productiva traigan costos de mortalidad y morbilidad a personas en situación vulnerable. ¿Qué debemos hacer? Necesitamos discutirlo con urgencia.

Percepciones ciudadanas en tiempos de pandemia
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
16 Abr 2020

¿Qué está pensando el guatemalteco en el marco de la crisis?

 

Desde que la pandemia Covid-19 llegó a Guatemala el pasado 13 de abril, se han realizado tres diferentes esfuerzos de evaluar el estado de opinión pública de los guatemaltecos.

La empresa CID-Gallup realizó entre el 16 y 19 de marzo una encuesta vía Facebook, con 2,030 entrevistas a residentes en Guatemala con acceso a Internet.  CACIF realizó una medición entre su estructura gremial para era evaluar el impacto de la pandemia en el empresariado. Para ello, encuestaron a 505 empresas -entre el 30 de marzo y el 3 de abril. Finalmente, la Fundación Libertad y Desarrollo (FLD) realizó un sondeo a través de redes sociales, entre el 6 al 8 de abril, a 2,926 personas residentes en Guatemala.

El sondeo de la FLD permitió conocer cuáles son las principales preocupaciones de los guatemaltecos en el marco de la crisis. Los entrevistados indicaron que su mayor fuente de preocupación es que algún miembro de su familia se contagie con la enfermedad, con 93% de menciones. Por su parte, 80% de los entrevistados indicó que tiene temor de quedarse sin fuente de ingresos a causa de la pandemia. Y un 77% mostró su preocupación de contagiarse directamente de la enfermedad.

Este dato se concatena con la información recabada por CID-Gallup. 48% de sus entrevistados señaló que percibe “mucho riesgo” de contagio en su comunidad o barrio; y 29% considera que tiene “algo de riesgo”, para un total de 77% de menciones de preocupación de contagiarse directamente con el virus.

Por otro lado, CID-Gallup reveló que 58% de personas tiene una visión positiva respecto a la capacidad de las autoridades de hacer frente a la pandemia (23% tiene “mucha confianza” y 35% tiene “algo de confianza”); frente a 42% con de visión negativa sobre las autoridades (31% de “poca confianza” y 11% de “nada de confianza”). CID-Gallup también identificó que las medidas implementadas por Gobierno para atender la pandemia cuentan con 88% de menciones positivas (59% está muy de acuerdo con ellas y 29% indicó estar “algo de acuerdo”) frente a un 12% de menciones negativas.

En esta línea de ideas, el sondeo de la Fundación Libertad y Desarrollo permite evaluar con más profundidad las acciones de la administración gubernamental. Prácticamente 9 de cada 10 entrevistados considera adecuado la suspensión del servicio de transporte público (89% de menciones); la suspensión del ciclo lectivo (97% de menciones); la suspensión de eventos públicos, religiosos o deportivos (96% de menciones); el cierre de fronteras y la prohibición de ingreso de extranjeros al país (88% de menciones) y la prohibición de movilizarse entre departamentos (88% de menciones).

Por su parte, 58% considera muy suave que se haya realizado una suspensión parcial de las actividades laborales y económicas. Y un 44% considera también que el toque de queda de 4 de la tarde a 4 de la mañana también es muy ligero. En ambos casos, los entrevistados señalaron que la suspensión de actividades debió ser absoluta o que el toque de queda debió ser más extenso.

Frente a ello, sólo un 8% de personas considera como muy estricta la suspensión del transporte público.

La encuesta de CACIF arroja datos importantes sobre el impacto de la crisis en la actividad empresarial. 47% señala que su empresa opera de forma parcial; 23% de empresas están totalmente suspendidas; 18% implementó el trabajo desde casa; y únicamente 12% operan con normalidad. Este dato se concatena con la medición de la FLD que enfocó en un público más amplio, en la que 21% de las personas señalaron que su empresa o institución donde labora suspendió totalmente sus actividades; 32% indicó que la empresa o institución opera de forma parcial, 39% indica que ahora laboran desde casa y únicamente un 6% indica que la empresa/institución opera toda normalidad.

Para las empresas, el mayor impacto de la crisis ha sido la disminución en la demanda (45% de menciones), el retraso de pagos (24% de menciones) o el cese total de actividades de sus clientes (20% de menciones). A nivel de riesgo futuro, 48% de las empresas señala que la mayor amenaza en el corto plazo es quedarse sin caja para cubrir obligaciones; mientras un 43% indica que su riesgo es perder facturación o clientes.

A nivel de personas, el sondeo de la FLD identificó que en caso de quedarse sin empleo o fuente de ingresos, 15% de los entrevistados podría cubrir sus gastos únicamente de dos semanas o menos; 21% podría hacer frente a sus gastos por 1 mes; 31% hasta 2 meses; y 20% de 2 a 6 meses.

 

Coronavirus + poverty = recipe for disaster
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
15 Abr 2020

El contagio del Coronavirus es un problema que no conoce nivel socioeconómico o estatus social. Sin embargo, aunque es cierto que cualquiera puede contraer la enfermedad, no todas las personas tienen las mismas herramientas sociales para manejar el contagio y escapar a un desenlace fatal.

Hasta el momento, de los 10 países con más casos de Coronavirus, únicamente Irán puede considerarse un país pobre. Sin embargo, aún en estos países de ingreso alto, son las poblaciones con mayores carencias económicas las más golpeadas por el virus.

 Por ejemplo en EEUU, las comunidades afroamericanas y latinas han sido las más afectadas. En Chicago más del 70% de los muertos por Coronavirus son afroamericanos, esto a pesar que solamente representando al 30% de la población. En el condado de Milwaukee, los afroamericanos representan el 50% de los casos y el 75% de las muertes, pero únicamente son el 25% de la población. Por otro lado, en Nueva York los latinos representan el 34% de las muertes, siendo el grupo étnico con más muertes, seguidos por los afroamericanos.

La explicación se encuentra en las condiciones socioeconómicas de estos grupos étnicos; los latinos y afroamericanos en EEUU suelen tener los trabajos peor remunerados. En esta crisis, también han tenido menos oportunidades para trabajar desde casa pues trabajan en sectores económicos considerados indispensables, en áreas como la atención al cliente en todo tipo de tiendas y negocios, esto les ha colocado en la primera línea de contagio frente al virus.

Información como esta debería disparar todas las alertas en un país como Guatemala. Si la pobreza en países desarrollados, que suele ser relativamente más benigna que la nuestra, se ha cobrado la vida de miles de personas; en nuestro país, la pobreza pone a millones de personas frente a una potencial tragedia.

Según el Índice de Pobreza Multidimensional, más del 55% de la población guatemalteca vive en pobreza. Estos son más de 6 millones de personas, de los cuales 4 millones viven con menos de 16 quetzales diarios y 2 millones lo hacen en la pobreza extrema con menos de 8 quetzales al día. 

Esta pobreza que vemos en Guatemala está íntimamente ligada a muchos problemas, siendo uno de los más importantes la desnutrición. La desnutrición crónica es una condición relacionada a la precariedad, que forma personas con sistemas inmunes débiles ante cualquier bacteria o virus. Ademá, expone a quienes la padecen a enfermedades crónicas, cardiovasculares o metabólicas.

El 46.5% de los niños menores de 5 años en Guatemala son desnutridos crónicos, somos el país con la tasa más alta de desnutrición crónica de América Latina. En 20 años, apenas hemos logrado reducir la desnutrición crónica en un 8.7% y a este ritmo, nos tomará 100 años erradicarla. Según Acción contra el Hambre, si el virus se extendiera en un área con altos niveles de desnutrición, estos niños desnutridos serían los primeros en morir. 

Los guatemaltecos además, tienen una alta prevalencia de enfermedades crónicas y no transmisibles (ENT), entre las que se encuentras los diferentes tipos de cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. Todas estas ENT califican como precondiciones de riesgo frente al Coronavirus

Guatemala es el país con la mayor doble carga de mortalidad (tasa entre cáncer + enfermedades cardiovasculares / enfermedades transmisibles) de Latinoamérica. Hoy el cáncer y las enfermedades cardiovasculares son ya las principales causas de muerte en Guatemala y el resto de países de la región. Estos males principalmente afectan a los más necesitados, la falta de recursos les dificulta recibir tratamientos adecuados e información que podría salvarles la vida, también les empuja a llevar vidas no saludables, alimentándose principalmente con alimentos bajos en nutrientes y potencialmente dañinos para la salud.

Otro problema asociado a la pobreza es la falta de infraestructura básica que permita tener condiciones mínimas de salubridad. Según el Censo 2018, el 41% de los hogares guatemaltecos no tienen tubería de agua instalada dentro de su casa. Esos son cerca de 8.5 millones de personas que deben recurrir a tuberías externas, chorros públicos, pozos perforados comunales, agua de lluvia, ríos, lagos, manantiales o camiones (pipas), para tener acceso al agua. Difícil seguir la recomendación de lavarse constantemente las manos cuando no se cuenta con el ingrediente principal de la ecuación.

Además, la población más pobre carece de acceso a servicios de salud. Para el año 2016, un 29% de la población no fue atendida por ningún servicio de salud formal y quienes sí lo fueron se encontraron con servicios públicos desabastecidos, lejanos y sobrepasados en sus capacidades.

La falta de información y educación es otro problema asociado a la pobreza. En Guatemala, el promedio de años de escolaridad es de apenas 6.5, este dato nos pone con Honduras en el último lugar de Latinoamérica. 8 de cada 10 guatemaltecos viven en hogares con pocos años de escolaridad y cerca de 1.5 millones de niños y jóvenes están fuera del sistema educativo. Esta falta de acceso a educación formal, suele traducirse en falta de acceso a información de calidad. Hoy sabemos que la información es clave para enfrentar situaciones como la de la pandemia del Coronavirus.

La desnutrición, las enfermedades no transmisibles, la falta de agua entubada, las carencias del sistema de salud, la falta de información, los bajos ingresos económicos y otros indicadores no mencionados en este artículo, son todas características inevitables de la pobreza en el país y todas actúan como precondiciones de riesgo frente a una crisis sanitarias como la del COVID-19.

En 1997, Richard N. Adams comentó en su estudio sobre los efectos de la pandemia de Influenza de 1918 que: “En tanto el brote de Influenza en 1918 fue una pandemia mundial, en Guatemala atacó a ladinos e indios, habitantes del campo y de la ciudad, pobres y ricos, pero no a todos con la misma fuerza. La mortalidad varió en términos étnicos. En este sentido, se parece al terremoto posterior de 1976 en el que la ubicación geográfica y la vivienda tradicional conllevaron marcadas diferencias en los niveles de pérdidas por grupo étnico.”

Lamentablemente el comentario de Adams podría fácilmente extrapolarse a la Guatemala de hoy, como una fuerte advertencia frente a la pandemia del Coronavirus. Serían en las regiones con mayor cantidad de personas en situación de pobreza, las cuales son mayoritariamente indígenas, en donde seguramente encontraríamos la mayor cantidad de muertos por la enfermedad. Se calcula que, en la Guatemala de 1918, murieron entre 75,000 y 150,000 personas por la pandemia de Influenza. Esto era en una Guatemala mucho menos comunicada y desarrollada, pero con indicadores de pobreza relativamente similares a los de hoy.

La pobreza de este país debe hacernos ver que es imperativo que Guatemala continúe centrando todos sus esfuerzos en la mitigación del contagio de la enfermedad. Debemos evitar a toda costa que el virus alcance a las comunidades más pobres y desprotegidas del país si queremos evitar una tragedia de magnitudes que probablemente nunca hemos visto; eso en el corto plazo, en el largo plazo el reto es tomarnos en serio la tarea de combatir la pobreza, no hay tragedia más grande y duradera que la pobreza de Guatemala. 

En países como Guatemala, la pobreza es también una precondición de riesgo frente al Coronavirus. O mejor dicho, es una condición que pone en riesgo a millones de personas frente a una pandemia como la que enfrentamos en este momento.

 

Coronavirus + pobreza = receta para el desastre
35
Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
15 Abr 2020

El contagio del Coronavirus es un problema que no conoce nivel socioeconómico o estatus social. Sin embargo, aunque es cierto que cualquiera puede contraer la enfermedad, no todas las personas tienen las mismas herramientas sociales para manejar el contagio y escapar a un desenlace fatal.

Hasta el momento, de los 10 países con más casos de Coronavirus, únicamente Irán puede considerarse un país pobre. Sin embargo, aún en estos países de ingreso alto, son las poblaciones con mayores carencias económicas las más golpeadas por el virus.

 Por ejemplo en EEUU, las comunidades afroamericanas y latinas han sido las más afectadas. En Chicago más del 70% de los muertos por Coronavirus son afroamericanos, esto a pesar que solamente representando al 30% de la población. En el condado de Milwaukee, los afroamericanos representan el 50% de los casos y el 75% de las muertes, pero únicamente son el 25% de la población. Por otro lado, en Nueva York los latinos representan el 34% de las muertes, siendo el grupo étnico con más muertes, seguidos por los afroamericanos.

La explicación se encuentra en las condiciones socioeconómicas de estos grupos étnicos; los latinos y afroamericanos en EEUU suelen tener los trabajos peor remunerados. En esta crisis, también han tenido menos oportunidades para trabajar desde casa pues trabajan en sectores económicos considerados indispensables, en áreas como la atención al cliente en todo tipo de tiendas y negocios, esto les ha colocado en la primera línea de contagio frente al virus.

Información como esta debería disparar todas las alertas en un país como Guatemala. Si la pobreza en países desarrollados, que suele ser relativamente más benigna que la nuestra, se ha cobrado la vida de miles de personas; en nuestro país, la pobreza pone a millones de personas frente a una potencial tragedia.

Según el Índice de Pobreza Multidimensional, más del 55% de la población guatemalteca vive en pobreza. Estos son más de 6 millones de personas, de los cuales 4 millones viven con menos de 16 quetzales diarios y 2 millones lo hacen en la pobreza extrema con menos de 8 quetzales al día. 

Esta pobreza que vemos en Guatemala está íntimamente ligada a muchos problemas, siendo uno de los más importantes la desnutrición. La desnutrición crónica es una condición relacionada a la precariedad, que forma personas con sistemas inmunes débiles ante cualquier bacteria o virus. Ademá, expone a quienes la padecen a enfermedades crónicas, cardiovasculares o metabólicas.

El 46.5% de los niños menores de 5 años en Guatemala son desnutridos crónicos, somos el país con la tasa más alta de desnutrición crónica de América Latina. En 20 años, apenas hemos logrado reducir la desnutrición crónica en un 8.7% y a este ritmo, nos tomará 100 años erradicarla. Según Acción contra el Hambre, si el virus se extendiera en un área con altos niveles de desnutrición, estos niños desnutridos serían los primeros en morir. 

Los guatemaltecos además, tienen una alta prevalencia de enfermedades crónicas y no transmisibles (ENT), entre las que se encuentras los diferentes tipos de cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. Todas estas ENT califican como precondiciones de riesgo frente al Coronavirus

Guatemala es el país con la mayor doble carga de mortalidad (tasa entre cáncer + enfermedades cardiovasculares / enfermedades transmisibles) de Latinoamérica. Hoy el cáncer y las enfermedades cardiovasculares son ya las principales causas de muerte en Guatemala y el resto de países de la región. Estos males principalmente afectan a los más necesitados, la falta de recursos les dificulta recibir tratamientos adecuados e información que podría salvarles la vida, también les empuja a llevar vidas no saludables, alimentándose principalmente con alimentos bajos en nutrientes y potencialmente dañinos para la salud.

Otro problema asociado a la pobreza es la falta de infraestructura básica que permita tener condiciones mínimas de salubridad. Según el Censo 2018, el 41% de los hogares guatemaltecos no tienen tubería de agua instalada dentro de su casa. Esos son cerca de 8.5 millones de personas que deben recurrir a tuberías externas, chorros públicos, pozos perforados comunales, agua de lluvia, ríos, lagos, manantiales o camiones (pipas), para tener acceso al agua. Difícil seguir la recomendación de lavarse constantemente las manos cuando no se cuenta con el ingrediente principal de la ecuación.

Además, la población más pobre carece de acceso a servicios de salud. Para el año 2016, un 29% de la población no fue atendida por ningún servicio de salud formal y quienes sí lo fueron se encontraron con servicios públicos desabastecidos, lejanos y sobrepasados en sus capacidades.

La falta de información y educación es otro problema asociado a la pobreza. En Guatemala, el promedio de años de escolaridad es de apenas 6.5, este dato nos pone con Honduras en el último lugar de Latinoamérica. 8 de cada 10 guatemaltecos viven en hogares con pocos años de escolaridad y cerca de 1.5 millones de niños y jóvenes están fuera del sistema educativo. Esta falta de acceso a educación formal, suele traducirse en falta de acceso a información de calidad. Hoy sabemos que la información es clave para enfrentar situaciones como la de la pandemia del Coronavirus.

La desnutrición, las enfermedades no transmisibles, la falta de agua entubada, las carencias del sistema de salud, la falta de información, los bajos ingresos económicos y otros indicadores no mencionados en este artículo, son todas características inevitables de la pobreza en el país y todas actúan como precondiciones de riesgo frente a una crisis sanitarias como la del COVID-19.

En 1997, Richard N. Adams comentó en su estudio sobre los efectos de la pandemia de Influenza de 1918 que: “En tanto el brote de Influenza en 1918 fue una pandemia mundial, en Guatemala atacó a ladinos e indios, habitantes del campo y de la ciudad, pobres y ricos, pero no a todos con la misma fuerza. La mortalidad varió en términos étnicos. En este sentido, se parece al terremoto posterior de 1976 en el que la ubicación geográfica y la vivienda tradicional conllevaron marcadas diferencias en los niveles de pérdidas por grupo étnico.”

Lamentablemente el comentario de Adams podría fácilmente extrapolarse a la Guatemala de hoy, como una fuerte advertencia frente a la pandemia del Coronavirus. Serían en las regiones con mayor cantidad de personas en situación de pobreza, las cuales son mayoritariamente indígenas, en donde seguramente encontraríamos la mayor cantidad de muertos por la enfermedad. Se calcula que, en la Guatemala de 1918, murieron entre 75,000 y 150,000 personas por la pandemia de Influenza. Esto era en una Guatemala mucho menos comunicada y desarrollada, pero con indicadores de pobreza relativamente similares a los de hoy.

La pobreza de este país debe hacernos ver que es imperativo que Guatemala continúe centrando todos sus esfuerzos en la mitigación del contagio de la enfermedad. Debemos evitar a toda costa que el virus alcance a las comunidades más pobres y desprotegidas del país si queremos evitar una tragedia de magnitudes que probablemente nunca hemos visto; eso en el corto plazo, en el largo plazo el reto es tomarnos en serio la tarea de combatir la pobreza, no hay tragedia más grande y duradera que la pobreza de Guatemala. 

En países como Guatemala, la pobreza es también una precondición de riesgo frente al Coronavirus. O mejor dicho, es una condición que pone en riesgo a millones de personas frente a una pandemia como la que enfrentamos en este momento.

 

The scene of a post-Covid-19 recession
30
Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
30 Mar 2020

Por qué esta crisis y sus soluciones resultan distintas a la recesión 2007-2008

Cuando se empezó a visualizar que la pandemia Covid-19 provocaría una crisis económica internacional, el primer instinto fue voltear a ver la experiencia más reciente de una recesión: la crisis financiera 2007-2008. De ahí, que en primera instancia se consideró urgente contrarrestar la inminente contracción a través de políticas expansionistas en materia monetaria (la reducción en la de interés líder para fomentar más consumo) y de política fiscal (aumento del gasto de gobierno) para apuntalar la demanda agregada (total de bienes y servicios demandados a determinado nivel de precios durante un período de tiempo).

Sin embargo, los economistas rápidamente entendieron que la temida recesión post Covid-19 no era comparable con las características de la crisis financiera 2007-2008.

A diferencia de dicha crisis financiera que se caracterizó por una contracción en la demanda agregada como consecuencia del colapso en los mercados inmobiliario y financiero, la recesión post Covid-19 estaría alimentada por un shock en la oferta. Esto, como consecuencia de la disrupción en los canales de producción y distribución. Dicho de forma más sencilla: las políticas de supresión y mitigación de la pandemia (toques de queda, paros y suspensión de actividades) simplemente provocan que miles de empresas no puedan producir, que la oferta laboral se reduzca, que los canales para la exportación estén rotos o paralizados, y que el total de bienes y servicios producidos se contraiga significativamente.

En este sentido, la crisis se asemeja más a las que se producen como consecuencia de una guerra o un desastre natural, cuando la destrucción de infraestructura o la pérdida de capital y fuerza laboral provoca un shock en la oferta, entendido como una reducción en la producción de bienes y servicios.

Lo que complica el escenario actual es que el shock sobre la oferta seguramente vendrá acompañado de una caída en la demanda agregada. La incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y la duración que tendrán los toques de queda o suspensión de actividades, aunado a los recortes de planilla y personal en empresas, provocará -seguramente- una reducción en el gasto de los consumidores. Y como es natural en toda crisis, la incertidumbre invita a un recorte de gastos superfluos y a la reducción en la reinversión de las empresas. Todo ello generará una contracción en la demanda agregada de bienes y servicios.

Es en este momento que se producirá el mayor riesgo global. Las empresas más dependientes del flujo de caja y que cuentan con activos limitados para hacer frente a sus obligaciones (pago de salarios, proveedores, impuestos, etc.) tendrán problemas de liquidez para cumplir con tales compromisos. Este fenómeno afectará, en primera instancia, a las Mipymes. Pero al mismo tiempo, esas empresas estarán enfrentando el problema generado por la contracción en la demanda de bienes y servicios, explicada anteriormente. Si para entonces no existen “paquetes de rescate”, se genera el escenario riesgoso de empresas que sencillamente no pueden cumplir con sus obligaciones y optan por declararse en quiebra.

Si esto ocurre, los trabajadores de esas empresas sufrirán la pérdida de sus empleos e ingresos. En ese caso, el efecto será una reducción en su consumo y una mayor depresión de la demanda agregada.

En resumen, la crisis empieza como una contracción en la oferta acompañada de una contracción en la demanda, lo que a su vez provocará una mayor reducción de la oferta y un ciclo vicioso recesivo.

Por ello, las políticas de mitigación de la crisis deben contemplar los dos extremos del proceso económico. La oferta debe apuntalarse mediante paquetes de rescate que incluyan políticas como moratorias de cuotas patronales o fiscales, la reducción de tasas impositivas, líneas de crédito blandas y alternativas de seguridad social para hacer frente al pago de planillas. Además, debe estimularse la demanda por medio de inversión pública (particularmente en salud e infraestructura), transferencias de dinero a los sectores más vulnerables (personas que subsisten en la informalidad, desempleados y familias en pobreza y pobreza extrema). Pero esto no es todo. También debe pensarse en el “día después de mañana”. Políticas dirigidas a atraer nuevas inversiones una vez la pandemia haya sido superada. La revisión del modelo de zonas francas para atraer inversión para exportaciones; la flexibilización de la regulación laboral; la introducción de “ventanillas únicas” para agilización de trámites y licencias, o la legislación para incentivar inversión pública-privada en infraestructura y vivienda social son algunas alternativas ya discutidas.