Reflexionar después de la crisis

Reflexionar después de la crisis
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
04 Sep 2017

Debemos pasar la página de lo ocurrido en las últimas dos semanas en el país, tomando lecciones que nos permitan continuar de forma efectiva con el proceso de transformación en Guatemala.

No cabe duda que Guatemala es un país atascado en el subdesarrollo. La tasa de inversión es de las más bajas de América Latina, el crecimiento económico apenas alcanza para incorporar a una minoría al mercado laboral formal, los índices sociales son dramáticos, los niveles de violencia intolerables y el resultado es una migración masiva de guatemaltecos hacia Estados Unidos.

Nuestro sistema no funciona y muy pocos estarán en desacuerdo con esta lectura. La pregunta sigue siendo cómo construir nuevas instituciones, que realmente promuevan el crecimiento económico y el desarrollo social. El “cómo” sigue siendo la manzana de la discordia.

La CICIG ha dado un aporte sumamente importante en la transformación del país. Nos ha obligado como sociedad a cuestionarnos muchas acciones que antes considerábamos completamente normal y a discutir seriamente sobre cómo fortalecer nuestro sistema de justicia. Toda la cadena de justicia fue descuidada y olvidada por nuestra sociedad y el Organismo Judicial nunca jugó el papel de contrapeso real ante el Ejecutivo y el Legislativo. El resultado fue que nos convertimos en un reino de impunidad, con un Estado infiltrado por el crimen organizado, el narcotráfico y la corrupción.

Por ello resulta sumamente importante continuar con este proceso iniciado en 2015, ya que representa una ventana de oportunidad única para la transformación del país. No cabe duda que se deben revisar y corregir los errores cometidos, incluidos aquellos que son más de percepción que reales. Las acciones deben ser tan cuidadosas, que no den lugar a críticas, sean éstas justificadas o no. Se debe cuidar el fondo y la forma.

Por otra parte, se debe velar porque el país no derive en rupturas constitucionales o en un escenario de ingobernabilidad y caos que nos termine asemejando más a los países de la Primavera Árabe, que a unpaís con instituciones transparentes. Cuando se apuesta por cambios institucionales, siempre existe el riesgo de que se presente un escenario indeseable. De allí que la prudencia y el bienestar del país deben guiar las acciones de todos los involucrados en este proceso. Se deben cumplir los fallos de las Cortes. Las decisiones intempestivas pueden resultar catastróficas para Guatemala.

La sociedad en su conjunto también debemos recapacitar. Tomar posiciones irreflexivas, poco informadas, dejándose llevar más por el sentimiento que por la razón, puede propiciar el caldo de cultivo perfecto para escenarios caóticos en el país. Muchos argumentos, promovidos por grupos extremistas de ambos bandos, carecían de fundamento y apelaban más a lo visceral que a un análisis balanceado. Incluso circuló mucha información falsa que contribuyó a incrementar la incertidumbre. En ese sentido, debemos asumir nuestra ciudadanía con mucha responsabilidad.

Al final, debemos pasar la página de lo ocurrido en las últimas dos semanas en el país, tomando lecciones que nos permitan continuar de forma efectiva con el proceso de transformación en Guatemala. Nosotros como guatemaltecos debemos ser los primeros interesados en construir un país diferente y no conformarnos con vivir por siempre en un país disfuncional.

Y sobre todo, debemos estar conscientes, que si no hacemos nada por construir instituciones transparentes y libres de corrupción, corremos el riesgo de que el narcotráfico y el crimen organizado se hagan con el control total del Estado, lo cual nos convertiría en un país inviable. Paradójicamente, conformarnos con el status quo podría ser más riesgoso que apostarle por un cambio de instituciones.

Guatemala pasó por una de las peores crisis políticas de su historia reciente. Es previsible cuando se está tratando de transformar un país. Lo importante ahora es retomar el rumbo y no claudicar en la lucha contra la corrupción. Sería trágico que pasemos a la historia, como la generación que dejó ir la oportunidad de construir un país distinto.