Una reacción geopolítica a la pandemia

Una reacción geopolítica a la pandemia
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Director del Área Política de Fundación Libertad y Desarrollo. Licenciado en Ciencia Política, catedrático y analista político en el programa Sin Filtro de Guatevisión.
19 Mayo 2020

Una nueva forma de presión diplomática internacional

Durante las últimas 12 semanas, la atención global se ha enfocado en cómo combatir la pandemia del Covid-19, al tiempo en que se analizan medidas para que las políticas de contención sanitaria generen las menores externalidades negativas posibles.

Lo cierto es que un tema que también debiera estar siendo debatido en las mesas internacionales es la receta para evitar que esto vuelva a ocurrir.

A pesar de la proliferación de todo tipo de teorías de la conspiración sobre el origen del Sars-Cov2, la Organización Mundial de la Salud y diversas investigaciones independientes de la Universidad de Sydney y de científicos en Estados Unidos y Reino Unido han determinado que el Covid-19 es una enfermedad zoonótica. Es decir, que saltó de animales a humanos.

Agreguemos un dato. El Centro para el Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha determinado que el 75% de las enfermedades nuevas o emergentes tienen un origen zoonótico, tal y como ha ocurrido en décadas recientes con el VIH-SIDA (que saltó de primates a humanos) o las diferentes cepas de la influenza aviar o porcina.

Si bien el rastreo del origen del Sars-Cov2 todavía arroja resultados inciertos, una de las teorías más aceptadas es que el mismo se originó en un “mercado húmedo” de Wuhan, China, done es común la compraventa de diversos tipos de animales silvestres. La profundización del comercio de animales vivos y carne animal silvestre, aunado a un incremento reciente en los patrones de consumo de estos, tanto en China como en otros países del sudeste asiático, provoca una natural propensión hacia un incremento en el nivel de riesgo de futuros contagios.

Prevenir entonces nuevas pandemias requiere de una acción global concertada. Por un lado, que no nos extrañe si en meses siguientes, una vez haya luz al final del túnel sobre las medidas para combatir el Covid-19, que las potencias occidentales -lideradas por Estados Unidos- ejerzan presión política sobre el Gobierno de China para deducir algún tipo de responsabilidad por la reciente pandemia. Esa presión puede encaminarse a promover el cierre de los mercados de animales silvestres, a combatir el contrabando y consumo ilegal de carnes exóticas y, sobre todo, a promover mayor transparencia y apertura de las autoridades chinas respecto de sus políticas sanitarias.

Que no nos extrañe si en un futuro próximo, una forma de expresión de la política internacional incluya el endurecimiento de las medidas sanitarias, el control agrícola y la proyección global de marcos normativos regulatorios sobre manejo de información sanitaria y controles silvestres.

Sin duda, la ofensiva diplomática con China será el primer paso. Pero naturalmente, el África subsahariana (que desde hace una década ha estado bajo el control geopolítico chino) será otro de los focos de la política de prevención sanitaria global.