¿Debemos cerrar por completo el país?

¿Debemos cerrar por completo el país?
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
22 Jun 2020

Lo más grave es que nos está pasando lo mismo que otros países subdesarrollados, en donde estamos pagando un alto costo económico y la pandemia continúa su curso inexorable. ¿Estamos en un callejón sin salida?

 

La pandemia está fuera de control en Guatemala. Atrás quedaron las primeras 8 semanas de contagios, en donde parecía que íbamos a ser de los países menos afectados del continente. Hoy estamos en una situación crítica en la que la curva de contagios está creciendo a un ritmo que parece imparable y nuestro frágil sistema de salud está colapsando rápidamente ¿Qué opciones tenemos antes esta realidad? ¿Debemos cerrar por completo el país?

Las políticas de cierre fueron exitosas en los países desarrollados. Luego de dos meses de confinamiento lograron controlar la pandemia y comenzaron a abrir sus economías con todas las medidas de seguridad. El daño a sus economías fue muy fuerte, pero por el momento ganaron la batalla. Y digo por el momento, porque existe una alta probabilidad que enfrenten una segunda y hasta una tercera ola.

La situación en los países subdesarrollados es muy diferente. La India cerró su economía por dos meses en lo que ha sido catalogado como el mayor confinamiento de la historia, dado que ese país cuenta con más de mil trescientos millones de habitantes. Sin embargo, luego de ese período, este país tuvo que abrir nuevamente su economía, dado que más de 120 millones de personas habían perdido sus empleos para entonces y lo que es peor, el esfuerzo parece haber sido inútil, ya que la curva de contagio sigue creciendo de forma imparable.

Perú es el otro caso en el cual se cerró la economía y los contagios no menguaron. El centro de la pandemia se trasladó a los países subdesarrollados y a diferencia de los países avanzados, estamos perdiendo la batalla estrepitosamente. La razón es muy simple. Tenemos Estados ineficientes y no se cuentan con los recursos necesarios para garantizarle a las personas una red de apoyo si pierden sus empleos o sus pequeños negocios. Se debe salir a trabajar si se quiere evitar morir de hambre.

En el caso de Guatemala, el gobierno tomó medidas inmediatas ante los primeros casos registrados, lo cual fue aplaudido en su momento. Sin embargo, luego de tres meses de medidas erráticas, la situación esta fuera de control y la economía esta en picada. La recaudación fiscal cayó 24% en el mes de mayo y el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) cayó 5.2% en marzo y 10.2% en abril. Estamos en la mayor crisis económica desde los años ochenta y si se cumplen los peores escenarios, la situación podría ser incluso peor que la que se vivió en aquel entonces.

Lo más grave es que nos está pasando lo mismo que otros países subdesarrollados, en donde estamos pagando un alto costo económico y la pandemia continúa su curso inexorable. ¿Estamos en un callejón sin salida?

A estas alturas, los pocos ahorros con los que contaban muchas familias se están esfumando y muchas empresas están luchando por sobrevivir. Varias empresas ya cerraron para siempre. La expectativa era que esta situación iba a durar dos o tres meses, pero ahora tenemos claro que la pandemia estará rondando el mundo por lo menos dos años más. ¿Podríamos permanecer encerrados todo ese tiempo?

La única opción que tenemos en estos momentos es aprender a vivir con la pandemia. Y eso implica tratar de retomar las actividades, tomando todas las medidas de seguridad del caso. El gobierno tiene que duplicar el esfuerzo por fortalecer el sistema de salud y mantener bien pagados a todo el personal de salud, brindándoles todo el equipo de protección, porque aún falta lo más grave. También se tienen que incrementar sustancialmente el número de pruebas y el monitoreo de los casos activos.

Pero no podemos darnos el lujo de cerrar completamente el país, como ha quedado evidenciado en decenas de países subdesarrollados que lo han intentado y han fracasado. Debemos ser creativos, enfrentar nuestra realidad y tratar de evitar que miles de familias sigan sufriendo la tragedia del desempleo y la perdida de sus medios de subsistencia. Se debe cuidar la salud y la economía de las familias guatemaltecas.