Petro, the good cop and Maduro, the bad cop

Petro, the good cop and Maduro, the bad cop
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Directora del área de Estudios Latinoamericanos de la Fundación Libertad y Desarrollo. Es licenciada en Historia egresada de la Universidad Central de Venezuela.
27 Apr 2023

A pesar de que Petro niega ser un mediador para el lavado de cara internacional de Venezuela, sus acciones reflejan que prácticamente se está desempeñando como el canciller informal de Nicolás Maduro.

 

En entregas anteriores, hemos analizado cómo desde inicios del 2022, Nicolás Maduro ha hecho enormes esfuerzos para “lavar” su imagen internacional y hacer ver que poco a poco la crisis venezolana se normaliza y retoma los cauces institucionales.

Con gestos internos como permitir que se desarrollen las primarias de la oposición este año y la purga interna de elementos radicales dentro del chavismo, Maduro pareciera dar señas de “moderación”, que han creado la percepción de una especie de apertura por parte del régimen. 

A esta “gadafización” de Maduro, se han prestado el propio presidente Joe Biden enviando varias delegaciones diplomáticas a Caracas, liberando detenidos y levantando varias sanciones, pero quizá el colaborador más militante de esta causa, no ha sido otro que el presidente de Colombia, Gustavo Petro.

La semana pasada, Petro visitó Estados Unidos para reunirse con Biden y conversar expresamente sobre la situación de Venezuela. El presidente colombiano declaró a la prensa internacional que se había discutido sobre la posibilidad de levantar las sanciones económicas a Venezuela. Al cabo de pocos días de esta visita, Petro se reunió con una parte de la oposición venezolana para “apoyar el diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela”. Interesantemente, a estas conversaciones no fue invitada María Corina Machado, quien se encuentra liderando la intención de voto de las primarias de la oposición. 

De hecho, este lunes 24 de abril, Petro convocó a una Cumbre sobre Venezuela en la ciudad de Bogotá, y frente a varias delegaciones diplomáticas de países acompañantes, pronunció un discurso en su acostumbrado estilo sentimental sobre la necesidad de llegar a un acuerdo sobre el tema Venezuela. Desde comenzar haciendo una referencia sexual sobre Simón Bolívar y Manuelita Sáenz, elaborar un recuento de las dictaduras latinoamericanas del siglo pasado, expresar su deseo de que Venezuela regrese al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, hasta pedir el levantamiento de sanciones al país por parte de Estados Unidos; Petro hizo derroche de su elocuencia y vehemencia en su monserga sin apenas recurrir a un solo apunte. 

En una nota tan lamentable como patética, a esta cumbre intentó ingresar Juan Guaidó, quién hasta enero de este año todavía fungía de presidente encargado de Venezuela, y le fue negada la entrada al recinto por haber ingresado al país de forma irregular y fue básicamente deportado. Guaidó, quien hasta el día anterior se encontraba haciendo campaña en Venezuela para las primarias opositoras, terminó aterrizando en la ciudad de Miami, Florida, en donde se especula que finalmente se exiliará. 

A pesar de que Petro niega ser un mediador para el lavado de cara internacional de Venezuela, sus acciones reflejan que prácticamente se está desempeñando como el canciller informal de Nicolás Maduro. De hecho, el dictador tuvo el gesto de desearle “suerte” a Petro en el encargo. 

Por su parte, Maduro ha dejado muy claras sus condiciones para siquiera molestarse en hacer un mínimo esfuerzo de retomar conversaciones y que “el panorama electoral transcurra con normalidad”: 

  • Levantamiento de todas las sanciones económicas de Estados Unidos
  • Cerrar el proceso en su contra en la Corte Penal Internacional por violación a Derechos Humanos
  • Que la oposición le transfiera 3,200 millones de dólares 

Los resultados de la cumbre están por verse, aunque no se ven prometedores. Maduro ha puesto sus cartas sobre la mesa, lo que no parece tan claro es si la comunidad internacional y la oposición negociante estarán conscientes de que no hay forma en estos momentos de que el tirano ceda en nada. Tal vez Petro con su lirismo verborreico se los puede hacer entender.