Machines Capable of Thinking, Learning, and Creating?
En el programa de esta semana, analizamos la Inteligencia Artificial, sus oportunidades y desafíos
Dionisio Gutiérrez inició recordando que “desde la imprenta hasta la electricidad, el hombre ha convivido con el cambio”, pero advirtió que nunca antes la humanidad había enfrentado una disrupción como la actual: “Con la Inteligencia Artificial estamos ante una revolución que puede iluminar o extraviar el porvenir de la humanidad, según el uso que hagamos de ella”.
También mencionó el impacto que esta tecnología tendrá en la educación. Gutiérrez afirmó que la IA “puede ser un milagro o una catástrofe”, pues así como puede “multiplicar el acceso al conocimiento, personalizar el aprendizaje y liberar al maestro de tareas rutinarias”, también puede “atrofiar la curiosidad, adormecer el pensamiento crítico y crear generaciones que sepan buscar respuestas sin haber aprendido a formular preguntas”. El riesgo, subrayó, “no está en la máquina, sino en quien delega su responsabilidad”.
En cuanto al mercado laboral, recordó que la humanidad ya ha enfrentado transiciones profundas, pero que esta es inédita: “No es la primera vez que la humanidad enfrenta un cambio de era (…), pero sí es la primera vez que la sustitución se produce en el terreno del pensamiento”. Destacó que, así como “el trabajador manual fue reemplazado por la máquina, el intelectual lo será por el algoritmo”. Y advirtió que, aunque la IA domina “el cálculo, la velocidad y la precisión”, carece de “empatía, creatividad e intuición moral”, razón por la cual “la educación debe cambiar su esencia”: enseñar criterio, pensamiento propio y juicio.
Para finalizar, Gutiérrez alertó sobre los riesgos de la comodidad digital, que puede convertirnos en “seres dependientes, incapaces de pensar sin asistencia, de crear sin modelo, de decidir sin algoritmo”. La libertad, recordó, exige esfuerzo. Y concluyó que si la IA se pone al servicio del progreso humano, abrirá “una era de prosperidad y conocimiento sin precedentes”, pero si se convierte en sustituto del juicio humano, nos llevará “a la más sofisticada forma de servidumbre”. Porque “la inteligencia artificial podrá aprenderlo todo, menos lo que significa tener alma”, y es ese misterio, el de la libertad y la responsabilidad, el que seguirá marcando la diferencia entre el hombre y su creación, afirmó.
En el siguiente segmento, Dionisio Gutiérrez entrevistó a Juan David Gutiérrez, doctor en política pública y profesor universitario, y a Santiago Gómez Mejía, secretario ejecutivo de FELAFACS, sobre la Inteligencia Artificial, sus oportunidades y desafíos.
Juan David Gutiérrez advirtió que existen profesiones particularmente expuestas ante la inteligencia artificial generativa. Señaló que áreas como “diseño de imágenes, edición de texto, traducción” enfrentan un riesgo mayor, pues allí las máquinas ya realizan tareas “más rápido y en mejores condiciones”. Al mismo tiempo, reconoció que en campos como la arquitectura, la medicina, la ingeniería, el derecho y las finanzas “vienen cambios drásticos”, aunque insistió en que, al requerir juicios de valor, estos sectores verán “desplazamientos parciales del trabajo, pero no reemplazo”.
Sobre el papel de la educación, fue claro: es indispensable “fortalecer y desarrollar nuevas competencias digitales”. Sin embargo, advirtió que dominar la tecnología “no necesariamente va a proteger a las personas del desplazamiento de sus trabajos”, ya que los modelos de negocio pueden transformarse hasta eliminar ciertos roles.
Al hablar de cómo reinventarse profesionalmente, Gutiérrez compartió dos recomendaciones clave: primero, ser relevante resolviendo problemas dentro de la organización; segundo, cultivar competencias blandas, como la empatía, el trabajo en equipo y el pensamiento complejo, habilidades “atribuibles solo a los seres humanos” y que siguen siendo esenciales incluso en entornos altamente tecnológicos.
En perspectiva histórica, recordó que la preocupación por la automatización “nos ha acompañado desde hace literalmente más de un siglo”. La pregunta, dijo, no es si habrá desplazamiento laboral, sino “a qué ritmo se va esa transformación”. Mientras Silicon Valley anticipa cambios inmediatos, “los académicos son un poquito más escépticos”. Aun así, subrayó que la humanidad siempre se adapta: “muchos de los empleos a los que hoy estamos acostumbrados a hacer no existían hacía 20 años”. Por eso, las nuevas tecnologías también crearán “nuevos tipos de trabajos” y nuevas necesidades.
Sobre el liderazgo en la era de la IA, Gutiérrez coincidió en que las grandes organizaciones ya entendieron que los mejores líderes no son los más técnicos, sino quienes saben comunicar, coordinar y conectar equipos. Y anticipó que esta tendencia trascenderá el ámbito empresarial: “lo vamos a ver no solo en las empresas, sino también en la política y en otros espacios de la vida humana”.
Por su parte, Santiago Gómez afirmó que la inteligencia artificial exige transformar las prácticas docentes. Señaló que “debemos modificar las conductas y las metodologías” y que la educación requiere “un reemplazo y una modificación de los ejercicios de aula” para aprovechar realmente estas herramientas.
Sobre la alfabetización del siglo XXI, coincidió en que el reto es usar la IA sin sacrificar la esencia humana del aprendizaje: “es igualmente importante enseñar a usar la herramienta como enseñar a mantener las capacidades humanas por encima de la herramienta”. Defender el pensamiento crítico, dijo, es tan urgente como enseñar a programar.
Frente al desafío de formar jóvenes para empleos que aún no existen, advirtió que los currículos deben transformarse radicalmente. En carreras de cinco años, señaló, “lo que enseñemos hoy (...) en cinco años ya serán sistemas caducos”. A su juicio, es urgente construir programas “más flexibles” y capaces de ajustarse al cambio impuesto por la tecnología.
En cuanto a los riesgos para las nuevas generaciones, destacó que aunque ya “no necesitan ocupar tiempo buscando información”, la reflexión sigue siendo indispensable: es un rasgo “propio del humano que no debería ser reemplazado”. Y frente al dilema de libertad, reconoció que la IA nos hará “más cómodos”, como ocurrió con la imprenta o el internet, pero recordó que la libertad “depende de cómo usemos la herramienta”.
Finalmente, lanzó una advertencia: “En este momento creo que no estamos preparados para convivir con una inteligencia no humana”. Si no ajustamos incluso nuestros “modelos cognitivos”, enfrentaremos “brechas de competitividad cada vez más profundas”, concluyó.
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Dionisio Gutiérrez inició señalando que América Latina se ha acostumbrado a vivir “al borde del colapso y, sin embargo, seguir bailando”, y que 2026 nos encuentra con un escenario global tenso: guerras en varias regiones del mundo, élites distraídas y una economía internacional complicada.
Llamas inició advirtiendo que, de cara a 2026, persisten señales de alerta para la región: “hay riesgos evidentes: el Estado de derecho, la autocracia, el intervencionismo público”. Sin embargo, añadió que también existen “motivos más que de sobra para la esperanza”, pues observa “un cambio de rumbo claro de la mano de nuevos líderes” y de un ideario liberal-conservador renovado.

Vara inició advirtiendo que el mundo ha regresado a una lógica en la que la fuerza vuelve a determinar los intereses de las potencias. Indicó que vivimos un tiempo en el que los equilibrios del pasado se han erosionado y donde “la fuerza vuelve a ser el criterio con el que las potencias quieren imponerse a los intereses de los demás”.

Moncada explicó que la región vive “una situación muy grave”, con niveles de criminalidad comparables a los de “una guerra civil”. Señaló que la impunidad es “uno de los principales incentivos del crimen organizado”, pues “cuando no hay castigo creíble y las ganancias siguen subiendo, la violencia no tiene consecuencias”.
Por su parte, Breda explicó que América Latina enfrenta “una combinación letal de factores”: altos niveles de desigualdad, corrupción, ineficacia institucional y una amplia disponibilidad de armas. Señaló que las economías ilícitas, como “el mercado de las drogas, la minería ilegal y la extorsión”, ofrecen incentivos que “alientan la participación y el control de los grupos criminales”.

Horst inició reconociendo el retroceso de Chile en los indicadores políticos, económicos, de seguridad e institucionales. Sin embargo, espera que “en las próximas elecciones vuelva a primar una mirada de esperanza y de un Estado que abrace el desarrollo y que permita recuperar las bases del progreso económico y social”.
Por su parte, Cordero inició expresando que Chile no quiere continuidad, sino cambio. Por esa razón, y por la mala evaluación del gobierno de turno, las posibilidades de Jeannette Jara son muy bajas.

Pastrana inició señalando la gravedad que representa que Gustavo Petro esté señalado de colaborar con el crimen y la corrupción: “Es un presidente que hizo el pacto denominado El Pacto de la Picota, en el cual fue a hablar con narcotraficantes para pedir votos. Su hijo también denuncia que en la campaña hay recursos del narcotráfico. [Además], le han quitado la visa [de Estados Unidos] y está en la lista Clinton”. Ante este contexto, está en duda si Colombia será sancionada con tarifas, aranceles al café y a las flores, lo cual afectaría a más de 500 mil familias.
Dionisio Gutiérrez inició con una reflexión sobre la crisis que vive la región: “América Latina, tierra fecunda en historia, cultura y recursos, vive años de carencias y amenazas. Somos una región que soñó con libertad, justicia y progreso, pero hoy enfrenta autocracias disfrazadas ante la mirada cansada de élites indiferentes, ciudadanos resignados y una clase política que ha hecho del poder corrupción e impunidad”.
Salinas expresó que el contexto actual sugiere un panorama complicado para el futuro próximo de la región. Sin embargo, no descarta un optimismo cauteloso: “Vemos cómo se ha desenmascarado el autoritarismo en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
Por su parte, Arias aseguró que América Latina necesita creer y aspirar a mejores instituciones. Sin embargo, indicó que los ciudadanos también tienen un componente de responsabilidad de lo que ocurre: “Muchas veces no se elige correctamente. Por ejemplo, en el caso venezolano ha tomado más de dos décadas darse cuenta de que estamos frente a un régimen criminal”.
Dionisio Gutiérrez inició recordando que hubo un tiempo en que Argentina fue sinónimo de prosperidad. Tierra de inmigrantes y de trabajo, de universidades admiradas y de una cultura que deslumbraba. Una nación rica, moderna, que inspiraba esperanza en América Latina. Sin embargo, la fuerza del peronismo se disfrazó de justicia social y terminó siendo una maquinaria de poder y destrucción.
Ghersi inició recordando que la construcción de la democracia y el Estado de derecho es un “proceso evolutivo”, donde siempre habrá confrontación. Sin embargo, la clave es limitar el poder a través de la ley. Si logramos esto, podremos controlar el uso del poder a pesar de caudillos de izquierdas o derechas, aseguró. Además, expresó que a pesar de la evidencia que demuestra que países con gobiernos populistas registran menor PIB per cápita, más deuda e inflación a largo plazo, las personas siguen eligiéndolos por “la magia de la palabra”. Es decir que “la gente cree más en un sueño que en la realidad”.
Dionisio Gutiérrez inició recordando que cuando un gobernante “es incompetente, corrupto y cómplice de grupos criminales, no es simplemente un mal administrador: es el sepulturero de la democracia. Es quien hace la diferencia entre vivir en un Estado de derecho o en una república secuestrada”.
Raisbeck indicó que estamos presenciando el regreso de la violencia política. En Colombia, donde él participó como candidato en elecciones en los últimos años, “se pensaba que ya se había superado esto”. Sin embargo, el asesinato de Miguel Uribe Turbay hace poco meses demuestra lo contrario, añadió. Aseguró que este fenómeno se ha dado en distintos países, como en Estados Unidos.