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Un mapa ideológico de la derecha

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La derecha no es única ni existe un monopolio discursivo

 

No. Apoyar la lucha contra la corrupción, o en su momento, a la CICIG, no es una categoría para diferenciar a la “derecha” de la “izquierda”. Tampoco es decir que la Corte de Constitucionalidad se ha extralimitado en sus funciones. Ni siquiera la discusión sobre el respeto y promoción de los derechos humanos debiera considerarse como un factor diferenciador. Al final, hay valores comunes a distintas ideologías.

Por si fuera poco, la superficial dicotomía de “fachos” y “chairos” sólo ha servido para banalizar aún más una discusión que de por sí ya era hepática y falta de argumentos. Tampoco se puede plantear la dicotomía desde el personalismo. Ser de derecha no es estar de acuerdo con Zury Ríos, Jimmy Morales o Roberto Arzú; como ser de izquierda no es estar de acuerdo con CODECA o Mario Roberto Morales.

Créanme. Es un poquito más complicado que eso. 

La “derecha” ni siquiera es una categoría ideológica única. Dentro del concepto caben conservadores tradicionalistas, conservadores liberales, liberales clásicos, libertarios, anarco-capitalistas, liberales sociales, ordo-liberales, demócratas-cristianos o social-cristianos. Y aquí me limito a enlistar familias de ideologías políticas. Si agregamos las escuelas económicas, las permutaciones se vuelven infinitas.

Tampoco es una categoría sobre valores generales. Por ejemplo, los conservadores tienden a ser más organicistas que individualistas; mientras los liberales son individualistas ante todo. Los liberales-sociales han matizado el individualismo absoluto con el interés por el colectivo. Mientras que los demócratas-cristianos tratan de encontrar el balance entre el individuo y la sociedad.

La creencia en el mercado es quizá una característica común; pero tampoco es absoluta. Algunos conservadores creen que antes de libertad de mercado es mejor un poco de mercantilismo, es decir, protección del Estado de sectores estratégicos. Los liberales clásicos, los libertarios y anarco-capitalistas creen en el absolutismo de mercado y propugnan un sistema económico donde las regulaciones sean mínimas o inexistentes. Los ordo-liberales creen en el mercado, pero con regulaciones para corregir sus falencias, entre ellas, la promoción activa de la competencia o la prestación estatal de algunos servicios públicos. Mientras que los demócratas-cristianos matizan el absolutismo de mercado con conceptos como la solidaridad o subsidiariedad, que se traducen en sistemas fiscales más agresivos.

Los conservadores y liberales chocan en la dicotomía entre orden y libertad; mientras los primeros creen en el orden primero y libertad después, los segundos -en cambio- están dispuestos a sacrificar un poco de orden por el valor supremo de la libertad. Para muestra, la disyuntiva que mejor evidencia esta diferencia es la seguridad aeroportuaria tras 9/11. Quienes creían que las medidas de revisión de pasajeros eran muy invasivas, probablemente respondían a valores liberales; quienes en cambio creían que las medidas eran necesarias para garantizar la seguridad, probablemente respondían a valores más conservadores.

La influencia religiosa también es otra fuente de división. El conservadurismo y el demo-cristianismo tienen como base filosófica una fuerte raíz religiosa, aunque también con diferentes grados y matices. Los liberales, en cambio, propugnan el laicismo y la libertad religiosa como uno de los valores supremos.

Y luego, no podemos obviar que derechas e izquierdas están muy relacionadas con las condiciones contextuales propias del lugar. Por ejemplo, en los países musulmanes, donde el radicalismo islámico es una variable transversal, las derechas propugnan mayor influencia de la religión en política, mientras que los liberales que propugnan la separación de Iglesia y Estado, son considerados como de izquierda.

Esta es quizá una pequeña muestra que el debate sobre ideologías es un poco más complejo de lo que algunos quieren presentar. Y sobre todo, sirve para evidenciar que quien limita la discusión a temas de momento -como CICIG, cortes o visión de relaciones internacionales-, quizá necesita antes educarse un poco sobre la riqueza y diversidad detrás de la discusión de ideologías.

Centroamérica, después de la pandemia

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Imaginen ustedes la dinámica, el entusiasmo y, sobre todo, la esperanza que daría a la región ver proyectos de desarrollo en infraestructura, integración financiera, industria y comercio para la región. La inversión que Centroamérica podría atraer y la cantidad de oportunidades que se podrían crear. Los recursos que se podrían generar y la cantidad de problemas sociales que podríamos resolver.

 

Las persecuciones, las guerras, las pestes, la gran depresión y otros capítulos estelares de los últimos dos milenios marcaron los momentos que definieron lo que hoy somos como especie. Una especie que no ha sido perfecta, y nunca lo será. Pero cada Siglo y cada generación enfrentó su hecatombe y la superó. Y siempre, floreció una civilización más humana, más inteligente, más próspera y civilizada.

Los líderes en todos los sectores de la sociedad, en especial gobiernos y empresa, debemos gestionar la crisis al mismo tiempo en que diseñamos las bases del futuro que encontraremos después de la pandemia.

Este es un problema global que necesita soluciones globales, pero la complejidad de la crisis en este momento geopolítico del mundo exige, en cada sociedad, estadistas, valores y liderazgo.  

El futuro ya no es lo que pensamos... nada será lo mismo…  Estamos a las puertas de un nuevo orden mundial del que tenemos más dudas y temores que datos y certezas. Pero no es la primera vez que la especie humana se enfrenta a eventos que cambian el curso del destino y la historia de las naciones; o como en este caso, del mundo.

Esta pandemia vino a golpearnos en los puntos frágiles que tenemos: El sistema de salud, la economía, el subdesarrollo político, el Estado de Derecho y la cultura. Debilidades que la crisis obligará a corregir.

Los pueblos del mundo se debaten entre los dilemas que generan los mecanismos del miedo y la capacidad del ser humano para encontrar la serenidad para enfrentar este desafío, con humildad, pero con inteligencia, con destreza, pero con estrategia.   

Salir de esta crisis requerirá sacrificios, tolerancia, flexibilidad y optimismo. Salir de esta crisis dependerá de dos tareas críticas: la política y la economía. 

Para levantar de verdad la economía centroamericana, el desafío es convertir a los países de la región en una zona sin fronteras y de libre movilidad de bienes, servicios, capitales y personas.

Imaginen ustedes la dinámica, el entusiasmo y, sobre todo, la esperanza que daría a la región ver proyectos de desarrollo en infraestructura, integración financiera, industria y comercio para la región. La inversión que Centroamérica podría atraer y la cantidad de oportunidades que se podrían crear. Los recursos que se podrían generar y la cantidad de problemas sociales que podríamos resolver.

Y si logramos construir la integración económica y fortalecemos los sistemas de justicia, Centroamérica dejaría de ser una amenaza a la seguida hemisférica.  

En medio del dolor por los seres queridos que hemos perdido por el destino, la pandemia, la pobreza, la violencia; en medio del subdesarrollo político que padecemos, el peor de todos, que nos tiene atrapados en el cuarto mundo; en medio de contradicciones, indiferencia y sobredosis de soberbia, la región centroamericana libra en estos momentos múltiples batallas que definirán el futuro de varias generaciones de ciudadanos.

Por eso, es imprescindible y apremiante rescatar el paradigma liberal, representativo y democrático donde la división de poderes que establecen la República y el Estado de Derecho se respetan porque definen la forma de gobernarnos.

Para redimir la esencia y el significado de un Estado Democrático de Derecho es imperativo recuperar el compromiso con lo público, reivindicar el sentido del respeto a la ley, volver al valor de honrar juramentos y cumplir con la palabra que se da.  

Centroamérica, su historia y sus números duelen con frecuencia. Somos un grupo extraordinario de pueblos que estamos pagando un alto precio para ser naciones desarrolladas, justas y prosperas de verdad; pero somos tierra de gente libre y valiente; por eso, ese día llegará.

 

 

Diplomacia de las vacunas

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Las vacunas han sido y están siendo utilizadas por países como China para avanzar su agenda y aumentar su influencia política en los países del mundo, particularmente en América Latina, seguramente para ganar espacios diplomáticos a los Estados Unidos. 

 

Guatemala está en el sótano de vacunación del covid19. Es el cuarto país con menos personas vacunadas en el continente solo por encima de Paraguay, Honduras y Trinidad y Tobago (no hay cifras oficiales de Venezuela, Cuba y Nicaragua). 

El problema de Guatemala es dual, por un lado la compra de las vacunas fue retardada. Las primeras dosis llegaron a finales de febrero con la donación de 5 mil dosis de la embajada de Israel y 200mil dosis de la embajada de la India. Con eso arrancó el Plan de Vacunación diseñado por el Ministerio de Salud. Poco tiempo más tarde, se anunció la llegada de 81mil 600 dosis adquiridas a través del mecanismo de COVAX. En días más recientes, se informó de la compra de 16 millones de dosis de la vacuna Sputnik V que permitirían vacunar al menos 8.3 millones de guatemaltecos. 

El segundo problema que enfrenta el país es el ritmo y velocidad para administrar las vacunas. Indistintamente de si se logra adquirir las vacunas, sin una administración eficiente de las mismas, para lograr inocular a un porcentaje considerable de la población y alcanzar la famosa inmunidad de rebaño, seguiremos estando en los últimos lugares respecto al resto de países de la región. Desde el inicio del Plan de Vacunación solo 155 mil personas han sido vacunadas con la primera dosis y tan solo 1, 826 personas ya tienen el esquema completo de inoculación. Menos del 1% del total de la población ha recibido al menos la primera dosis de la vacuna. 

El drama de la ineficiencia del gobierno en la gestión de recursos para la vacunación se hace incluso más evidente cuando nuestros vecinos tienen titulares como que ya alcanzaron el medio millón de vacunados. Por si eso no fuera poco, adquirieron 105mil dosis de la vacuna a través de COVAX y 1 millón de la vacuna SINOVAC (producción China). Además, el presidente Nayib Bukele, presumió de su estrecha relación con Xi Jinping cuando anunció a través de su cuenta en Twitter que recibirían una donación adicional de 150mil vacunas. La popularidad del gobierno se ha mantenido elevada y no caben dudas que su eficiencia le permitirá seguir consolidando su populismo carismático en el país vecino.

Con estas comparaciones algunos cuestionan, ¿por qué Guatemala no tiene relación con China? Se trata de un asunto de diplomacia, desde 1960 Guatemala tiene relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán)(tenían relaciones desde antes, pero se estableció una embajada formalmente hasta después de la primera mitad del siglo XX). De los 15 países del mundo con los que Taiwán mantiene relaciones diplomáticas, Guatemala es el país más grande en términos de población. Una relación que vale mucho para la provincia autónoma china que ahora sufre acoso de la potencia continental de China. 

Caso contrario, El Salvador rompió relaciones diplomáticas con Taiwán en 2018 con el gobierno de Salvador Sánchez Cerén. En su momento, Taiwán acusó a China de prometer paquetes de ayuda a los países para establecer relaciones diplomáticas. En sus declaraciones, el Ministro de Relaciones Exteriores taiwanés, Joseph Wu, dijo que no estaba dispuesto a tener una competencia de dinero con la potencia China. Esta situación además, incomodó a los Estados Unidos por tener en su propio patio trasero a uno de sus principales enemigos. 

Algunos pensarán que resulta bastante tentador cambiar de bando, es decir, romper relaciones con Taiwán para aliarse con China y así ser beneficiarios directos de cuestiones como las vacunas, o de cosas más superficiales como la construcción de estadios como sucedió con Costa Rica hace unos años. Sin embargo, no debemos olvidar al menos dos cuestiones: 

  1. La relación de Guatemala con Taiwán ha traído beneficios en materia de educación y préstamos blandos para infraestructura
  2. Las vacunas han sido y están siendo utilizadas por países como China para avanzar su agenda y aumentar su influencia política en los países del mundo, particularmente en América Latina, seguramente para ganar espacios diplomáticos a los Estados Unidos. 

 

Los aliados que tenemos son reflejo de los valores que a nivel de país se tienen. No podemos olvidar que China es un gobierno autoritario que comete severos atropellos en contra de los derechos y libertades de sus ciudadanos. Aliarse con China es prácticamente estar en contra de los valores de la democracia, el estado de derecho y la división de poderes. Por eso, a pesar de lo tentador que pueda resultar romper relaciones con Taiwán, se debe actuar de manera más estratégica e inteligente respecto a las relaciones con China.



 

Un balance de los resultados en Ecuador y Perú

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El domingo 11 de abril de 2021 fue un día de grandes expectativas para Latinoamérica porque se llevaron a cabo procesos electorales en dos importantes países andinos. Cada uno con sus particularidades y complejidades internas, pero también con tendencias regionales a partir de las cuales puede trazarse un análisis que busque comprender el estado de la salud democrática de la región.

 

Comencemos con las buenas noticias del Ecuador, donde finalmente se contuvo el avance que lideraba el correísmo desde hace 14 años. Las causas que explican este repliegue se explican por varias razones: primero, el “correísmo” nunca dejó de ser un proyecto personal amalgamado en la figura de Rafael Correa, lo que obstaculizó una sucesión. De hecho, recordemos que su primer alfil, Lenín Moreno, se distanció del correísmo en su gobierno, al punto de convertirse en enemigo acérrimo de Rafael Correa. Segundo, tenemos a la propia figura polarizante de Correa, que en términos electorales tiene sus pros y sus contras, porque si bien en primera vuelta sirve de elemento diferenciador y además cuenta con una base de voto duro; en segunda vuelta siempre se encuentra con el problema del anti-voto. Esto fue problemático porque vimos cómo Arauz en la primera vuelta se apoyó muchísimo en la figura de Correa y logró pasar sin problemas al balotaje, pero en la segunda vuelta apostó por distanciarse (sin éxito) de su figura polarizante, resultándole imposible “controlar” el carácter volátil del caudillo que hacía todo tipo de declaraciones disruptivas en medios y en su cuenta Twitter. También hay que incluir elementos como el discurso de unidad nacional que adoptó Guillermo Lasso que se distanció de la confrontación ideológica y, finalmente, no hay que dejar de lado otros “cisnes negros”, como el contingente de refugiados venezolanos en Ecuador —que asciende al medio millón de personas— y cuya crisis probablemente haya persuadido al electorado ecuatoriano de votar en contra del modelo del “Socialismo del siglo XXI”[1] que Correa defiende abiertamente.

La presidencia de Lasso, aparte de detener al correísmo, inaugura una nueva era en el Ecuador. Las apuestas son altas y las expectativas son grandes porque se tiene la oportunidad histórica de cambiar el rumbo que el país ha tenido en casi tres lustros. De hecho, un buen signo de lo que se ha comenzado a llamar el “Efecto Lasso”, es que el día de ayer, apenas se hicieron oficiales los resultados electorales, el “Riesgo País” bajó 400 puntos[2], así que el reto es que el país se enrumbe a la senda de la democracia y el crecimiento.

Por otra parte, también tuvimos la primera vuelta electoral en el Perú, con un panorama completamente distinto y quizá menos optimista. Lo primero que hay que recordar son los momentos turbulentos que hicieron que esta administración tuviera al menos cuatro presidentes distintos y donde la mayoría de sus expresidentes están presos o se encuentran enfrentando graves casos de corrupción. Estos escándalos de corrupción han generado una serie de problemas muy graves que de alguna forma explican los resultados de los comicios: en primer lugar, han creado un hastío y una desafección por el sistema político en la ciudadanía. Segundo, este proceso ha “barrido” prácticamente a toda la clase política tradicional, es decir, desapareció lo que se conocía como el “centro político” conformado por el APRA y otros partidos moderados de centro-derecha como Acción Popular. Y tercero, (como consecuencia del segundo) ha fragmentado al sistema en un abanico infinito de partidos políticos atomizados, que lo que han hecho es fortalecer las dos tendencias populistas autoritarias y extremas que pasaron a segunda vuelta: Pedro Castillo y Keiko Fujimori.  

El escenario que enfrenta Perú, gane quien gane la presidencia, es el del populismo autoritario. Recordemos que el fujimorismo es una fuerza política que hace casi 30 años protagonizaría uno de los momentos más nefastos y que más daño han hecho a la democracia latinoamericana. Y por otro lado, está el proyecto de Pedro Castillo, que dice abiertamente y sin complejos que seguirá los pasos de Hugo Chávez y Evo Morales con la agenda del “Socialismo del Siglo XXI”, con Asamblea Nacional Constituyente y nacionalización de empresas incluidas.

En conclusión, el 2021 es un año electoral para la región latinoamericana que presentará varias encrucijadas en distintos países. Habrá que seguir atentos a los vaivenes del subcontinente con sus virajes, refrescamientos, recambios y continuismos en los liderazgos que marcarán el rumbo político de la presente década.

 

[1] Cabe aclarar que Correa emuló el proyecto chavista del socialismo del siglo XXI en su vertiente política y en su retórica, más no en su vertiente económica.

[2] Datos elaborados por Inteligencia Empresarial al 12 de abril de 2021. Fuente: J.P. Morgan.

El momento de alinearse con el espíritu del tiempo

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El cambio es por necesidad; ya ni siquiera por convicción

 

En 2015, CICIG encaminó un esfuerzo por cuantificar los aportes relativos a las campañas electorales por tipo de capital. El Informe sobre el Financiamiento de la Política concluyó que el 50% de los recursos que ingresan a las campañas proviene de la corrupción; otro 25% del crimen organizado; mientras que tan solo la cuarta parte restante proviene de los financistas privados de origen lícito y legítimo.

Lamentablemente, no contamos con estudios o aproximaciones similares para años anteriores para hacer un análisis comparado. Pero sin duda, es un secreto a sotto voce que con el paso de los años, y especialmente a partir del 2000, el peso relativo de los capitales emergentes (corrupción y crimen organizado) ha venido aumentando. Ello, en detrimento de los intereses de los capitales tradicionales.

Si bien hasta ahora se ha hablado de coexistencia al definir la relación entre los intereses tradicionales y los emergentes, la realidad es que cada día resulta más notorio el desplazamiento de los primeros a manos de los segundos. La forma de evaluarlo es sencilla, simplemente evaluemos a quién responde el sistema.

El sistema de corrupción se nutre gracias a las asignaciones presupuestarias para los bolsones de corrupción, de la mano con la continuidad de un disfuncional sistema de compras y contrataciones públicas. De esa manera, la construcción de infraestructura, la proveeduría de salud pública o el sistema de consejos de desarrollo han sido las grandes joyas de la corona. Año con año, los presupuestos se incrementan, pero la eficiencia institucional, no. Las reformas a la Ley de Contrataciones se quedan en proyectos engavetados en el Congreso; los esfuerzos por transparentar la elaboración de las bases de contratación también caen en saco roto. Por el contrario, las asignaciones a dedo, los favoritismos en las licitaciones o los recursos wizachescos para favorecer a unos en detrimento de otros, están a flor de piel.

De esa forma, el sistema favorece a los Gustavo Alejos que saquean la salud pública; o a los Guillermo Samayoa que hacen fiesta de la construcción de obra gris; o a cientos de beneficiarios del sistema. El episodio de la golpeada aprobación del Presupuesto 2021, los innumerables ejemplos de negocios públicos asignados al financista de campaña o a los amigos de la rosca son el reflejo fiel de cómo el sistema responde a sus patrocinadores y nutre las fuentes de donde brota el 50% del financiamiento electoral.

El 25% proveniente del narcotráfico es retribuido por otros caminos. Nombramientos ad hoc en puestos clave en puertos, instituciones de seguridad y justicia; cuotas de poder en la Junta Directiva del Congreso o en Comisiones legislativas relacionadas con la seguridad nacional. Al final no olvidemos que a diferencia del capital emergente de la corrupción que necesita de la acción del Estado para alimentar sus bolsillos, el crimen organizado únicamente requiere de laissez faire y un Estado que voltee a ver a otro lado.

¿Dónde queda el restante 25%? Sencillo. Esperando cruzado de brazos a que le aprueben la Ley de Infraestructura, o el paquete de reactivación económica, o la Ley de Zonas Francas, etcétera y un largo etcétera. Y la espera ha sido eterna. Porque el sistema simplemente ya no responde sus intereses.

Esta es la historia que el capital tradicional debe empezar a ver. En su visita reciente, el enviado especial para el triángulo norte de Centroamérica, Ricardo Zúñiga, insistió en la necesidad que el sector privado asuma su papel como aliado estratégico de Estados Unidos en encaminar el rescate institucional del país. Como bien dijo Hegel en el siglo XIX, si no es por convicción, quizá ha llegado el momento de entender que la persistencia de este sistema ya es una amenaza a sus propios intereses. Alinearse con el espíritu del cambio es ya cuestión de supervivencia.

¿Puede volver a su cargo Mynor Moto? ¿Puede ser detenido?

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La literal “h” del artículo 30 de la Ley de la Carrera Judicial dice expresamente que la calidad de juez o magistrado termina “Si transcurrido el plazo de excedencia otorgado, el juez o magistrado no retoma su cargo”. Es decir, de no presentarse el 14 de abril, perdería definitivamente su calidad de juez y por tanto toda posibilidad de recuperar su inmunidad

 

Antecedentes

En diciembre, el entonces juez de primera instancia, Mynor Moto, decidió postularse como candidato a llenar la vacante que dejó Bonerge Mejía como magistrado titular de la Corte de Constitucionalidad (CC) cuyo plazo expiraba el 14 de abril de 2021 en el Colegio de Abogados.

El 18 de enero, Mynor Moto resultó electo magistrado titular en una polémica elección. Por ser juez, Moto solicitó la excedencia del cargo como juez de primera instancia hasta el 14 de abril, plazo en que vencería su hipotético cargo como magistrado de la CC.

La excedencia es una figura por la cual un juez deja de prestar el cargo y de cobrar un salario por el mismo en un plazo que no exceda de dos años. En tal sentido, Moto entregó el cargo como juez.

Pese a que Moto no podía asumir porque existían varios recursos en contra de su elección, el Congreso decidió juramentarlo con la complicidad de una cuestionable Sala de Apelaciones el 26 de enero. En esta entrada expliqué ese episodio.

El 1 de febrero, el juzgado de mayor riesgo “D” giró orden de captura contra Moto por el delito de conspiración para la obstrucción de justicia bajo el entendido que ya no era juez y por tanto había perdido su inmunidad. Desde ese día, Moto se encuentra prófugo.

El 4 de febrero, la CC, en un amparo provisional dictado dentro de los expedientes acumulados 426-2021, 430-2021, 436-2021 Y 455-2021 dejó sin efecto la juramentación que hiciera el Congreso de Mynor Moto como magistrado de la CC. Esto frustró su intento por asumir como magistrado de la CC, cargo que también le daría inmunidad.

Ante esto, Moto solicitó al Consejo de la Carrera Judicial dejar sin efecto la excedencia con el objetivo de retomar su puesto y recuperar su inmunidad. No lo consiguió. Hace pocos días se dio a conocer que el Consejo de la Carrera Judicial argumenta, en una resolución, que Moto podría retomar su cargo como juez de primera instancia el próximo miércoles, 14 de abril, porque ese día vence el plazo por el cual solicitó su excedencia.

¿Puede recuperar su cargo y su inmunidad? ¿o puede ser detenido?

Llegado este punto podemos responder la interrogante. Formalmente el Organismo Judicial dice que el 14 de abril Moto puede retomar su puesto. Pero hay que tener presente que para recuperar su inmunidad debe tomar posesión del cargo.

De acuerdo con el artículo 24 del Reglamento General de Tribunales, el secretario del juzgado debe levantar acta de toma de posesión. Esto quiere decir que Mynor Moto puede ser detenido si se presenta al juzgado, pues tiene una orden de aprehensión en su contra y previo a tomar posesión puede ser detenido.

¿Y si no se presenta al juzgado el 14 de abril? La literal “h” del artículo 30 de la Ley de la Carrera Judicial dice expresamente que la calidad de juez o magistrado termina “Si transcurrido el plazo de excedencia otorgado, el juez o magistrado no retoma su cargo”. Es decir, de no presentarse el 14 de abril, perdería definitivamente su calidad de juez y por tanto toda posibilidad de recuperar su inmunidad.

La integración de la VIII Magistratura de la Corte de Constitucionalidad

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El próximo miércoles, 14 de abril, deberá asumir la nueva magistratura de la Corte de Constitucionalidad (CC) para el periodo 2021-2026. De momento está confirmada la designación de 4 magistrados titulares y 4 magistrados suplentes.

 

Magistrado titularMagistrado suplenteEnte nominador
Roberto Molina BarretoWalter Paulino Jiménez TexajCorte Suprema de Justicia
Dina Josefina Ochoa EscribáLuis Alfonso Rosales MarroquínCongreso de la República
Leyla Susana Lemus ArriagaJuan José Samayoa VillatoroOrganismo Ejecutivo
Gloria Patricia Porras EscobarRony Eulalio López ContrerasUniversidad de San Carlos de Guatemala
Néster Mauricio Vásquez Pimentel*Claudia Elizabeth Paniagua Pérez*Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala

 

 

* Designación impugnada mediante recursos de apelación interpuestos en contra del tribunal electoral del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala.

 

Como podrá ver el lector, las únicas designaciones que no están firmes son la de Néster Vásquez y Claudia Paniagua. Varias organizaciones presentaron recursos de apelación contra esta elección. El artículo 20 de la Ley de Colegiación Profesional Obligatoria establece que esos recursos de apelación los conocerá la Asamblea de Presidentes de los Colegios Profesionales de Guatemala.

¿Qué pasa con la elección hecha por el Colegio de Abogados?

Hasta hoy (9 de abril) la asamblea no ha resuelto los recursos planteados contra la elección hecha en el Colegio de Abogados. Por lo tanto, de acuerdo con el artículo 156 de la Ley de Amparo, ni Néster Vásquez ni Claudia Paniagua pueden asumir como magistrados de la Corte de Constitucionalidad y “(…) mientras se resuelven las impugnaciones continuarán actuando los Magistrados titulares y suplentes que deben ser sustituidos”.

En este caso, deberá continuar en el ejercicio del cargo la magistrada María Cristina Fernández hasta que se resuelva en definitiva la situación de la elección efectuada en el Colegio de Abogados. Hay que añadir que Néster Vásquez es actualmente magistrado de la Corte Suprema de Justicia y hasta hoy (9 de abril) no ha presentado su renuncia, misma que debe ratificar el Congreso. Ese motivo es un obstáculo más para que pueda asumir como magistrado de la CC.

Ahora el Congreso

Dicho esto, la Ley de Amparo, en su artículo 157, manda al Congreso emitir el decreto de integración de la Corte de Constitucionalidad y establece que los magistrados que deban asumir presten juramento de fidelidad a la Constitución ante este órgano.

En tal sentido, el Congreso aprobó el decreto 3-2021 (que aún no ha sido publicado) que en su artículo 1 detalla el nombre de los 8 magistrados que integrarán la CC. Se trata de los mismos nombres detallados en la tabla anterior restando los de Vásquez y Paniagua.

No es la primera vez que ocurre algo así. En 2006, el Congreso emitió el acuerdo 23-2006 donde únicamente integró a 4 magistrados titulares y 5 suplentes. Esto en virtud de que se encontraba pendiente de impugnaciones la designación de magistrado titular por la Universidad de San Carlos.

Finalmente, en el expediente 1207-2006, la CC resolvió en apelación de amparo dejar en firme la designación de Mario Pérez Guerra como magistrado titular de la CC. Fue hasta julio de 2006 que, mediante decreto 22-2006, se procedió a completar la integración de la CC integrando al magistrado Pérez Guerra.

Lo que ha generado dudas es la inusual redacción del artículo 2 del decreto 3-2021 que dispone sujetar la juramentación de los magistrados titulares y suplentes en la medida que “… existan acciones o incidencias legales que modifique cada caso particular”.

¿Por qué levanta sospechas esta redacción? En primer lugar, porque en ninguno de los acuerdos o decretos de integración de las anteriores magistraturas de la CC encontraremos una provisión similar. En segundo lugar, porque va en contra de lo dispuesto por la Ley de Amparo que en el artículo 156 establece:

“No es impugnable el procedimiento interno para la designación de los Magistrados por el pleno de la Corte Suprema de Justicia, por el pleno del Congreso de la República y por el Presidente de la República en Consejo de Ministros.

La designación de Magistrados por el Consejo Superior Universitario de la Universidad de San Carlos de Guatemala y por la Asamblea del Colegio de Abogados de Guatemala podrán ser impugnadas conforme a la ley, pero mientras se resuelven las impugnaciones continuarán actuando los Magistrados titulares y suplentes que deben ser sustituidos.” (Resaltado propio)

 

¿Cuál es el sentido de ese artículo? De momento las únicas impugnaciones existentes, de conformidad con la ley, son las que previenen a Néster Vásquez y Claudia Paniagua ser elegidos. Afirmar que cualquier “incidencia” legal “modifique” la designación del resto de magistrados electos es contrario a la ley.

El 26 de marzo, el bloque UNE presentó objeciones contra dicho artículo. El pasado 6 de abril, sin embargo, no fueron aprobadas al recibir únicamente 42 votos a favor y 78 en contra.

En cualquier caso, el Congreso deberá juramentar a los magistrados que integrarán la magistratura 2021-2026 antes del 14 de abril, a no ser que la CC resuelva otorgar amparo provisional que suspenda alguna designación dentro de las múltiples acciones de amparo que se han interpuesto en contra de los nombramientos hechos por la Corte Suprema de Justicia, Organismo Ejecutivo y Congreso. Parece poco probable que esto ocurra y en consecuencia el Congreso debe juramentar a los 8 magistrados antes aludidos.

La crónica de una muerte anunciada

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No era nada difícil prever lo que iba a pasar.

 

El 2021 sería el año de la vacunación. De eso estábamos claros todos.  Superar la pandemia y generar las condiciones para retornar a la “normalidad” requiere de un masivo proceso de vacunación que permita inmunizar a porcentajes significativos de la población. Ese es el reto de todos los Estados a nivel mundial.

Para un país como Guatemala el desafío resultaba titánico. Entre las limitaciones de recursos para adquirir las vacunas, la rigidez del sistema de compras públicas, los problemas de gestión y las muy acostumbradas prácticas de amiguismos y favoritismos, era fácil prever que el Estado tendría dificultades para adquirir las dosis, distribuirlas a nivel nacional o ejecutar las diferentes fases del plan de vacunación.

Dicho y hecho. Primero fue el Congreso, que con sus altos niveles de fragmentación y disfuncionalidad tardó semanas en aprobar un marco normativo para obviar los procesos públicos de compras que permitiera incorporarnos al mecanismo COVAX. Desde ahí, ya veníamos atrasados en la carrera global por el acceso a las vacunas. En ese contexto, las donaciones de Israel e India sumaron al escarnio: Guatemala apenas logró arrancar con la vacunación solo por obra y gracia de la beneficencia internacional.

La siguiente debacle fue la serie de chambonadas en las primeras fases del proceso. Retrasos en la implementación del registro. Limitada capacidad institucional para descentralizar las vacunas. Saturación de los centros de salud por deficiencias en la planificación y comunicación de las campañas, etc.

Por si fuera poco, conforme las semanas avanzaban, afloraron los pelos en la sopa. Alcaldes que se auto-nombran como coordinadores municipales de salud para vacunarse a sí mismos. Personal administrativo del Ministerio de Salud o estudiantes universitarios que no caben dentro de la categoría de “primera línea de respuesta” siendo inmunizados. O qué decir de los más de 15,000 vacunados cuya categorización como “otros” naturalmente genera dudas sobre si hay amiguismos o favoritismos políticos en el proceso.

Estos retrasos, desaciertos, favoritismos no son accidentes aislados. Son reflejos evidentes de un sistema de salud debilitado, cooptado y sujeto a presiones políticas. Y no es por ser ave de mal agüero, pero es muy probable que conforme las semanas avancen, afloren más deslices.

El problema está en el impacto político y social de esta debacle. Para Guatemala resulta imposible si quiera compararse con un vecino como El Salvador, donde el mismo Bukele se presenta como el paladín de la inmunización. Conforme la brecha de comparación se amplíe, el descontento social también agudizará.

El siguiente capítulo de esta trama será el debate por la liberalización de las vacunas. Si bien la opción de la venta privada contribuirá a reducir la presión sobre el sistema, hay que ser realistas. Para el 90% de la población la única alternativa de acceso a vacuna pasa por la gratuidad de la salud pública o del IGSS. Y luego como obviar el efecto económico. El turismo, el comercio informal asociado a ferias y actividades socioculturales o algunos mercados de servicios requieren de la inmunización colectiva para una verdadera reactivación. A más retraso en el proceso de vacunación, más pérdidas económicas focalizadas.

La pregunta del millón es cuándo se romperá la cuerda. ¿En qué momento la falta de reactivación de sectores específicos genera focos de descontento en el sector privado? ¿En qué momento la percepción de debacle genera molestia social? ¿Será suficiente para otro estallido tipo noviembre 2020?

Washington y el triángulo norte de Centroamérica

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¿Qué tienen en común el triángulo norte de Centroamérica, Rusia y Ucrania, Corea del Norte, China y la zona del Medio Oriente que aglutina a Iraq, Siria y el Levante?

Sencillo. Las seis zonas son consideradas como los principales focos de atención para la seguridad nacional de Estados Unidos. China y Rusia, por la competencia geopolítica internacional y la expansión de sus respectivas esferas de influencia; Corea del Norte por su capacidad nuclear; y el Levante por haberse convertido en un “agujero negro” en donde las células terroristas nacen, crecen y se reproducen.

Entre tanto, el triángulo norte atrae la atención por su proximidad. A 500 km de Miami y la frontera sur, la existencia de tres Estados que rozan la calificación de narcoestado o Estados fallidos representa un riesgo de seguridad. ¿Acaso las mismas redes de contrabando y narcotráfico no podrían utilizarse para transportar armas ilegales a territorio norteamericano? ¿O acaso no será posible que terroristas islámicos utilicen los servicios del coyotaje desde Centroamérica para entrar ilegalmente a Estados Unidos? 

Ahí la primera bandera roja; la que preocupa a los expertos en seguridad. 

Si esto no fuera suficiente, el triángulo norte se ha convertido en una fábrica de pobres: países sin capacidad de generar oportunidades, un ambiente seguro y estable, con estados funcionales para brindar una mínima calidad de vida para sus habitantes. En ese contexto, la supervivencia de cientos de miles de personas pasa necesariamente por la migración ilegal. 

Ahí la segunda bandera roja. La que preocupa políticamente. Recordemos. Desde el 2010, la xenofobia anti-migrante ha crecido en Estados Unidos, particularmente en las zonas rurales. La razón es sencilla: hoy el migrante ilegal compite por el puesto de trabajo de obreros de “cuello azul”. De ahí la explicación de por qué en esos segmentos demográfico, el hostil discurso anti-migración de Trump caló tan profundo. 

La lectura aguda sobre la región la comparten republicanos y demócratas. La diferencia sustancial está en la fórmula de unos y otros para atender el problema. Los primeros (sobre todo durante la administración Trump) prefieren cerrar las fronteras, presionar a los vecinos del sur para limitar la migración y dejar a los países centroamericanos navegar a la deriva. Los segundos -en cambio- consideran que para detener la migración irregular se requiere atender las causas estructurales de la problemática, dígase la inseguridad, la pobreza, la debilidad institucional, y particularmente, la corrupción.

De ahí nació el “Plan de la Prosperidad” de la era Obama y ahora el Plan Biden para Centroamérica. 

Pero como dirían las abuelitas, del dicho al hecho hay un gran trecho. La ejecución se vuelve ahora la clave del proceso. Para ello, Biden reclutó a dos halcones del servicio exterior, Roberta Jacboson (ex Embajadora en México y Sub Secretaria para el hemisferio occidental) y Juan Sebastián Guevara (Asesor del Consejo de Seguridad Nacional y Asistente del Subsecretario para el hemisferio occidental). 

Jacobson y Guevara, acompañados de Ricardo Zúñiga (uno de los gestores de la reapertura diplomática entre Cuba y Estados Unidos) tendrán la tarea de recordarle amablemente a las autoridades, élites y actores políticos relevantes de la región sobre los intereses norteamericanos. Y los mismos son bastante sencillos: apoyar a ultranza el combate a la corrupción; salvaguardar la independencia de las fiscalías y las cortes; fortalecer la institucionalidad pública; mejorar la seguridad y generar oportunidades. 

De tal manera que las reuniones con autoridades del Ejecutivo, sector privado, sociedad civil, además de operadores de justicia reconocidos por Estados Unidos, resultarán clave para la agenda de corto plazo. Pero más importante aún, será leer entre líneas. ¿Con qué actores simplemente deciden no reunirse? En 2015, la comitiva del entonces Vicepresidente Biden solicitó que Roxana Baldetti no estuviera presente en las reuniones de cortesía. Cinco meses más tarde, Baldetti dormía en una plancha de concreto. De ahí que no nos extrañe si algunos presidentes de organismos de Estado no se toman la foto con la comitiva.

Tras bambalinas, la clave será convertir el discurso diplomático en acciones de poder real. Investigaciones y casos penales; decisiones expresas de autoridades institucionales; consensos para empujar puntos de interés de agenda. De lo contrario, que no nos extrañe si se viene una oleada de designaciones y una pequeña flexión de pectorales. 





 

¿Por qué el Congreso conoce antejuicio contra Gloria Porras y Francisco de Mata?

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Hace unos días la Corte Suprema de Justicia (CSJ) remitió un antejuicio al Congreso de la República por una denuncia que instaron algunos miembros de la Asociación de Dignatarios de la Nación (ADN). Esta es una denuncia que surgió en 2019.

 

Antecedentes

Como lo expliqué en enero de 2019, la denuncia se basa en lo siguiente: la Corte de Constitucionalidad (CC) dictó una resolución en contra de la decisión del entonces presidente Jimmy Morales de pedir al Reino de Suecia que retiraran al entonces embajador, Anders Kompass. 

En opinión de la ADN, esta resolución constituye prevaricato que de acuerdo con el artículo 462 del Código Penal es un delito que comete un juez que “…a sabiendas, dictare resoluciones contrarias a la ley o las fundare en hechos falsos…”. El prevaricato, según ellos, ocurre porque la CC “viola” la Constitución al interpretarla de ese modo porque restringe las atribuciones del presidente de acuerdo con el artículo 183 literal “o” reconoce como una de ellas “dirigir la política exterior y las relaciones internacionales…”.

Obviamente esta es una denuncia inviable porque no se puede perseguir penalmente a los magistrados de la CC sencillamente porque alguien más considera que el criterio expresado en una resolución es “equivocado”. Esto por el artículo 167 de la Ley de Amparo (“No podrán [los magistrados] ser perseguidos por las opiniones expresadas en el ejercicio del cargo”) y porque la CC ha sido lo ha establecido en la jurisprudencia que que mencioné en otra ocasión. (Para una reflexión más profunda puede leers eeste interesante artículo del profesor Juan Pablo Gramajo. Y para comprender mejor el punto relativo al derecho constitucional de las relaciones internacionales, ver la columna que publicó el profesor Arturo Villagrán en 2018).

En 2019, la Corte Suprema de Justicia dictó una resolución por la que decidió enviar el antejuicio contra los magistrados que firmaron la anterior resolución al Congreso. Sin embargo, en enero de 2019 se interpuso un amparo a favor de dichos magistrados y la CC otorgó un amparo provisional que ordenó suspender el trámite del antejuicio. 

Mucho tiempo después, en octubre de 2020, la CC dictó la sentencia correspondiente y ordenó a la Corte Suprema de Justicia “(…) dictar nueva resolución congruente con lo aquí considerado”. Es decir, congruente con la jurisprudencia de que no se puede perseguir a los magistrados por las opiniones expresadas en sus resoluciones.

¿Qué ocurre ahora?

De forma sorpresiva, la Corte Suprema de Justicia decidió, en sus términos, “cumplir” y dictar una “nueva resolución” en el expediente de antejuicio que se seguía contra los magistrados Gloria Porras y Francisco de Mata (Bonerge Mejía estaba denunciado también, pero ya falleció). En esta nueva resolución, básicamente repite mayoritariamente lo que resolvió en 2019 y vuelve a considerar que la denuncia por prevaricato debe continuar su trámite y resuelve enviar el antejuicio al Congreso para que continúe su trámite.

Esto evidentemente no es congruente con lo ordenado por la Corte de Constitucionalidad. Al respecto, caben dos posibles salidas. En primer lugar, que quienes interpusieron el amparo soliciten medidas para el cumplimiento de la sentencia de octubre de 2020 al ser evidente que la Corte Suprema incumple lo ahí resuelto al fallar en el mismo sentido que en 2019 en contra de la jurisprudencia ya sentada.

En segundo lugar, que el antejuicio continúe su trámite en el Congreso. En este aspecto, vale la pena recordar que la Ley en Materia de Antejuicio (artículo 17) establece que para que el Congreso resuelva retirar la inmunidad de un funcionario hace falta mayoría calificada. No existen 107 votos para retirar el antejuicio a Gloria Porras y Francisco de Mata ante una denuncia tan espuria y débil.

Aún así, la lectura política es que tanto la Corte Suprema de Justicia como un grupo de diputados pretenden una vez más arremeter contra magistrados de la CC que han dictado resoluciones que han puesto claros límites a los excesos del poder público. No hay otra forma de leerlo. 

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