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El futuro de Centro América, las élites y la política
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

04 Jul 2017

Los centroamericanos no hemos sido capaces de edificar una cultura política con fundamentos democráticos sólidos, que faciliten la construcción de un modelo de desarrollo basado en una visión de Estado de largo plazo, con valores, con objetivos y con resultados.

Las élites centroamericanas están cometiendo un grave error de cálculo al pretender que desde los pocos eventos positivos que suceden en sus países pueden construir una región próspera, democrática, con crecimiento económico y respeto a la propiedad privada.

En Guatemala, El Salvador y Honduras, la pobreza, la desigualdad y el atraso social; la enorme carga ideológica y la polarización; la debilidad del sistema de partidos políticos y la falta de rumbo les mantienen en una cuerda floja desde la cual en cada proceso electoral podrían caer en un oscuro abismo del que les costaría mucho reponerse. El Salvador está ahí. Venezuela es un alarmante ejemplo.

La corrupción es el cáncer de la democracia y sumada a la incompetencia de los políticos ha provocado un comprensible y preocupante rechazo y desprestigio a la política y a la democracia.

En las élites de estos países no hay liderazgos ciudadanos de peso, su experiencia cívica es débil y la juventud no tiene interés en la política. Lo que hay es activismo en las redes sociales pero eso no construye naciones ni quita el sueño a los corruptos e incapaces que nos gobiernan.

Nicaragua es una finca privada donde las palabras democracia y libertad son una quimera. Guatemala y Honduras están asfixiadas por una clase política corrupta, rancia y enquistada en el poder. El Salvador sigue los pasos de Venezuela pero más despacio y con menos presupuesto. Por eso, no se embarca en la locura completa.

Costa Rica y Panamá pueden ser la excepción en la región pero tienen tareas pendientes para consolidar un modelo de desarrollo con la estabilidad política suficiente para diferenciarse de una vez por todas de sus patéticos vecinos.

A la corrupción, la impunidad, la incapacidad de las élites para articular un modelo de desarrollo y la incompetencia de los políticos se suman la desigualdad, la falta de certeza jurídica, la comodidad y la indiferencia de la mayor parte de la juventud y la sobrecarga ideológica que tiene contaminada a nuestras sociedades.

Este escenario tiene los elementos y los actores perfectos para hacer de la amenaza populista una obra de la vida real sobre la que ya conocemos sus consecuencias.

“Lo sorprendente es que las élites, a pesar de lo obvio del panorama, están haciendo poco o nada para prevenir y corregir.”

Los ricos alivian su conciencia dando centavos para apoyar proyectos cívicos que no pasan de ser marginales e insuficientes o realizar shows y eventos cuyos efectos duran 24 horas. Y en estos “esfuerzos” se excusan para no apoyar Proyectos de Estado serios y de largo plazo. Apuestan en cada proceso electoral a que el improvisado de turno no será tan malo y les permitirá seguir con el status quo, pues según ellos, nada sucederá. Hasta que suceda. Gravísimo error.

Es evidente que los centroamericanos no hemos sido capaces de edificar una cultura política fuerte con fundamentos democráticos sólidos que faciliten la construcción de un modelo de desarrollo basado en una visión de Estado de largo plazo, con valores, con objetivos y con resultados.

No podemos seguir inventando excusas para no asumir la responsabilidad histórica que las élites de hoy tenemos con nuestros países. Si no somos nosotros, otros lo harán. Y es muy probable que no nos guste el resultado.

“El disgusto con la política no puede seguir siendo el pretexto para estar lejos de ella.”

La política no puede ni debe seguir en manos de los peores, de los impresentables, de los ignorantes, de los corruptos o en manos de quienes tienen un proyecto ideológico desconectado de la verdadera democracia liberal y republicana, y del desarrollo.

La salvación y el futuro de Centro América dependen precisamente de que los ciudadanos de hoy, especialmente los jóvenes, tomen la decisión de involucrarse en la política para rescatarla, honrarla y hacerla el instrumento que debe ser. ¿Cuándo empezamos?

País descabezado
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
21 Jun 2017

Tenemos políticos y dirigentes sectoriales pero no tenemos líderes.

Nadie puede negar que Guatemala atraviesa una importante crisis política e institucional. Si bien la crisis es del sistema político, de instituciones y corrupción; el fondo de la crisis es eminentemente social y está íntimamente ligado a un problema de liderazgo.

Aclaro que no me refiero al tipo de liderazgo que comercializa la industria del coaching, sino al verdadero liderazgo político y social. Y es que ciertamente tenemos políticos y dirigentes sectoriales pero no tenemos líderes. No tenemos líderes porque el liderazgo exige representatividad, exige ideas, propuestas y capacidad de diálogo. Todas características que nuestros dirigentes políticos y sociales no tienen.

Una tesis relativamente aceptada sobre nuestra falta de liderazgo es que hemos sido un país descabezador, principalmente porque la política de los años de la guerra fue acabar física o políticamente con los líderes que tenían una mínima visión de país, tanto de izquierdas como de derechas.

En el contexto de la guerra se hicieron inaceptables las voces disidentes o rebeldes que podían plantear alternativas moderadas. El riesgo era que estos líderes entendieran la necesidad de diálogo y eso no fue tolerado. El resultado fue una sociedad sin disidencia de ideas en donde las facciones se atrincheraron escudándose en el miedo y en donde solo se aplaudían o escuchaban las voces más extremistas que se apegaban al discurso dominante de su sector.

El lugar de estos líderes fue ocupado por tres tipos de personas: los corruptos que se enquistaron en las instituciones públicas, los mercenarios que venden sus voces y posiciones al mejor postor y las tímidas dirigencias sectoriales que apenas se atreven a subir el volumen de su voz.

Con la firma de la paz cesó el fuego, pero no la estrategia de cortar cabezas. Hoy ya no se aniquila físicamente a quien levanta la voz, pero se le acaba moralmente. Se le ve con desconfianza, se envenena su reputación, se le ponen etiquetas y se le señala lo suficiente como para insertar dudas razonables en las personas que al menos le escuchaban. Somos una sociedad miserable empecinada en destruir a las voces que se salen del montón.

De allí que nuestra dirigencia “no corrupta” sea cobarde. ¿Cómo no van a tener miedo, si a la hora de la batalla nadie les apoyará? Son un reflejo de lo que la sociedad está dispuesta a darles. Es más fácil ejercer liderazgo tímido en pequeños espacios, que adoptar un discurso más amplio y luego enfrentarse a la ola de críticas y ataques en total soledad.

Ejemplificar el problema de liderazgo no es difícil, solo veamos el escueto respaldo que ha tenido el movimiento reformista en el país. Pocos se animan a tomar la papa caliente de las necesarias reformas institucionales y por defecto se termina depositando la confianza para mover la agenda reformista en el oportunismo político de algunos diputados. Todas las reformas planteadas parecen haberse engendrado con cierto apoyo social, pero cuando es momento de que vean la luz del día, nadie les da la paternidad y mueren huérfanas, sepultadas por el Congreso.

Cambiar esta realidad requerirá principalmente dos cosas: valentía y tolerancia. Los líderes potenciales tendrán que armarse de valor para enviar nuevos mensajes y separarse del montón. Esto requiere políticos con verdaderas ideas reformistas, diputados dispuestos a desmarcarse de sus colegas corruptos, dirigentes sociales invitando al contrario a salir públicamente de la trinchera y un verdadero esfuerzo para dejar de lado la desconfianza y buscar acercamientos.

Este país no será viable si no apoyamos y promovemos un verdadero liderazgo político. No necesitamos líderes perfectos, con quienes tengamos total coincidencia de ideas; sino disponibilidad, apertura y transparencia. El momento para ocupar nuevos espacios dentro del sistema político se está acercando y la ausencia de nuevas cabezas deja la vía libre para que los corruptos y oportunistas retomen el espacio perdido.

“¿Quién se apunta?”

Desigualdad
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
13 Jun 2017

Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2016, Chile y Costa Rica son tan desiguales como Guatemala y sin embargo, presentan un desarrollo humano muy superior al de nuestro país. ¿A qué se deben estos resultado tan diferentes?

Guatemala es el décimo octavo país más desigual del mundo, según el Informe sobre Desarrollo Humano 2016. El informe también señala que Guatemala es el tercer país con el Índice de Desarrollo Humano más bajo de América Latina, sólo por encima de Honduras y Haití. En este sentido, la relación entre desigualdad y los magros resultados en desarrollo humano parecieran muy evidentes. Sin embargo, esta relación debe examinarse a profundidad, ya que la solución simplista de aumentar impuestos, no nos conduce necesariamente a un mejor nivel de desarrollo.

Según el mismo informe, Chile y Costa Rica son tan desiguales como Guatemala y sin embargo, presentan un desarrollo humano muy superior al de nuestro país. ¿A qué se deben estos resultado tan diferentes? Las razones están en el tipo de instituciones que han desarrollado a lo largo de su historia y en su consiguiente política de educación pública.

Chile comenzó a construir una democracia relativamente estable desde inicios del siglo pasado, que se vio interrumpida temporalmente por el desastre que significó Allende y la posterior dictadura de Pinochet. Sus instituciones han sido mucho más funcionales y estables que las de Guatemala.

En el caso de Costa Rica, han tenido una democracia ininterrumpida desde los años cincuenta, mientras Guatemala atravesaba por una guerra civil totalmente inútil. Fue una guerra que no solo tuvo costos en vidas, sino además provocó un profundo daño en nuestras instituciones y en el tejido social.

La estabilidad política, en un ambiente de libertad individual, es fundamental para que la economía funcione adecuadamente; pero también lo es la transparencia. Mientras que Costa Rica y Chile se encuentran entre los tres países menos corruptos de América Latina, según el Índice de Percepción de Corrupción, Guatemala se encuentra entre los cinco más corruptos. No hay política pública que pueda funcionar adecuadamente, si las instituciones están plagadas de corrupción. El dinero público se drenará entre sindicatos mezquinos, malos funcionarios y contratistas del Estado inescrupulosos.

Otra diferencia fundamental, ha sido la apuesta por la educación. En 1900 la tasa de alfabetización en Chile era de 31.5%; en Costa Rica de 40.3% y en Guatemala solo de 14.2%. Para 1950, tanto Chile como Costa Rica habían llevado la tasa de alfabetización a 80%, mientras que en Guatemala sólo había alcanzado el 29.1%. Hoy en día, el analfabetismo es casi inexistente en Chile y Costa Rica, mientras que en Guatemala sigue afectando al 20% de la población.

En Guatemala hemos perdido tiempo en una discusión frívola sobre si la educación es fundamental o no para el desarrollo. La discusión que debemos tener es cómo lograr un sistema de educación de calidad, con mayores tasas de cobertura y libre de la influencia de un sindicato que ha resultado nefasto para la educación pública. Sin embargo, se debe pasar de la retórica a la acción.

Los casos de Chile y Costa Rica nos enseñan que el auténtico desafío que tenemos como sociedad es cómo logramos construir una institucionalidad distinta a la que hemos tenido hasta ahora. La desigualdad no es mala, si está inmersa dentro una institucionalidad adecuada y se tiene inversión en educación y salud pública que facilite la movilidad social.

El concepto simplista de que los ricos son malos y peligrosos para la democracia, puede resultar nocivo para un país. Una retórica de ese tipo solo termina dañando aún más la confianza que se tenga en una economía. La política fiscal tiene impacto en las decisiones de inversión. Lo han aprendido los países europeos en las últimas décadas y por eso han reducido consistentemente sus tasas impositivas.

Guatemala necesita fortalecer su Estado con más ingresos. Pero no es a través de mayores tasas impositivas que se logrará, sino con una mejor labor de recaudación que ponga su vista en los negocios grandes que operan en la informalidad y en el contrabando, que hasta ahora han sido ignorados.

Venezuela: libertad y democracia 2017
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

06 Jun 2017

¿Cuáles son hoy los posibles escenarios para Venezuela?

Se cayó el velo de la dictadura chavista. La convocatoria a una constituyente “del pueblo” recuerda a las tiranías más rancias y sanguinarias. Los criminales que se creyeron dueños de la cuna de Bolívar entraron en su laberinto final.

Maduro pasará a la historia como un déspota ignorante, corrupto e incompetente. Tuvo varias oportunidades para salir del fango en que se encuentra y las desperdició. Felipe González, José María Aznar y otros líderes respetables del mundo expusieron el engaño que es la democracia en Venezuela y la falta de voluntad de quienes la tienen secuestrada. Lamentables fueron las intervenciones del Papa, que de política sabe poco, o de Zapatero, quien podría tener un poco más de vergüenza; que fueron utilizados por la dictadura para intentar seguir engañando al mundo.

El venezolano puede estar muy jodido pero no pierde el coraje para luchar. Hoy vemos cómo su creatividad y el valor le ayudan a enfrentar la dictadura.

Además de los cientos de miles de ciudadanos en las calles, hemos visto desde un hombre desnudo con una biblia en la mano, una valiente joven que se paró frente a un tanque y lo detuvo, un violinista tocando el himno y madres recibiendo de frente las bombas lacrimógenas, hasta grupos de jóvenes vaciando cloacas para llenar sus bazucas improvisadas para bañar con excrementos a policías represores.

El pueblo venezolano decidió salir a la calle a pelear por su democracia. Y en la calle encontrará la victoria pues no hay poder que pueda con un pueblo en las calles.

El venezolano es un pueblo al que la dictadura no ha logrado someter pero ya le llevó a la desesperación. Y éste momento se debe aprovechar. Ojalá los pueblos libres del mundo se unan a la lucha del valiente pueblo venezolano.

Maduro y sus socios también están desesperados, pero, porque les llegó la hora de reconocer que su adefesio político es un absoluto fracaso y que el único futuro que tiene es el oscuro basurero de la historia.

En 18 años, el chavismo destruyó uno de los países más ricos del mundo, y hoy, Maduro y su gobierno, están perdiendo el control.

Es cierto que, como otros países, Venezuela tenía, antes del chavismo, problemas sociales, corrupción y falta de Estado de Derecho. Pero los problemas de la democracia se resuelven con más democracia y con más justicia, no con la instalación de una locura totalitaria que no ha sido más que la excusa de una pandilla de rateros, matones y narcotraficantes.

¿Cuáles son hoy los posibles escenarios para Venezuela?

1.- El pueblo en las calles convence al gobierno para que llame a elecciones libres y democráticas y se logra una transición pacífica del poder. Deseable pero poco probable.

2.- Los niveles insoportables de hambre, violencia y represión dividen al gobierno y el ejército decide tomar el poder y convocar a elecciones libres. Poco probable pero no imposible. El ejército está comprometido con el modelo y su corrupción, sin embargo, se habla de un número importante de oficiales jóvenes entre quienes crece el descontento y la decepción con Maduro.

3.- El pueblo enardecido arrasa con un gobierno en desbandada, el ejército se disuelve y cada uno busca salvar su pescuezo. La oposición toma el poder haciendo valer su mayoría en el Congreso, instala un gobierno provisional y convoca a elecciones. Maduro y sus cómplices son llevados a la cárcel para ser juzgados. Este escenario es más probable que los anteriores, pero sobre todo, muy deseable.

Al final, lo que veremos es una combinación con variantes de los escenarios 2 y 3, pero en los 3 escenarios hay un alto costo en vidas y sufrimiento para los venezolanos. Pero tristemente, éste es el costo de la libertad.

2017 debe ser el año de la libertad y la democracia para Venezuela.

La caída de la dictadura es imparable y Maduro es insostenible. Siempre supimos que era cuestión de tiempo y éste llegó.

¡Viva Venezuela libre!

El lado correcto de la historia
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Luis Miguel es Director del Área Social de Fundación Libertad y Desarrollo, catedrático universitario y tiene una maestría en Administración Pública de Escuela de Gobierno.
11 May 2017

Hoy el lado correcto de la historia es el reformista.

El proceso de reformas, que se pensaba vendría como resultado natural de la cruzada contra la corrupción, ha desnudado una vez más que la polarización ideológica, la ausencia de liderazgos y la incapacidad de generar espacios de diálogo honestonos están condenando a seguir metidos en el lodazal.

Ambos lados están cometiendo errores. Los sectores que se ubican más a la izquierda presionaron con demasiada fuerza por temas que estaban destinados a volver irreconciliables las discusiones, como el pluralismo jurídico en el caso de la reforma al sistema de justicia y la paridad de género en el caso de la reforma electoral. También creyeron que ganando por mayoría una votación en las mesas técnicas se habían logrado los consensos y cerraron la discusión. Por otro lado, los sectores que están más a la derecha se empeñaron tanto en combatir esos temas que olvidaron ser propositivos y hacer énfasis en que hay acuerdos sobre la necesidad de reformar.

Pareciera que nunca se entendió realmente el espíritu de las reformas actuales y en algunos casos se apostó por hacer avanzar, aunque sea de a pocos, ciertas agendas políticas sectoriales. La polarización generada terminó entrampando las reformas o permitiendo que fueran manoseadas por el sistema político corrupto. Los beneficiarios han sido aquellos a quienes la cruzada contra la corrupción afectó directamente, los corruptos.

Claro que este beneficio está lejos de ser casuístico. Haciendo uso de sus abundantes recursos, los corruptos contrataron o potenciaron a mercenarios de la opinión. La mayoría de estos, ubicados en los extremos más radicales del espectro ideológico. Estos lograron exitosamente abonar conflicto a la discusión, banalizando las propuestas, descalificando personas y mintiendo. Todo con el propósito de inmovilizar cualquier intento por reformar el sistema del cual se benefician solo ellos.

El error de los reformistas de izquierdas y derechas fue haberse dejado utilizar por los mercenarios y los corruptos. Debieron haberse desmarcado desde el principio y dejado en claro que tienen un interés porque este país salga del atolladero. No se vale apostarle siempre al inmovilismo por miedo, como tampoco se vale empujar irracionalmente por el cambio, sin permitir un espacio para la duda, el disenso y la reflexión.

Reconozcamos con honestidad que en materia de diseño institucional no existe la receta perfecta para el éxito. Todos los modelos son potencialmente cooptables, pero estamos en un momento en que la lucha contra la corrupción no ha terminado de asentarse y necesitamos presentarle alternativas al sistema político para que se reconfigure. La opción de no reformar debería estar fuera de la mesa y si usted se opone a estas reformas tiene la obligación de proponer una alternativa que sea políticamente viable.

Para lograr estos acuerdos, hacen falta cabezas frías que tengan capacidad de convocatoria y puedan sentar a actores de distintos sectores a discutir. Liderazgos conciliadores que actualmente no existen en el Congreso y mucho menos en el Ejecutivo. Aquí hay que hacer un pacto de convivencia, señalar a los corruptos como únicos enemigos y comenzar a tender puentes entre sectores que permitan sanar las heridas del pasado.

Hoy el lado correcto de la historia es el reformista. Pero necesitamos reformistas que estén dispuestos al diálogo y que moderen sus expectativas. ¿De qué lado de la historia quiere estar usted?

Enfoques incorrectos sobre la discriminación
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
24 Jul 2017

Como guatemaltecos, debemos hacer una reflexión profunda sobre la discriminación. Desde una ángulo responsable y evitando los extremismos que a nada nos conducen.

La discriminación es una realidad. No solo en Guatemala, sino en diversos países del mundo. El tratar de forma despectiva al que es distinto a nosotros, parece ser algo inherente al ser humano. Ya sea por razones étnicas, religiosas, de género u otras, la discriminación ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad.

La discriminación se manifiesta de múltiples formas. Ataques verbales, evitar el contacto con el grupo discriminado, negación de acceso a servicios básicos o derechos fundamentales, violencia física contra las personas o su propiedad y el caso más extremo es la búsqueda del exterminio de dicho grupo, como ocurrió con los judíos en la Alemania Nazi.

En el caso de las mujeres, no es sino hasta el siglo XIX y XX que comienzan a gozar del ejercicio de sus derechos básicos en los países occidentales, como el derecho a la propiedad privada, a votar y a integrarse plenamente en el mercado laboral. No obstante, las mujeres aún continúan sufriendo diversos tipos de violencia, generalmente infringidos por su círculo familiar más cercano. Y en muchos países árabes, africanos y asiáticos muchas mujeres prácticamente tienen anulados sus derechos fundamentales.

Guatemala no escapa a esta realidad y sin duda existen diversos tipos de discriminación. Si bien se han realizado avances muy significativos, lo cierto es que aún se tiene mucho camino por recorrer. La población indígena y las mujeres presentan rezagos sociales significativos que se deben de abordar desde una política de Estado bien articulada. Y como sociedad debemos romper con los estereotipos mentalesque históricamente hemos construido.

Fuente: http://www.prensalibre.com/

Sin embargo, se debe ser muy cuidadoso al momento de calificar lo que es y lo que no es discriminación. El caso de la tienda de ropa María Chula es un ejemplo de cómo un abordaje inadecuado del tema solo genera más polarización. El hecho que la dueña de esta tienda se llame María, al igual que su madre y su abuela debería haber sido razón suficiente para que los argumentos de discriminación perdieran total validez.

¿Acaso no tiene derecho una persona a utilizar su nombre en la marca o en la empresa que decide fundar? Y si decide agregar a su nombre, una palabra que tiene connotación positiva para el guatemalteco urbano promedio ¿Es eso un delito?

Sin duda este caso hace reflexionar sobre lo cuidadoso que se debe ser al momento de calificar lo que constituye un auténtico acto de discriminación. Porque flaco favor se le hace a esta causa, cuando se comenten errores de este tipo.

Pero además debemos aprender a discutir de este tema de forma responsable. Hay aquellos que simplemente pretenden negar que exista discriminación en Guatemala, como si este fuera un país de ángeles y no de seres humanos. También está el otro extremo que pretende encasillar a Guatemala como un caso único en el mundo en donde se ha registrado discriminación, obviando por completo la historia de la humanidad y el contexto mundial. Ninguno de los dos extremos ayuda en nada.

A propósito de la tienda María Chula, también han surgido posiciones que indican que los trajes típicos deben ser preservados tal cual y que cualquier sincretismo con la “cultura occidental” es un acto de irrespeto. ¿Acaso esta posición no es racista? La interacción y la mezcla cultural es parte de cómo se supera el racismo. Hablar de “purismos” no ayuda en nada cuando lo que se pretende es luchar contra la discriminación.

Como guatemaltecos, debemos hacer una reflexión profunda sobre la discriminación. Desde una ángulo responsable y evitando los extremismos que a nada nos conducen. Superar la discriminación requiere de un ejercicio mental que nos aleje de nuestros instintos humanos más básicos. Y eso requiere un esfuerzo por comprender “al otro” y dejar atrás los estereotipos.

Nuestro ideal debe ser que todos los ciudadanos, independientemente de su identidad étnica, gocen de los mismos derechos y obligaciones.

Texto original publicado en: https://elperiodico.com.gt/domingo/2017/07/23/enfoques-incorrectos-sobre...

Cambio de guardia
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Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

05 May 2017

América Latina necesita que su juventud aspire a liderar un movimiento renovador.

En los últimos 10 años, en la mayoría de pueblos del mundo, la clase política se convirtió en una clase apestada y rechazada por los ciudadanos. El “establishment” político y su forma de gobernar, provocaron la pérdida de respeto y confianza en la clase política y en la democracia.

La sensación de que trabajan para sus intereses, su incapacidad para generar soluciones en un mundo cada día más complejo y carente de oportunidades, su corrupción y su cinismo generaron la aparición, el avance y en muchos casos el triunfo de una categoría de políticos aún peor que los apestados.

Los pueblos no hemos aprendido a elegir, aunque debo decir en nuestro favor, que la oferta es limitada, prosaica y deshonesta.

Ortega decía que una nación no puede ser solo pueblo. Necesita una minoría intelectual y honesta que articule, proponga y lidere los cambios y los proyectos que desarrollan y generan bienestar para todos.

La ausencia de los mejores en la sociedad impide que seamos países más normales, como otros, en los que después de sus próceres vino esa minoría dirigente que continuó con los valores que fundan y construyen naciones de verdad.

La ausencia de los mejores provoca en los pueblos una peligrosa ceguera para distinguir al hombre mejor del hombre peor; por eso elegimos a tanto político oportunista y deshonesto, por eso consentimos tanto abuso e incompetencia; por eso, la corrupción y la crisis permanente. Y cuando aparece un individuo honesto, capaz, respetable y digno, la masa no sabe apreciarlo y los corruptos le destruyen.

Demasiados países en nuestra región tienen serios problemas sociales y económicos. Pero el verdadero problema es político. Si la política no funciona, todo lo demás falla. La política no puede seguir siendo una guerra de bandas combatiendo por un botín.

La verdadera política, la Política con mayúscula, necesita principios, compromiso y debate. Requiere oponentes honorables y que estos alcancen acuerdos para avanzar.

La ausencia de esa minoría eminente es la que provoca que los pueblos se queden para siempre en ese estadio elemental de la evolución que es la aldea.

Esta minoría eminente no puede estar formada por esa mayoría de políticos indecentes y pícaros que ha producido América Latina, o por esas elites rancias e indiferentes o por los ciudadanos que no están dispuestos a hacer el sacrifico de entregar a su nación su máximo esfuerzo, su alma y su corazón.

América Latina necesita que su juventud aspire, no a ser víctima, eco o consecuencia de una realidad decadente en muchos de sus países, sino al contrario, líder de un movimiento renovador y constructor. ¿Por qué no habría de sentir la juventud el orgullo de ser la generación del cambio, e iniciar la misión impostergable de rescatar su país con los ideales y valores que fundan naciones en libertad y democracia?

Son los jóvenes que se imponen a sí mismos un código de valores, una disciplina ejemplar y mayores exigencias quienes deben llenar el vacío que ha dejado la ausencia de los mejores en la sociedad. La juventud debe sentir la urgencia de adquirir el conocimiento, las ideas y el valor para cambiar su destino y rescatar su futuro. Y esto, aunque nos moleste reconocerlo, solo se puede lograr a través de los partidos políticos.

Por eso, el primer gran desafío de nuestro tiempo es formar una nueva generación de dirigentes que rescaten la política y el rumbo de las naciones. Y que los ciudadanos se den a respetar.

Y el segundo desafío es generar una auténtica ofensiva intelectual para poner al servicio de las naciones el repertorio de ideas que puedan aclarar, unificar y construir los países que queremos.

No es noticia y mucho menos secreto, pero son el despertar de las elites y el compromiso de la juventud lo que podría cambiar la peligrosa ruta que llevan algunos de nuestros países.

El país del caos
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
02 May 2017

Construir un Estado democrático, en donde la ley y la justicia prevalezcan, en el marco del respeto a los derechos humanos, es uno de los desafíos más grandes que enfrentamos como sociedad.

La visión que se tiene en el exterior de Guatemala es que somos un país caótico, en donde el Estado de Derecho es casi inexistente. Con una tasa de homicidios que nos coloca entre los países más violentos del mundo, la incrustación del narcotráfico en el aparato estatal y un nivel de impunidad que sobrepasa el 90 por cierto, no es de extrañar que se tenga esa percepción.

Este caos se puede palpar todos los días en el tráfico de la ciudad. Las personas manejan a su gusto y antojo, tratando de imponerse al resto, haciendo maniobras que ponen en riesgo la seguridad de peatones y conductores por igual. Se tiene que manejar siempre pendiente del próximo loco que piensa que la vía pública le pertenece. Y muchas veces esto ocurre ante la mirada impasible de la Policía Municipal de Tránsito.

En el interior del país también se manifiesta este caos. En algunos sitios la Policía Nacional Civil es incapaz de ejercer control porque la población les amenaza con lincharlos. Qué decir de los territorios en donde el narcotráfico es quién impone las reglas y ha desplazado por completo al Estado.

Las leyes en el país simplemente no se aplican. Las invasiones de tierra y el despojo de las mismas se dan sin que los ciudadanos se puedan defender. Hay bandas criminales que se dedican al robo de propiedades y las personas no les denuncian por temor a perder la vida. Sin mencionar que el robo de energía eléctrica se realiza en algunos casos con total impunidad.

En general, el Estado guatemalteco es incapaz de hacer valer la ley. Es un Estado débil que no posee el monopolio de la fuerza. Las fronteras son paso expedito para el contrabando y toda clase de ilícitos. Y dentro de la misma ciudad capital, existen lugares en donde las autoridades de seguridad parecen haber claudicado de su responsabilidad. El colmo es que las cárceles, en donde el Estado debería ejercer su máximo control, se encuentran administradas por los propios privados de libertad. Somos un país caótico.

Para muchos la solución es la dictadura. Se hace referencia al orden que supieron imponer los dictadores del pasado y la supuesta seguridad que gozaban en ese entonces los ciudadanos. Por supuesto, el costo de esa situación era la anulación de la libertad individual y la total discrecionalidad con la que actuaban los dictadores.

La democracia, sin embargo, no implica caos. En los países desarrollados el Estado es capaz de hacer valer la ley, respetando siempre los derechos de los ciudadanos. La policía en esos países es respetada y actúa con fuerza cuando tienen que hacerlo. Es que si no se respeta la ley, el resultado es el predominio de los criminales.

Construir un Estado democrático, en donde la ley y la justicia prevalezcan, en el marco del respeto a los derechos humanos, es uno de los desafíos más grandes que enfrentamos como sociedad. Nunca en la historia del país hemos disfrutado de tal régimen y por esa razón, nos cuesta tanto conceptualizarlo.

En Guatemala podemos seguir discutiendo de políticas económicas, lo cual resultará estéril, si continuamos siendo un país en donde el Estado es incapaz de tener presencia y hacer valer la ley en todo el territorio nacional. Un país caótico no atrae inversiones, las ahuyenta. Un país caótico no garantiza los derechos fundamentales de los ciudadanos, sino simplemente permite a los criminales tomar el poder.

La crisis de gobernabilidad en la que se ha sumido el Estado guatemalteco, difícilmente podrá superarse si no logramos conceptualizar toda la cadena de justicia como un pilar fundamental de una auténtica democracia. De esta cuenta, las reformas constitucionales que actualmente se están discutiendo, podrían representar un punto de quiebre en nuestra trágica historia de caos y dictaduras. Pero deben realizarse conscientes de la responsabilidad que implica. Nos guste o no, en estos momentos, el futuro del país está en manos del Congreso.

Publicación original en http://elperiodico.com.gt/domingo/2017/04/30/el-pais-del-caos/

SOS Venezuela...
32
Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

Empresario, sociólogo y comunicador. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Es Presidente de la Fundación Libertad y Desarrollo y Director General del programa Razón de Estado. 

18 Apr 2017

¿Hasta dónde debe llegar la desgracia y la opresión de un pueblo hermano en América Latina para que el continente se levante y exija su liberación?

¿Hasta cuándo va a terminar la hipocresía y la complicidad o en el mejor de los casos la tímida protesta de la comunidad internacional ante la farsa democrática que el chavismo ha erigido en Venezuela?

¿Cómo se puede afirmar que “todo volvió a la normalidad” por que “se devolvieron” los poderes a la Asamblea Nacional cuando nunca los tuvo?

¿Cuánto más grande debe ser la mentira democrática para que el mundo libre, de una vez por todas, llame a las cosas por su nombre y afirme que en Venezuela hay una dictadura insolente y criminal?

¿Qué más pruebas hacen falta para demostrar que Venezuela es un país secuestrado y gobernado por una banda de criminales, narcotraficantes y asesinos?

¿Cómo es posible que en uno de los países más ricos del mundo, sus habitantes se estén muriendo de hambre?

¿Qué circunstancias pueden llevar a la población adulta en una nación a perder 19 libras de peso en promedio y estar sufriendo desnutrición crónica?

¿Cómo puede ser posible que en el país con la mayor reserva petrolera del mundo haya escases de combustibles?

¿Con qué objetivo el chavismo destruyó el aparato productivo y lo dejó sin oportunidades de trabajo, sin bienes y servicios, sin impuestos, sin inversión y sin futuro? ¿Qué creen que pueden esperar de una realidad con esas condiciones? ¿Lo consideran sostenible? ¿Es cuestión de locura, de ignorancia, de ambición, de revancha o de un poco de cada una?

¿Dónde creen que terminarán sus días ese club de sociópatas que han destruido a Venezuela?

¿Seremos capaces las élites de América Latina de reconocer con humildad y responsabilidad que han sido nuestra indiferencia hacia la política, nuestra incapacidad para articular Proyectos de Estado para nuestros países, nuestra ineptitud para construir una visión de largo plazo comprometida con el Estado de Derecho y la libertad las causas que han motivado la aparición de bandas criminales con una mutación del virus comunista, las cuales, con un discurso populista y oportunista han alcanzado el poder por las urnas, engañando al electorado, para luego destruir el sistema que los llevó al poder?

Fuente: http://spanish.latinospost.com

Hoy en día, en Venezuela, más del 70% de la población no puede comprar alimentos ni medicinas; primero por que no hay, pero aunque hubiere, no tiene dinero.

Asfixiaron al sector empresarial y destruyeron PDVSA, la gallina de los huevos de oro negro de Venezuela, y llevaron la economía nacional a la ruina. Venezuela es hoy el país con más inflación del mundo y con niveles de pobreza llegando al 80% de la población. Estadísticas que se ven en países africanos donde lo que hay es desierto y desolación.

¿Qué tipo de seres, que se consideren humanos, pueden hacer esto con uno de los países con más riqueza y recursos naturales?

Es cierto que Chávez llegó al poder por la vía de la urnas como lo hicieron otros dictadores de la historia. Pero todos sabemos que a partir de ese día el chavismo se dedicó a desvirtuar, controlar y destruir el sistema democrático. Venezuela es hoy una nación secuestrada por una camarilla de déspotas y matones.

No son suficientes las declaraciones oficiales de países y organizaciones internacionales que denuncian o señalan. No son suficientes las opiniones como ésta. Llegó la hora de que el mundo occidental y los hombres y mujeres que creemos en la libertad y la democracia hagamos algo mucho más contundente para liberar a Venezuela.

¿Tiene esperanza Guatemala?
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Paul Boteo es Director General de Fundación Libertad y Desarrollo. Además, es catedrático universitario y tiene una maestría en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. 
21 Mar 2017

La pregunta obligada ante una tragedia como la ocurrida en el Hogar Virgen de la Asunción es hasta cuándo vamos a seguir tolerando vivir en un país subdesarrollado, en donde la niñez apenas si tiene un futuro.

Lo sucedido en el Hogar Virgen de la Asunción pone en evidencia, una vez más, que el Estado que hemos construido es totalmente inoperante. Es un Estado incapaz de garantizar la vida y la integridad de los ciudadanos, sobre todo de los más vulnerables.

Las niñas que perecieron tuvieron una corta existencia llena de dolor, sufrimiento y desesperación. En algunos casos, los familiares cercanos les infringieron ese sufrimiento y en vez de encontrar refugio en este Hogar, experimentaron el infierno en la tierra. Lo más terrible es pensar que en estos momentos, hay miles de niños en Guatemala que están pasando por una situación similar o peor.

A estos casos trágicos, se le tiene que sumar el de los niños que en pleno siglo XXI, no tienen acceso a educación y tampoco a un servicio de salud que les garantice un crecimiento sano. Niños que viven en lo profundo de las montañas, cerca o incluso dentro de los centros urbanos, que no tienen ninguna perspectiva de futuro. Lo más probable es que morirán tan pobres como nacieron. Es la historia trágica que se ha repetido durante generaciones y que no parece terminar en Guatemala.

Niños en las calles y semáforos pidiendo limosna, en vez de atender la escuela. Niños trabajando para ayudar al sustento de su hogar. Niños involucrados en maras, víctimas de redes criminales, cuyo final sólo puede ser la cárcel o una muerte violenta. Niños asesinados por las balas perdidas que todos los días se disparan en Guatemala. Es el país que tenemos, por más que volteemos la cara y no queramos verlo. Es la evidencia de una sociedad que ha fracasado en la búsqueda por encontrar el camino del desarrollo y la prosperidad.

En una sociedad en donde los habitantes tienen los ingresos suficientes para vivir dignamente, el panorama es totalmente distinto. Es un país de oportunidades laborales y de movilidad social, algo que pareciera ser un sueño lejano para Guatemala.

La pregunta obligada ante una tragedia como la ocurrida en el Hogar Virgen de la Asunción es hasta cuándo vamos a seguir tolerando vivir en un país subdesarrollado, en donde la niñez apenas si tiene un futuro. Hasta cuándo la indignación será lo suficientemente grande, como para decidirnos a construir un país distinto.

Si en algún lugar se puede encontrar una esperanza de cambio en una sociedad es en los centros urbanos. En aquellos ciudadanos que han superado la pobreza y que tiene los medios suficientes para educarse, reflexionar sobre su sistema de gobierno y actuar en consecuencia. La responsabilidad del cambio no puede recaer en alguien más.

Edmund Burke, el célebre filósofo inglés, dijo hace más de dos siglos que un “Estado sin medios para cambiar carece también de medios para conservarse”. Y es de cuestionarnos hasta dónde puede degradarse nuestro Estado, si no lo reformamos. Las acusaciones por narcotráfico de parte de Estados Unidos en contra de funcionarios del gobierno anterior, nos debe hacer reflexionar que probablemente estábamos a punto de entrar en uno de los períodos más sombríos del país.

El fracaso de las naciones se debe al diseño inadecuado de los Estados. Sin un Estado que garantice los derechos individuales y que brinde ciertos servicios públicos básicos, como salud y educación, es imposible lograr el desarrollo. Y debe ser un Estado que sea capaz de atraer a los profesionales del más alto nivel de la sociedad. Burke lo ponía en estas palabras: “¡ay del país que (..) considere que una educación escasa, una visión limitada de las cosas y una ocupación sórdida y mercenaria son los mejores títulos para ejercer el mando!”.

¿Tiene esperanza Guatemala? Cuándo vemos la situación de la niñez en el país, pareciera que no. El panorama es por demás desalentador. Sin embargo, si fuéramos capaces de indignarnos lo suficiente, talvez podríamos construir un futuro distinto.Ojalá ésta no sea una coyuntura más. Ojalá no volvamos a sentarnos cómodamente en el sillón de nuestra sala.

Publicación original en El Periódico.